Las dos caras
Hace cinco años, cuando comenzaba el proceso de cambio en Bolívar, y quedaba relegada la ‘gestión Cuéllar’ (en la que el club estuvo a punto de tocar el cielo con las manos cuando fue subcampeón de la Copa Sudamericana) para dar pie a la ‘gestión Loayza’, una promesa de los nuevos mandamases —el empresario Claure, dueño de BAISA SRL., incluido entre ellos— hacía ilusionar a los bolivaristas: pelear por la corona de la Copa Libertadores de América en el quinto año de gestión.
Transcurrido ese tiempo, entre la transición y la primera gestión de cuatro años del directorio a partir de entonces, la realidad es otra y lo más reciente en cuando a esa competencia indica la derrota sufrida en octavos de final contra el Santos la semana pasada, el 8-0 que es la tercera peor goleada sufrida por un equipo boliviano en ese torneo.
Bolívar —en realidad Claure— ha gastado o invertido (ese es un asunto que los propios bolivaristas resolverán) varios millones de dólares en todo este tiempo y sería injusto no reconocer que, de la entidad que era, complicada por sus finanzas nada claras, ha pasado a ser una institución confiable, sostenida, en todo caso, por la billetera de un empresario que decidió apostar por el club de sus amores y al menos ha logrado sacarlo de sus miserias.
En lo deportivo, sin embargo, ha sido poco lo que la Academia ha logrado frente a las aspiraciones propias trazadas como metas, y —al margen de los títulos domésticos— la tan esperada clasificación a una tercera fase copera perdió su encanto por la humillante derrota sufrida en Vila Belmiro.
Mientras Bolívar ha bebido ese trago amargo, más amargo por su pobre campaña en el torneo local —consecuencia de haber priorizado su actuación internacional—, la otra cara de la medalla representa un The Strongest, flamante bicampeón nacional, que con menos gasto-inversión ha logrado un impacto mayor, rompiendo una mala racha que hasta antes del Apertura jugado el año pasado le había perseguido por mucho tiempo.
El Tigre no tuvo la misma suerte que Bolívar en la Copa —aunque su actuación sí puede ser tomada como aceptable— pero ha sabido combinar Libertadores con Liga, y les ha dado a sus seguidores este momento de gloria, como no ocurre en la otra vereda.