Uribe, un abogado de derecha de 59 años de edad, es considerado como el principal aliado de Estados Unidos en América Latina, donde en los últimos años han proliferado los gobiernos de izquierda, varios de los cuales se autodefinen como «antiimperialistas».

Dotado de una fuerte personalidad, Uribe, ex gobernador del departamento de Antioquia, al noroeste, ofreció «autoridad» a los colombianos en su primera campaña presidencial y deja el poder, al cabo de ocho años, con una popularidad de cerca del 80 por ciento.

Ese nivel de aceptación se apoya en la política de «seguridad democrática», de combate frontal ante la guerrilla, que el mandatario ha pedido insistentemente continuar.

Pero los logros que exhibe en materia de seguridad en Colombia contrastan con las dificultades que su gobierno ha enfrentado en las relaciones con sus vecinos, especialmente con los presidentes izquierdistas de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa.

Uno de sus mayores éxitos de Uribe en la lucha contra la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue la muerte de su número dos, Raúl Reyes, en marzo de 2008 en el ataque a un campamento rebelde en territorio ecuatoriano.

Ese hecho se tradujo en la ruptura de relaciones con Ecuador, restituidas en noviembre de 2009 (además la Fiscalía ecuatoriana ha pedido que se inicie el proceso de pedido en extradición de Juan Manuel Santos, el hombre que le sustituye hoy en la presidencia).

Además, desencadenó crecientes tensiones con Venezuela, que llegaron a su punto de máxima tensión hace tres semanas, cuando Chávez rompió las relaciones tras rechazar denuncias del gobierno de Uribe sobre la supuesta presencia en territorio venezolano de unos 1.500 guerrilleros colombianos.

Casado y padre de dos hijos, de contextura menuda, el mandatario se caracterizó por dirigirse a los colombianos sin intermediarios, a través de los «consejos comunales» semanales en provincias, en los que explicaba su política con vocabulario accesible, a menudo vestido con poncho típicamente colombiano.

El gobierno de Uribe ha sido duramente criticado por las violaciones a los derechos humanos atribuidas a su Ejército, acusado de cientos de ejecuciones extrajudiciales, e incluso por los vínculos entre grupos políticos que lo apoyan y milicias paramilitares de ultraderecha, que se disolvieron entre 2003 y 2006 y a las que se acusa de haberse infiltrado en instituciones, entre ellas el Congreso.

Aunque presenta un buen balance en lo económico, con crecimiento sostenido (con picos de entre 6% y 7% anual) e inflación bajo control (2% anual), Uribe deja un saldo negativo en lo social, con 46% de la población bajo la línea de pobreza y 12% de desempleo, uno de los índices más altos de la región.

Uribe traspasará hoy la presidencia a Juan Manuel Santos, un dirigente de derecha que fue su ministro de la Defensa entre 2006 y 2009. Pocos días después de entregar el poder, Uribe comenzará a trabajar en la misión de la UNO que investiga el asalto israelí a una flota que llevaba ayuda humanitaria a Gaza.

El próximo domicilio del ex presidente

Tras dejar el poder, Álvaro Uribe, por seguridad, vivirá junto a su familia en una ciudadela policial del noroeste de
Bogotá en la que tendrá como vecinos a varios generales de la Policía Nacional.

Maduro va a la posesión de Santos

El ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, representará a Venezuela en la toma de posesión del nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, indicó el gobernante venezolano Hugo Chávez.

«Sí va, sí va», dijo al ser consultado sobre ese punto en el acto de recibimiento al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

Sin embargo,  Chávez no informó de cuándo viajará Maduro, pero fuentes de la Fuerza Aérea colombiana dijeron que es esperado hoy en la base de Catam, cerca de Bogotá, donde está llegando la mayoría de los invitados extranjeros a la investidura de Santos, que tendrá lugar este sábado.

Consultada por EFE la Cancillería colombiana rehusó pronunciarse sobre la inesperada decisión del Gobierno venezolano de enviar a Maduro a la investidura pese a haber roto relaciones diplomáticas el 22 de julio.

Antes de la crisis desatada por una denuncia colombiana ante la Organización de Estados Americanos en torno a la presunta presencia de guerrilleros en Venezuela, incluso se había barajado que el mismo Chávez podría asistir a la investidura de Santos.

Antes de la confirmación del viaje de su canciller a Bogotá Chávez no cerró esa posibilidad.