Reconstruimos en éstas páginas la vida de los 33 mineros chilenos con los testimonios de sus familias. Su estremecedora historia ha dado la vuelta al mundo. Están a 700 metros de profundidad, solos, fuertes, pero con sus miedos.

Todos sabían que se jugaban la vida en la mina San José. En 2004 murió allí mismo Pedro González. Y en 2007, Manuel Villagrán. Los sindicalistas forzaron su cierre durante 2008, pero los dos propietarios de la mina se las ingeniaron para volverla a abrir.

El Gobierno autorizó la reapertura, y el reclamo de los dueños para explotarla fueron los buenos salarios. La compañía San Esteban pagaba hasta un 20% más que cualquier otra de su tamaño y sector.

Ahora, el Gobierno de Sebastián Piñera se ha volcado en el rescate de 33 hombres. El asesoramiento de la NASA,  perforadoras potentes, tecnología más puntera del siglo XXI, la psicología más avanzada en situaciones de aislamiento, se han puesto al servicio de una situación provocada por unas condiciones laborales que evocan el recuerdo de minas de  Europa hace 100 años.

Desde los 700 metros de profundidad en que se encuentran, muchos de los atrapados han prometido a sus parejas que se van a casar en cuanto salgan. Otros se resisten, a pesar de que llevan lustros conviviendo con ellas y tienen hijos en común. Otros les piden  a sus madres por carta que les sigan esperando.

Muchos vivían en pensiones de la ciudad de Copiapó, a una hora en autobús de la mina. Trabajaban en turnos de 12 horas durante siete días y descansaban otros siete. Si los llamaban, solían aceptar las horas extras en los días de descanso porque les pagaban el doble de una jornada normal.

En el yacimiento de San José se podía cobrar el equivalente a mil euros, sueldo que no está al alcance en Chile de todos abogados, ni periodistas, ni profesores de universidad. Pero tal vez el dinero que les daban por un lado se lo estaban quitando por otro al no instalar, medidas de seguridad tan sencillas y obligatorias como una escalera dentro de una vía de escape.

Cuando la montaña se les vino abajo, los mineros intentaron subir por una chimenea, pero no había escalera alguna dentro de ella.

Claudio Yañez
34 años y dos hijas.
«¿Dónde voy a encontrar una pega tan segura?».

n Cristina Núñez, madre de las dos hijas de Claudio, cuenta que cuando le pedía que deje la mina, él decía: «¿Y dónde voy a encontrar una pega [trabajo] tan segura?», porque el contrato era indefinido. Su madre, Margarita Lagos, explica que  antes de comenzar en la mina San José, su hijo ganaba como albañil,  350 euros por mes. «Pero aquí le pagaban el doble».

Jhonny Barrios
50 años y sin hijos.
«Sáquenme de este hoyo   vivo o muerto».

n «Sáquenme de este hoyo, vivo o muerto», di- jo. Es el que traslada al equipo de rescate todos los informes sobre análisis médicos de sus compañeros. «Las cosas de enfermería las aprendió de pequeño, porque nuestra mamá padecía diabetes», explica su hermana Zulemy. Barrios estuvo 28 años casado con Marta Salinas, pero desde hace un año se fue de casa. sin divorciarse.

Osman Araya
30 años y tres hijos.
«Si quieren echarme, me pagan la indemnización»

n Su mujer: «La semana antes discutió con el gerente». Su esposa, Angélica Ancalipe, de 21 años, recuerda: «Apenas llevaba cuatro meses en esta mina. Una semana antes del derrumbe me dijo que había tenido una discusión con el señor Pinilla, que es como el gerente. Le dijo que no estaba dispuesto a arriesgar su vida. ‘Y si quieren echarme, me pagan la indemnización’.

Franklin Lobos
52 años y dos hijas.
«Antes los futbolistas no ganaban como ahora».

n Conductor de camiones y ex futbolista. Jugó con su selección durante la etapa clasificatoria de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984. Llevaba cinco años trabajando como conductor de camiones en las minas y cuatro meses en la de San José. Su hija Carolina, de 25 años, describe su caída: «Antes los futbolistas no ganaban tanto como ahora. Y mi padre no ahorró.

