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La magia de Ronaldinho está de regreso

Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona, Messi. Los más grandes entre toda la grandeza del fútbol. Los que discutan quién es el mejor de todos ellos entran en el banal juego mediático de las comparaciones simplistas y apresuradas, y en ese contexto donde el talento y los logros de estos han encandilado al mundo, no conozco otro futbolista como Ronaldinho Gaúcho que ha hecho de la elegancia para desplazarse en el campo y manejar a placer el balón una marca incomparable.

Dinho es el jugador más estilizado que haya podido ver y luego de su deprimente bajón de 2008, su salida del AC Milan y no convocatoria a la selección de Brasil, se puso la rojinegra del Flamengo para progresiva y pacientemente recuperar su condición y talante, objetivo conseguido a partir de junio del año pasado cuando fichó para el Atlético Mineiro.

Nada parece casual en la vida del 10 del equipo de Belo Horizonte: Tenía que nacer en una ciudad llamada Porto Alegre y honrar su nombre todos los días con ese espíritu festivo que lo hace una especie de bailarín clásico en el campo gracias a su natural condición para hacer de la pelota un artefacto de ilusionismo por la forma en que la lleva, la entrega o dispara al arco, en suma, por el conocimiento y maximización de una técnica depurada,  cosa que pudimos disfrutar con creces, cuando compartió el frente de ataque con Lionel Messi en el Barcelona de Frank Reikjaard (2006-2007) haciendo de las suyas con las defensas y las porterías adversarias, antesala, precisamente, a la llegada de Pep Guardiola al banco del Camp Nou.

Cuando la Verde Amarilla obtuvo la Copa del Mundo Japón/Corea 2002 este gaúcho del sur brasileño celebraba en el comedor de la concentración encabezando la batucada, armado de un tambor, y danzando como danza en la cancha, lo que me confirmó la ventaja comparativa de los brasileños para jugar al fútbol y que repito cada que la ocasión es propicia: Juegan con el ritmo musical incorporado que les nace de las entrañas y es por eso que tienen la ductilidad para eso que se  llama repentización, aquello que no está en los papeles y termina siendo definitivo para imponer superioridad y ganar partidos, tal como sucedió contra The Strongest  la semana pasada.

Atlético, armonioso en sus movimientos, sagaz y dueño de una mirada periférica nutrida por la experiencia que le sirve para sacar de la chistera pases perfectos y letales que desafían la ley de la gravedad, Ronaldinho Gaúcho tiene además, por si no fuera bastante ya con lo que nos ofrece por calidad y talento, una simpatía certificada por una amplia sonrisa y una forma de desenvolverse muy distante de las exhibidas por varios de los jugadores top que actúan en la élite de los clubes europeos y que como bien diría Xabier Azkargorta están enfermos de importancia, la peor enfermedad del tiempo presente, si se considera que no tiene cura aquello que se incuba en la tecnologizada feria de las vanidades.

El Gremio, el Paris Saint Germain, el Barcelona, el AC Milán y ahora de regreso a casa, cercano a cumplir los 33 años (21 de marzo), éste que vive sonriéndole a la vida y saturado de fiestas, asunto explicable por su identidad  afrobrasileña, y en una coyuntura en que los clubes brasileños meten toda la carne en el asador, invirtiendo en repatriaciones y en contrataciones impensadas para el medio sudamericano.

Miguelina es el nombre de su madre que aquejada por un cáncer felizmente superado, puso a Ronaldinho en la situación de concluir su carrera porque su prioridad era cuidarla, pero ahora todo es felicidad porque además de la curación, ha sucedido que Luis Felipe Scolari lo ha convocado para vestir nuevamente la camiseta del Scratch. Gran futbolista y grandísima persona, dos cualidades no siempre coincidentes, Ronaldinho Gaúcho estará jugando el miércoles 13 por la Copa Libertadores de América en el estadio Hernando Siles.

Conoce el campo de juego al milímetro

Eduardo Villegas hizo un inteligente planteamiento muy bien ejecutado por sus jugadores que en el primer tramo del partido contra el Atlético Mineiro le complicaba las cosas a Ronaldinho que se movía por derecha en las cercanías del área grande. Como la marcación atigrada estaba rindiendo frutos y los locales terminaban chocando, el 10 retrocedió para recostarse hacia la izquierda del círculo central, lugar desde el que se dedicó a meter pelotas perfectas para abrir juego por las bandas o para buscar por adentro la verticalidad de los delanteros.

Técnicamente perfecto e imponiendo elegancia para darle movimiento y buen compás a los ataques del Galao da Massa  como le dicen al equipo albinegro, fue así que produjo las jugadas que le permitieron ganar el partido, sin contar las varias otras en las que el parante, Veizaga y el arquero Vaca lo evitaron. El Atlético Mineiro es el equipo que mejor fútbol ha mostrado hasta ahora en el grupo 3 de la Copa Libertadores.