El automovilismo tiene otro faraón de las rutas
Pasión tuerca Alí Eid Alí tenía hinchas en todo el país. Su forma de ser y de correr lo convirtió en un piloto muy querido. Hoy le toca entrar al ruedo a uno de sus hijos.
Alí Eid Alí se hacía llamar El faraón de las rutas por su origen egipcio y su participación en las carreras. Por más de 20 años fue uno de los pilotos más carismáticos y queridos del automovilismo boliviano. Un apasionado por las tuercas.
A sus 65 años ya está retirado, pero de vez en cuando el “bichito” de las competencias le vuelve a picar. Hace unos días tenía la ilusión de correr el Gran Premio Nacional, sin embargo lo descartó porque el coche que compró para esa carrera le llegó muy tarde y ya no le da tiempo para prepararlo.
Al mismo tiempo cultiva en uno de sus hijos la pasión que él siente por los coches. Alí Ernesto Albonour Simon —quien el 2 de noviembre cumplirá 20 años— ya debutó en el automovilismo departamental y poco a poco irá avanzando en esta disciplina de riesgo. Así, el apellido Alí seguirá por las rutas del país.
“Alicito (mide un metro con 95 centímetros) me chantajeó de todas formas (sonríe), me dijo que se sentía estresado, que no podía dormir por las noches, que quería correr; ante tanta insistencia le compramos su ‘joyita’ (por su auto). Pero las cosas son claras: corre mientras tenga buenas notas en la universidad y felizmente por ahora está bien en sus estudios. Es alguien a quien le gusta el deporte, el voleibol, el fútbol, pero su pasión por el automovilismo es más fuerte que otras cosas, así que no hay más que apoyarlo, consciente de que es un deporte de mucho riesgo en el que a veces se paga derecho de piso. Él sabe que yo tuve como diez vuelcos en mi carrera”, cuenta Alí papá.
Desde su óptica, su hijo “maneja muy bien. Como se dice en el argot del automovilismo, tiene buena muñeca, calcula bien, es sereno, de manera que por ese lado tengo tranquilidad”.
Hoy le toca a Alí Eid Alí vivir lo que las familias viven cuando uno de sus integrantes se expone a los riegos del automovilismo. “Él pasó por todo eso, desde niño me acompañaba a las carreras, igual que ahora pasa con el más pequeño, Farud, que le acompaña a su hermano. Son dos locos, como su padre, que aman y llevan el automovilismo en la sangre. Creo que el apellido Alí perdurará por mucho tiempo en el automovilismo”.
Alí hijo dice que si le gustan los fierros es por su papá. “Viéndolo en sus ajetreos por tener todo en orden, ultimando los detalles en su coche, planificando su participación y finalmente corriendo. Todo eso lo sentí de cerca y por eso quise ser parte de ese mundo. Sé que es riesgoso, pero también puedo demostrarle que soy responsable. Ya lo comprobó porque me acompañó como navegante en una carrera, ahí le demostré que tengo capacidad. Yo manejo con control, tengo concentración, manejo con la cabeza, no con el corazón. Mi papá fue un gran piloto y yo quiero seguirle los pasos”.
Por ahora es solamente el comienzo. Compite a nivel departamental en la categoría Libre 1.600 c.c. Su navegante es Frankin Quiñajo. Conduce un coche Toyota estándar. Y espera empezar a ganar para después proyectarse en el ámbito nacional.
“Uno siempre sueña y yo sueño con participar de un rally Codasur o estar en el Dakar, por qué no. Si las condiciones se dan, quiero ser la mitad de lo que fue mi papá para el automovilismo. Tener un cuarto lleno de trofeos, de reconocimientos, ver todo eso, que es de mi papá, me llena de lágrimas los ojos porque fueron momentos especiales. Espero poder cumplir esos objetivos, sé que tengo las condiciones y las posibilidades. Es una meta que está marcada en mi vida”.
De padre a hijo hay un solo consejo: “Le dije que no tiene que emocionarse ni apresurarse, que tiene que seguir un proceso, ir grada por grada, ir aprendiendo carrera a carrera. Le dije, en buenas cuentas, que no sea como yo, que me apresuré por llegar rápido y tuve muchos accidentes. Y sé que él es más inteligente”.
Su mamá acepta a regañadientes
Después de su primera carrera, Alí hijo llegó a su casa. En la puerta estaban sus maletas. Su mamá, Marianela Simon, jamás estuvo de acuerdo con que corriera —aún no acepta esa decisión— y su mensaje era ése.
“La verdad que fue muy difícil primero convencer a mi papá, porque mi mamá no está de acuerdo. Efectivamente, cuando corrí mi primera competencia llegué a casa, donde me esperaba ella con mis maletas afuera; sin embargo logramos disuadirla aunque no convencerla, así que la tarea fue con mi padre, a quien le dije que me sentía muy estresado. que se me estaba cayendo incluso el pelo, era real aquello, incluso me llevaron al médico y todo eso quedó confirmado. Quería empezar mi carrera deportiva y felizmente mi mamá entendió, accedió y así empezamos”.
Admite que con su decisión de correr, Alí está haciendo sufrir a su mamá, quien antes ya pasó por lo mismo cuando era papá Alí el que iba a las competencias.
“Mi mamá esta muy triste, no le gusta lo que estoy haciendo y es la parte fea de esta decisión que tomé. Lo entiendo porque es un deporte peligroso, de alto riesgo y sé que para un ser querido es difícil aceptar; sin embargo, también le pido a ella que confíe en mí y en la responsabilidad que estoy asumiendo para encarar todo esto”.
la paz