Jorge Galleguillos
56 años y dos hijos.
«Le estaba haciendo una carreta para su cumpleaños».

n Su hijo Jorge: «Le estaba haciendo una carreta para su cumplea- ños». Hace más de 20 años, Jorge trabajó en el campamento minero de El Salvador, en Atacama. De allí retuvo en su memoria la canción triste: «Aquí en medio de la pampa se ha dormido en la quebrada, compañera del minero, con su humilde y vieja estampa, la carreta abandonada (…)».

Mario Sepúlveda
40 años y dos hijos.
«Era representante sindical de otra mina «.

n Su mujer asegura que «nunca se fió de esta mina». Mario es quien ejerce de conductor presentador en la primera grabación bajo la mina.  Elvira Valdivia califica a su esposo como un líder nato: «Era representante sindical en otra mina de la misma empresa. Y nunca tuvo vergüenza de nada ni de nadie. Al gerente le decía todo lo que tenía que decirle. Nunca se fió de esta mina».

Víctor Zamora
33 años y un hijo.
«Es el que nos levanta el Carlos Mamani»

n El bromista del grupo. Según sus compañeros, «este es el que nos levanta el ánimo». Víctor es el bromista oficial del grupo. Cuando su madre, Nelly Bugueño, le decía que dejara esa mina, él le contestaba: «Si ese cerro me ve y se echa a un lado de feo que soy, no te preocupes». «Nos ha escrito que se alegra de estar ahí abajo en el hoyo, porque así no tiene que lavarse», dice.

Carlos Mamani
24 años y una hija.
«Está muy flacto, algo raro, porque nunca usó barba»

n (Información actualizada por La Razón). Es el único extranjero atrapado en la mina. El primer mensaje del trabajador del subsuelo fue un lamento. Verónica Quispe, su esposa de 20 años de edad, ya recibió una carta suya y le vio a través de un video. «Está muy flaco, algo raro, porque a él nunca le gustó tener barba», se lamentó ella. Verónica visitó al presidente Evo Morales y al salir de la cita aseguró que les ofreció ayuda.

Samuel Avalos
43 años y tres hijos.
«Al ver que no llegaba, pensé que habúa vuelto al vicio».

n «Al ver que no me llamaba, pensé que había vuelto al vicio», dice su pareja.Samuel convive desde hace 21 años con Ruht Guzmán (39). Pero nunca llegaron a casarse. «Era yo la que no quería, pero al ver todo esto se me salió como del alma lo del casamiento. Y se lo he escrito: ‘¿Te quieres casar conmigo, sí o no?». El tiempo que pasaron juntos estuvo marcado por el alcohol y la droga. «Y siempre volvía al vicio. Sobre todo al de la pasta base, que es lo peor».

Juan Illanes
52 años y un hijo.
Mi hermano tiene un carácter fuerte, con voz de militar».

n Electromecánico. Fue militar en la frontera durante los tiempos de la crisis chileno-argentina. «Aquello fortaleció su carácter», explica su hermano.Su hermano Óscar recuerda que Juan vivió atrincherado durante dos años en la frontera con Argentina. Fue a finales de los setenta, cuando cumplía el servicio militar y los dos países sufrieron episodios de tensión prolongada. «Aquello fortaleció su carácter. Mi hermano tiene carácter fue- rte, con voz de militar».

Mario Gómez
63 años y cuatro hijos.
«Dijo al jefe que cualquier día se iban a quedar en la mina».

n Conductor. «Un mes antes le dijo al jefe que cualquier día se iban a quedar en la mina», revela su esposa. El abuelo Mario se iba a jubilar, pero quería disfrutar del camión nuevo que le habían asignado, por eso fue a trabajar ese día. Ha escapado de varios accidentes, pero hace siete años un explosivo le reventó tres dedos de su mano izquierda. «El día antes del derrumbe, mi mamá le dijo que no fuese a trabajar», cuenta su hija Lilianett, de 30 años.

