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Escasez de éxitos

Los triunfos del equipo Bolivia en la Copa Davis de tenis y la consagración del piloto de motociclismo Juan Carlos Salvatierra como campeón mundial de cross country en su categoría (más de 450 cc), tras ocupar el séptimo lugar en Argentina, forman parte de escasos resultados deportivos en un país acostumbrado a las derrotas.

No hay que olvidarse de que la situación de Bolivia en el deporte es precaria y crítica, provocada por la falta de apoyo a los deportistas, lo que se supera en contadas excepciones —como las presentes— a través de esfuerzos individuales o de equipos con recursos propios.

La falta de una política estatal para la práctica masiva en la mayoría de las disciplinas, o en todas, es notoria y eso no ha cambiado durante años de años. Son inexistentes los planes de infraestructura deportiva adecuada, ni qué decir de escuelas especializadas.

El deporte boliviano, si de victorias se trata, es el privilegio de algunos, aquellos que con esfuerzo propio, de sus familias, de las entidades deportivas a las que representan, salen excepcionalmente adelante.

En Bolivia hace falta dar un giro total: que la actividad física, la recreación y la práctica masiva sea un verdadero derecho del ciudadano, por supuesto mediante movimientos de apoyo para poder obtener, en el futuro, resultados satisfactorios a nivel internacional, esos que hoy en día se cuentan con los dedos de una sola mano.

Uno de los principales problemas a resolver es esa falta de conciencia sobre la importancia del deporte, por eso es necesario crear una institución que se aboque —con recursos propios provenientes de políticas deportivas ciertas— al trabajo de formación, de acompañamiento en el crecimiento, de dotación de entrenadores y, por supuesto, de infraestructura, entre tantas otras necesidades.

Es bueno recalcar que los éxitos de los chicos del tenis y de Salvatierra en motos forman parte de un trabajo propio al que le ha faltado —aunque no lo ha echado de menos— ese apoyo del que tanto se habla pero que nunca llega.