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Un clásico con triunfador anticipado

Bolívar debe jugarse contra The Strongest su última carta para acceder a Copa Libertadores o Copa Sudamericana en 2013. Los tricampeones, fieles a su garra, no asumirán el partido final del campeonato como un trámite rutinario y buscarán dar la vuelta olímpica, luego de ganarles a los celestes. Estos factores hacen que el cierre del campeonato a producirse en 48 horas aparezca más atractivo y para que no quede una butaca vacía.             

Mucho le costará al ensimismado técnico de Bolívar, Miguel Ángel Portugal, esforzarse por conseguir un comportamiento por lo menos decoroso el domingo, cuando su equipo tenga que jugarse la clasificación a un torneo internacional contra el tricampeón del fútbol boliviano, a sabiendas de que, sin importar el resultado del partido, los atigrados darán la vuelta olímpica en sus propias narices luego de un torneo lamentable para el club Bolívar, en el que convergieron el irregular desempeño de los celestes y los desatinos en materia de declaraciones de un señor que tiene la cabeza puesta en Madrid desde el Twitter, que acusó a algunos periodistas de tergiversarlo y que empujó en muy mal plan a una periodista en la pista atlética del Hernando Siles cuando, luego del bochorno del 2-4 frente a San José, buscaba el túnel para que se lo tragara la tierra, continuando en la línea de no dar la cara y por lo menos de esta manera intentar esbozar una explicación acerca de la que termina como una de las temporadas más olvidables de la Academia en lo que va de historia liguera.

En la acera de enfrente, en cambio, todo es celebración, compañerismo, generosa cobertura mediática y un ánimo puesto en el futuro a la vuelta de la esquina con lo que significan obligaciones simultáneas de jugar torneos domésticos e internacionales. En ese marco, el entrenador atigrado, Eduardo Villegas, ya se ha atrevido a declarar que hay que superar el discreto objetivo de clasificar a la segunda fase —mejor no pasar si lo que a continuación viene es un papelón sin precedentes— y mentalizarse en la búsqueda de un rendimiento que permita pelear las instancias finales y, si es posible, el título, en este caso, de Copa Libertadores de América, total, soñar no cuesta nada.

Bolívar llega a la última fecha del campeonato con más incertidumbres que claridad para acometer lo que viene, pues por estas horas no se sabe si el técnico continuará, si se mantendrá a la mayor parte de la plantilla, si llegarán refuerzos, o qué finalmente hará Marcelo Claure en lo concerniente a definiciones que deberán ayudarlo a marcar el rumbo desde enero, cuando a todos los hinchas académicos ya les ha quedado muy claro que la sede de las decisiones ha dejado de ser La Paz, en tanto lo que manda aquí es una chequera desde Miami. Pues bien, ha transcurrido casi un año desde que el periodista que esto escribe diferenciara a Bolívar como un frío laboratorio desprovisto de ajayu con la mística de The Strongest. En ese contexto de análisis dije en ese momento que Ángel Guillermo Hoyos había organizado muy bien en Bolívar al equipo en todo lo que no tuviera que ver con el campo de juego y que el Tigre podía lo que podía por su impresionante e histórico espíritu de lucha, pero las cosas han cambiado ciertamente debido a que el presidente gualdinegro, Kurt Reintsch, ha actuado de tal manera durante todo 2012 que ha materializado cosas vinculadas a la organización y al criterio empresarial: ha pagado una importante cantidad de deudas heredadas de sus antecesores y parece buscar la superación definitiva de esos viejos compromisos, ha mejorado las instalaciones del Complejo Deportivo de Achumani, ha extremado esfuerzos por retener en la plantilla a su caudillo y capitán, Pablo Daniel Escobar, se ha dado el lujo de subvencionar 4.000 entradas al precio de Bs 5 cada una, para que un pedazo de la hinchada pueda trasladarse hasta Potosí y nutrir las graderías desde donde se alentó al equipo en el partido en el que se obtuvo el título, planea una infraestructura deportiva en la ciudad de El Alto y, por sobre todo, pone su marca distintiva en la gestión dirigencial como para que quien en su momento lo sustituya encuentre la vara muy alta y esté obligado a saltarla, para nunca más retroceder a tiempos de los ineptos, oportunistas y figurones que en lugar de aportarle a la institución se sirvieron de ella.

Todo esto que ya es bastante, remata con un deseo: que Eduardo Villegas, el técnico más ganador de la historia de la Liga del Fútbol Boliviano (cuatro títulos con tres equipos), continúe en el cargo por mucho tiempo más, independientemente de las coyunturas de los resultados, y que esto permita consolidar un primer plantel que comience a pensar en la posibilidad de buscar el tetracampeonato, considerando la indiscutible ventaja que The Strongest les saca a sus 11 rivales en materia de rendimiento, de funcionamiento colectivo y de dosificación de cargas para sus individualidades más relevantes: Escobar, Chumacero, Soliz, Veizaga y Reina.

En este último tramo del año, Bolívar ya ni siquiera destacó por ser un laboratorio en el que se planifica bien en tanto la comodidad de los recursos económicos lo permite, y por fin The Strongest ha dejado de sufrir tanto, partido a partido, para consolidar una propuesta futbolística con rasgos de calidad y aspiraciones de éxito en competencias mayores: lo que dejó Craviotto y fortaleció Soria, lo está afinando Villegas de tal manera que otra vez la altitud de   La Paz podrá convertirse en una aliada para el fútbol boliviano y el intento de pasar a una segunda instancia en la Copa Libertadores no aparezca como una hazaña superlativa, sino, apenas, como el subir un primer peldaño en un recorrido ciertamente pedregoso, si se tiene en cuenta la calidad de futbolistas que siguen produciendo nuestros vecinos con miras a dar el salto hacia las grandes ligas europeas.

The Strongest ha ganado, aunque no gane este domingo y Bolívar ya ha perdido aunque consiga el triunfo, y reafirme supremacía estadística sobre su tradicional rival. Por supuesto que el orgullo atigrado será puesto nuevamente en juego porque ganar un tricampeonato y festejarlo, ganándole en el día de celebración de esa obtención a la Academia, deberá  tener un gusto especial.