Pedro Cortés
26 años y una hija
«Le pusieron una máquina que no sabía manejar».

n Electricista. «Le mandaron poner en funcionamiento una máqui- na que no sabía manejar», dice la esposa de un compañero. «El Pedro perdió un dedo en la mi- na hace un año y desde entonces la empresa lo subió a una máquina para que no armase demasiado escándalo», comenta su compañero Daniel Sanderson. «El accidente ocurrió porque pusieron una máquina que no sabía manejar, era un trabajo que no le correspondía».

Dario A. Segovia
48 años y seis hijos.
«Me dijo que la mina estaba a punto de asentarse».

n Darío llevaba tres meses en la mina y esperaba montar un negocio de verduras con lo que ganase. A Yésica Chilla, su actual pareja, solía decirle: «Esta mina llora mucho», en referencia a las piedras que se desprendían del techo. «Llevaba 40 años de minero. El día anterior al 5 de agosto me dijo que la mina estaba a punto de asentarse y que no le gustaría ser uno del turno de trabajo cuando llegara el derrumbe. Pero necesitábamos la plata.

Claudio Acuña
34 años y dos hijos.
«Quería ahorrar para poder irnos a vivir a Serena».

n Perforista. Llevaba tres días en la mina. «Estaba entusiasmado», dice su  actual pareja, Fabiola Araya, de 28 años. Cuenta que Claudio había empezado el lunes 2 de agosto a trabajar en San José. «El martes no pudo ir porque el furgón no lo pasó a buscar. El accidente sucedió el jueves. Estaba entusiasmado porque quería subir de nivel y ahorrar para poder irnos a vivir a Serena, que es una ciudad con playa».

Víctor Segovia
48 años y cinco hijas.
«Me dijo que tenía mucho miedo porque la mina crujía».

n Perforista. Su ex mujer: «Me dijo que tenía mucho miedo, que la mina crujía». Víctor escribe todo lo que les acontece en el refugio desde aquel jueves 5 de agosto en que quedaron atrapados. Su intención es publicar un libro. A la familia le venía contando que todo iba bien hasta que optó por sincerarse con su ex esposa Soledad Moreno. «A ti no voy a mentirte’, me dijo. Me dijo también que no sabía cómo no se ha vuelto loco».

Esteban Rojas
44 y tres hijos.
«No le correspondía trabajar el día del derrumbe».

n Cargador de explosivos. El día del derrumbe fue a recuperar dos días que había perdido por la muerte de su tío. Su esposa, Jéssica Yáñez, de 43 años, explica que ese día no le correspondía trabajar. «Pero una semana antes había fallecido su tío (el padre de Pablo Rojas) y debía dos días a la empresa. Sabía que la mina era mala. Pero me decía: «A la edad que tengo yaes difícil entrar en una empresa».


Carlos Barrios
27 años y un hijo.
«Nunca le gustaron demasiado los niños».

n  No sabe que su actual novia está embarazada. Carlos tiene un hijo de cinco años, pero llevaba más de un año separado. «Nunca le gustaron demasiado los niños», comenta su prima Lilliam Vilches. «Decía que solo podía entregarle al hijo tres segundos de amor y, después, chao pescao». Hace siete meses conoció a Carolina Veliz (24). Y una semana después de que a Carlos se lo tragara la mina, ella confirmí su embarazo.

José Ojeda
47 años y una hijastra
«Mi tío lleva 27 años en las minas».

n Lleva 27 años en las minas. Conductor de maquinaria pesada. «Estamos bien en el refugio los 33». José fue el redactor de la frase que ya se guarda en Chile como una pieza de museo. Ojeda ha reclamado de nuevo el papel para poner algo que se le había olvidado: «Corazón minero». «Pero no le han dado ninguna respuesta», comenta su sobrino Juan Carlos Benítez, de 37 años. «Mi tío lleva 27 años en las minas.

