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Juego limpio

“Los valores que el deporte conlleva muestran la esencia de un espíritu constante de superación y serán el espejo donde los jóvenes quieran verse reflejados. Amistad, lealtad, honestidad, juego limpio, respeto, solidaridad, modestia en la victoria, serenidad en la derrota, búsqueda de la excelencia, deportividad, superación, igualdad de oportunidades…”, son los valores extraídos de la misma Carta Olímpica.

La pregunta es cuánto de todo lo anterior cumple el olimpismo boliviano, sobre todo en este tiempo de las marcadas rivalidades, donde si existen ganadores es a la mala y a los perdedores, por tanto, les cuesta reconocer su derrota y contraatacan.

El más reciente episodio, ocurrido la semana pasada, marcó de nuevo la división existente en el Comité Olímpico Boliviano (COB), traducida en 15 que votaron en contra frente a diez que no se pronunciaron y, por tanto, se entiende que estaban a favor, durante la Asamblea Ordinaria, en la que los aparentes vencedores se jactaban de haber ‘tumbado por fin’ al presidente, mientras éste prometía que la guerra no había acabado y que sólo había perdido una batalla.

El COB decidió cortar la observada gestión del presidente Édgar Claure y convocar a elecciones para el 5 de octubre, y esa misma noche —sin haber modificado un ápice de la podrida estructura que hay al interior de ese movimiento— los apetitos personales, incluido de quien fue tachado por una mala gestión, comenzaron a manifestarse para que emergieran los primeros candidatos para un Comité Olímpico que no necesita de ellos, sino que le urge rescatar su dignidad y el respeto entre unos y otros.

¿Alguien podría comenzar por el principio? Juego limpio pide la Carta Olímpica y es lo que menos hay en el COB de este tiempo.