Icono del sitio La Razón

El ‘Tanque’ del fútbol boliviano

Las primeras imágenes televisivas de mi infancia tienen como protagonista y héroe a Juan Américo Díaz, el Tanque, cuando en 1969 se inauguraba la televisión pública en blanco y negro y la selección boliviana se enfrentaba a Argentina por eliminatorias para clasificar a México 70. Lo recuerdo como si estuviera sucediendo ahora mismo, el 10 de Mariscal Santa Cruz  —que luego se convertiría en el 9 atigrado— abría el marcador para concretar en los noventa minutos ese memorable e incuestionable 3-1 contra Argentina en el viejo y original Hernando Siles con diseño de fachada alusivo a la cultura tiahuanacota.

El Tanque llegó a Mariscal Santa Cruz, el equipo de las Fuerzas Armadas y compartió el frente de ataque con Remberto  “Chembo” Gonzales (9, centrodelantero) y Juan “Gitano” Farías (11, puntero izquierdo) lo mismo en su equipo que en esa selección dirigida por Freddy Valda y que además contaba en sus filas con José Issa, David Maldonado, Hernán Cayo, Guery Ágreda, Jesús Herbas, Raúl Álvarez, Ramiro Blacut y René Rada.

Fue la época del “Chumpitaz negro bandido”, marcador de punta y capitán de la selección peruana que con un autogol de su autoría en La Paz y otro del Tanque se sellaría la segunda victoria boliviana (2-1), resultado que no le alcanzaría al equipo Verde para clasificar a la Copa del Mundo que más tarde sería ganada por el gran Brasil de Pelé, Gerson, Tostao, Jairzinho y Rivelinho.

Otros tiempos, otro fútbol, se jugaba 4-2-4 y en 1970 luego de acaecida la tragedia de Viloco, el Tanque, goleador incuestionable de la época, fue transferido a filas del The Strongest renacido en el que compartió tareas de ofensiva y definición con Mario Pariente, ese 10 cochabambino con el que armaron una memorable dupla que no se cansaba de generar ataques a través de ese recurso que se llamaba pared, con el concurso por las puntas derecha de Luis Fernando Bastida e izquierda de Nilton Pinto y en el medio sector, el capitán Rolando Vargas que junto a Víctor Hugo Romero hacían de bisagra entre defensa y ataque.

Con el Tigre del 70-71, Juan Américo Díaz se consagró como goleador en los torneos de la Asociación de Fútbol de La Paz (AFLP) y en el Simón Bolívar que era disputado por el campeón y subcampeón de cada departamento (entonces no tenían representación Pando, Beni y Tarija), con un torneo local en el que los grandes, The Strongest y Bolívar, marchaban siempre secundados o superados por equipos tan competitivos como Municipal, 31 de Octubre, Chaco Petrolero, el mismo Mariscal Santa Cruz, Ferroviario, Litoral y Always Ready.

En ese contexto, el Tanque se caracterizó por los movimientos algo lentos, pero favorecidos por su contextura física, su entereza para aguantar con el balón y su olfato para encontrar el resquicio necesario con la mira puesta en la puntada final que me permite decir hoy, cuarenta y cuatro años después de ese partidazo contra Argentina, que fue con él que conocí la incomparable explosión que significa festejar un gol en el que manda esa efímera felicidad con duración de segundos.

Pasada la euforia atigrada de principios de los 70, Díaz se enroló en filas de Always Ready, equipo en el que cerró la parte más productiva y reconocida de su carrera futbolística, para más tarde convertirse en entrenador de ese mismo equipo al que dirigió en la recta final de su protagonismo.

Hombre sereno y de una humildad que no admite dudas, falleció a los 68 años, del que en la última década supimos de algunas dificultades de salud, tiempo en el que jamás reclamó nada para sí, y más bien prefirió refugiarse en el anonimato familiar. El Tanque Díaz es uno de esos argentinos naturalizados bolivianos que le aportó muchísimo al fútbol boliviano y que tuvo compañeros excepcionales como Raúl Álvarez que vistió las camisetas de Universitario de La Paz y Juan “Gitano” Farías que luego de jugar en Mariscal Santa Cruz, lo hizo también en Municipal y The Strongest.

Llevo en el corazón como uno de mis mejores recuerdos de infancia a este goleador innato, como al primer centrodelantero, como se les llamaba entonces, que nos convenció de que frente al arco rival no había que achicarse jamás, convicción que le permitió convertirse en un destacadísimo anotador de la década de los 70 y que lamentablemente ha partido de este mundo para dejarnos, eso sí, un recuerdo agradecido como tiene que ser con todos los futbolistas que tienen como valores fundamentales la lealtad y la consecuencia.

Bolivia pudo haber clasificado a México 70

El nombre del árbitro uruguayo Armando Peña Rocha todavía resuena en las cabezas de los memoriosos, como autor de un penal que jamás fue cometido y con el que Argentina le ganaría a Bolivia por la mínima diferencia en el partido de vuelta jugado en Buenos Aires en la eliminatoria del 69.

De haber concluido 0-0 ese partido en el que fue Albretch —jugador de San Lorenzo de Almagro— el que decretaría la apertura del que sería marcador final, para esa recordada selección en la que destacó Juan Américo Díaz, las posibilidades de clasificar para el mundial mexicano hubieran sido amplias.
Fue en ese tiempo que se puso en evidencia que en el fútbol no hay fronteras, y que el concurso de importantes futbolistas naturalizados, identificados y comprometidos con la camiseta verde de nuestra selección, quedaba fuera de toda sospecha.