Carlos Bugueño
27 años y sin hijos.
«Rescátame la mochila; ahí tengo la plata».

n Carlos asumió que la mina era el camino más corto para comprar una casa y un auto. Pero era  consciente del peligro que le llamaba al yacimiento matadero San Esteban, en honor a la compañía propietaria. La preocupación por el dinero no se le fue de la cabeza en ningún momento. En la carta que escribió a su madre, Guadalupe Alfaro, le decía: «Rescáteme la mochila del vestuario, que tengo la plata que cobré».ánimo a todos».
n El bromista del grupo. Según sus compañeros, «este es el que nos levanta el ánimo». Víctor es el bromista oficial del grupo. Cuando su madre, Nelly Bugueño, le decía que dejara esa mina, él le contestaba: «Si ese cerro me ve y se echa a un lado de feo que soy, no te preocupes». «Nos ha escrito que se alegra de estar ahí abajo en el hoyo, porque así no tiene que lavarse», dice.

Alex Vega
31 años y dos hijos.
«Aquel día me extrañó que no me hubiera llamado al salir».

n Su madre, Ana Salazar: «Me extrañó que no llamara. Dice que Álex siempre estaba con la sonrisa en la boca. «Aquel día me extrañó que no me hubiese llamado al salir de la mina.  Todo ha sido una tortura. Hubo cuatro ocasiones  que parecía que estaban  con vida. Que si parece que se oyen ruidos, que si alguien dice que oyó una voz, que si una sonda ha llegado, etc».

Raúl Bustos
40 años y dos hijos.
«Le tocaba irse, pero hubo una avería y lo llamaron».

n Es mecánico y llegó a la mina al quedarse sin trabajo tras el terremoto de febrero. Raúl escapó con vida del terremoto que arrasó la ciudad de Talcahuano. Trabajaba dentro los barcos, pero tras quedarse en paro, su tío lo animó a que viajara al norte para trabajar con él en la mina. Estaba dos meses en San José. «Aquel 5 de agosto ya había cumplido su turno. Le tocaba irse, pero hubo una avería y lo llamaron», comenta su madre, Rosa Ibáñez, de 69 años.

Daniel Herrera
27 años. Sin hijos
«Nunca lo sentí muerto; lo siento aquí en el corazón».

n Es conductor. Su madre, Alicia Campos, dice que «nunca lo sentí muerto. Lo siento aquí en el corazón, pegadito conmigo». Campos revela que Daniel es el hijo más mimoso de los tres que tiene: «Sin duda, es el más regalón. En los días libres pide su desayunito en la cama y yo, encantada. Yo nunca lo sentí muerto. Al Daniel lo siento aquí en el corazón, pegadito conmigo y mientras lo sienta aquí, él estará con vida», expresa su madre.

Jimmy Sánchez
19 años y una hija.
«Le daba miedo la mina, pero trabajaría hasta septiembre».

n Su novia Hellen Ávalos cuenta que a Jimmy «le daba miedo la mina, pero quería trabajar hasta septiembre». Jimmy Sánchez vivía a medio camino entre la casa de sus padres y la de los papas de su novia. «Le daba miedo la mina porque decía que caían muchas piedras, pero quería trabajar hasta septiembre y luego buscar otro sitio. También por la noche quería  sacar sus estudios de grado medio», cuenta su novia Hellen.

Richard Villarroel
26 años y un niño en camino.
«Será papá de un niño que se llamará Richard Junior».

n «Se ve que es un niño en el cuerpo de un hombre», dice su madre Antonia Godoy, de 46 años. Ella relata que un día su hijo Richard salió de casa hacia al norte. «Desde entonces, hacía dos años que nosotros nos comunicábamos solo por teléfono. Me decía que trabajaba como mecánico, pero nunca me habló de minas. Yo sabía que él tenía una novia desde hacía dos años y que en noviembre será papá de un niño que se llamará Richard Junior», cuenta. 

Pablo A. Rojas V.
45 años y un hijo.
«Pudo descansar por luto, pero él es un roble».

n Cargador de explosivo. Su hijo Mitchel cuenta que su padre «pudo descansar por luto, pero es un roble», afirma. El padre de Pablo Rojas falleció justo una semana antes del derrumbe y «entonces me di cuenta de lo fuerte que era mi papá», recuerda su hijo, de 21 años. «Era un roble, no le entraron balas. Pudo haber tomado tres o cuatro días de descanso por el luto. Pero no quiso tomar ninguno», cuenta su hijo desde San José.

