Torres, Melgarejo y el Boom
El libro sobre los dictadores no existió; ‘Las cartas del Boom’ no existirá. Los escritores de hoy en día no se mandan cartas
Ricardo Bajo
Melgarejo y Torres nacieron en Cochabamba. Los dos fueron militares. Los dos murieron lejos de Bolivia. Los dos fueron asesinados; uno en Lima y otro en Buenos Aires. Torres y Melgarejo son los dos únicos bolivianos citados en Las cartas del Boom, libro que recoge por primera vez las 207 misivas que se mandaron Fuentes, Gabo, Vargas Llosa y Cortázar entre 1955 y 2012.
Hay otros bolivianos que no son citados con nombre y apellido. Sobrevuela Marcelo Quiroga Santa Cruz, uno de los intelectuales que firmó una carta dirigida al general Alfredo Ovando pidiendo la amnistía para el francés Régis Debray, el argentino Ciro Bustos y cuatro guerrilleros bolivianos del Ejército de Liberación Nacional (los benianos Antonio León Domínguez Flores y Orlando Camba Jiménez Bazán; el orureño José Paco Castillo Chávez; y el paceño Eusebio Tapia Aruni).
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El comité de colaboración de Casa de las Américas, desde La Habana, emitió una declaración a finales de 1969 exigiendo la liberación de los “Seis de Camiri”. Cortázar y Vargas Llosa firmaron la declaración. ¡Qué tiempos aquellos cuando el Gran Jefe Inca (como le llama García Márquez en los encabezados de algunas cartas) pedía la libertad de guerrilleros!
El que sí sale citado con nombre y apellido es Melgarejo. ¿Y qué coño tiene que ver el tarateño con el Boom? En 1967, Carlos Fuentes, el gestor cultural de los cuatro, tiene la genial ideal de hacer un libro con perfiles de dictadores. Al primero que se lo cuenta es a Mario. Y propone varios títulos: Los Patriarcas, Los Padres de la Patria, Los Redentores, Los Benefactores.
Fuentes convence a la editorial francesa Gallimard, a la italiana Feltrinelli y a la inglesa Jonathan Cape para que publiquen lo que será “uno de los libros capitales de nuestra literatura”. Y habla con Alfredo Guevara para que Cuba haga una edición de gran tiraje. El mexicano (Águila azteca para sus cuates de cartas) comienza a hacer la lista: “Cuba, Carpentier, Machado; México, Fuentes, Santa Anna; Colombia, García Márquez, Tomás Cipriano de Mosquera; Venezuela, Otero Silva, Juan Vicente Gómez; Perú, Vargas Llosa, ¿Prado o Sánchez Cerro?; Chile, Edwards, Balmaceda; Paraguay, Roa Bastos, Francia; Argentina, Cortázar, Eva Perón”.
Entonces Fuentes hace una confesión brutal: “no conozco a un boliviano capaz de entrarle a Melgarejo”. Ni a ningún haitiano que se anime con Papa Doc, dirá más tarde. Vargas Llosa, que se decide finalmente por Cerro, bautiza la idea: “será la crónica negra de nuestros inverosímiles patriarcas”. Y añade: “este trabajo de equipo sería una bofetada formidable a todos los pequeños maquiavelos sudamericanos que andan empeñados en dividirnos y enemistarnos”. Pasarán más de mil años y algunas de esas amistades no sobrevivirán.
A la lista definitiva se suman: “Monterroso, Somoza; Claribel Alegría, Maximiliano Martínez; Martínez Romero, Rosas. Y… Pepe Donoso, Melgarejo. Un chileno va a escribir la semblanza del cochala Melgarejo. Entonces el maleficio boliviano cae con todo sobre el proyecto. El libro no existirá jamás.
Fuentes había “fusilado” la idea del libro Patriotic Gore, 30 retratos de escritores de la Guerra Civil Estadounidense. Iban a comprar —con las regalías— una villa para “escribanos latinos expatriados en la costa amalfitana”.
El Boom fue un boom de lectores, no de editores. La literatura latinoamericana apareció en el mapamundi y comenzó a jugar de tú a tú a los rivales. Las cartas del Boom, un archivo epistolar maravilloso, viene a demostrar —una vez más— que ningún escritor es una isla, que hay que apoyarse en los otros, que hay que unirse. Eso hicieron los cuatro. Hasta que apareció el caso Padilla y las discusiones políticas. Y los egos/celos. Y el puñete.
(Nota mental uno: si el lector espera alguna infidencia sobre la pelea entre Vargas Llosa y García Márquez en un cine mexicano en 1973, se queda con las ganas. Ni una línea sobre el ojo morado del Gabo. Eso sí, agradecerá chismes de alto vuelo, como la invitación de Fuentes a Cortázar a probar “unos hongos alucinantes” en la sierra mixteca o la aerofobia del mexicano y el colombiano).
¿Y Jota Jotita Torres? ¿Cuándo aparece en este mambo? Octavio Paz le pide a Fuentes que le pida a Vargas Llosa una entrevista al General Torres que acaba de sufrir un golpe de Estado y se ha exiliado en Perú. Mario responde: “no entiendo nada de lo que pasa en Bolivia”. (Nota mental dos: ¿cuándo entendió Varguitas algo de lo que pasa en Bolivia?).
El libro sobre los dictadores no existió; Las cartas del Boom no existirá. Los escritores de hoy en día no se mandan cartas. Ni van al cine ni van al teatro, ni comen hongos mágicos para soñar.
(*) Ricardo Bajo es un pinche periodista