José Henriquez
56 años y dos hijas.
«Lleva 33 años trabajando en casi todas las minas de Chile»

n Denominda como el guía espiritual. Según una de sus hijas, José decía «este cerro esta malo». En el vídeo, su compañero Mario Sepúlveda se refiere a él como don José y lo presenta así: «El hombre tiene altos conocimientos relacionados a espirituales, que la verdad es que en estos momentos nos ha ayudado mucho a todos nosotros». Su hija Hettiz, de 31 años dice que «lleva 33 años trabajando en casi todas las minas de Chile y 33 años casado».

Renán Ávalos
29 años.
Es de Valparaiso y llevaba sólo cinco meses como minero

n Llevaba solo cinco meses como minero. Es de Valparaíso, en esa región Renán podía salir a montar cualquiera de los 12 caballos de su padre. Cada vez que le tocaba descanso viajaba a su caso para pasar tiempo con su familia. El padre espera a los dos hijos al pie del yacimiento y se percibe desde lejos que está fuera de su hábitat. No le gusta la aridez del suelo ni el ruido ni el tráfico ni el sabor del agua ni la comida.

Edison F. Peña
34 años. Sin hijos.
«Lo dejó todo en Santiago para venirse conmigo».

n Su novia Angelica Álvarez cuenta que Edison «era muy alegre, de cualquier situación sacaba un chiste. Yo le conseguí trabajo en la mina», dice.
Se puede decir que Edison entró en esa mina por amor. La enomorada es dueña de una pensión en Copiapó. «A él lo enviaron desde Santiago a ejecutar un trabajo. Y lo conocí ahí en mi casa, a finales de 2007. Lo dejó todo en Santiago para venirse conmigo» expresa su novia.

Ariel Ticona
29 años y dos hijos.
«Ariel es así de arisco (tímido). No salió en el primer video».

n Es conductor de maquinaria pesada. No quiso salir en el primer vídeo. Su padre Héctor Ticona, de 57 años, dice que «él es así de arisco». Su esposa Elisabeth Segovia estaba embarazada de una niña cuyo parto estaba previsto para la semana pasada. Ariel Ticona le pidió a su cónyugue en una carta que le pusiera de nombre Esperanza, el mismo nombre del campamento que se ha montado al pie de la mina.

Juan C. Aguilar
49 años y una hija.
«Quería dejar la mina para pasar más tiempo con su hija».

n Su esposa Cristy Coronado cuenta que «Juan Carlos quería dejar la mina para pasar más tiempo con la Carlita, nuestra hija y también porque quería tener otro hijo». Su pareja de 40 años recuerda que en sus 19 años como minero, a su pareja «le tocó sacar a muchos amigos y compañeros aplastados por los planchones». Cristy expresa que uno de los sueños de Juan Carlos es que su próximo hijo sea varón.

Luis Urzúa
54 años y dos hijos.
«El tipo debe tener algo extraordinario».

n Líder de los mineros encerrados. «Le necesito entero», le dice desde arriba el psicólogo. «El tipo debe de tener algo extraordinario», comenta sobre Luis el especialista Alberto Iturra, quien dialoga con frecuencia con los sepultados. «No debe de haber sido fácil mantener el orden ahí abajo durante 17 días cuando había que alimentarse con dos cucharadas de atún cada 48 horas. Urzúa trabaja 31 años como minero. 

Omar Reynagas
56 años y cinco hijos.
«Se ha visto atrapado tres veces bajo el suelo».

n «A él le gustaba trabajar abajo», cuenta Omar, uno de sus cinco hijos.
En sus más de treinta años como minero, Reygadas se ha visto tres veces atrapado bajo el suelo. «Una de ellas fue aquí mismo, en San José», recuerda su primogénito de 34 años. «Pero a él le gustaba trabajar abajo. Decía que un minero siempre tiene que trabajar bajo tierra». Omar y sus hermanos rezan porque su padre vuelva pronto.