El Barcelona ha atravesado el túnel del tiempo futbolístico recuperando el título de la Liga española que en la anterior temporada le había arrebatado ese Real Madrid que ha encallado al mando de un capitán de barco que ya abandonó para volver al más manejable espacio que le permite Román Abramóvich en el Chelsea. En efecto, el calendario FIFA dice que medio año es fin de temporada y principio de una nueva, y en ese contexto, Tito Vilanova, aquejado por un cáncer en la glándula carótida, ha podido superar la enfermedad y se ha dado modos para monitorerar a los culés desde Nueva York con serenidad y sapiencia dibujando la reinvención del Barcelona, que ahora se apresta a recibir el tamboreo, la prestidigitación y los disparos de Neymar que en la Copa Confederaciones marcó territorio como preámbulo a Brasil 2014.
El Barça y Messi han hecho de las suyas batiendo récords cada fin de semana, mientras el Madrid, Cristiano Ronaldo y el capitán Mourinho tiraban puertas en el vestuario principal del Santiago Bernabéu, hasta que apareció el Borussia Dortmund que ya en la fase preliminar de la Champions League se perfilaba como protagonista gracias a un fútbol muy físico, intenso y tremendamente vistoso por lo ofensivo, con un entrenador, Jürgen Klopp, que hace de la ironía el indicio inteligente de quien sabe reírse de sí mismo.
Apantallados por los monstruos del fútbol ibérico, más la campaña casi sin fisuras del Manchester United que volvió a ganar la Premier inglesa para despedir con trompetas a Alex Ferguson, que se marchó luego de 25 años de una trayectoria inigualable, el Bayern de Múnich, en línea paralela a los aurinegros del Dortmund, volvía a amenazar con hacer saltar las alarmas de quienes hasta ese momento iban estupendos e insuperables a buscar el podio. Los dos mejores equipos de la Bundesliga fueron dejando rivales en el camino y sellaron sus incuestionables recorridos aplastando al mismísimo Barça y al Real Madrid para señalarnos el nuevo camino: España tendría que reinventarse si no quiere que esta vez, finalmente, los teutones consigan, con esa persistencia que es una de sus fundamentales cualidades en el fútbol, destronar a la última campeona del mundo que ha empezado a caer lentamente, primero con sus principales equipos y hace una semana en este otro lado del mundo donde Brasil volvió a decir presente y a completar el podio del favoritismo para 2014.
Impresionante por la vertiginosidad y la precisión a mil por hora con la que los alemanes se instalaron en la final de Champions, Luiz Felipe Scolari llegaba para sustituir a Mano Menezes al mando de la selección brasileña comenzando rengo hasta que llegó a Santa Cruz de la Sierra para ganarle a nuestra selección(4-0), acto seguido visitar a Francia para doblegarla en su propia casa y a partir de ese momento emprender la indetenible carrera que le ha permitido ganar hace ocho días su cuarta Copa Confederaciones con un planteamiento sustentado en una muy cuidadosa planificación táctica perfectamente complementada por el plus que significa tener a Neymar y a Fred, que en el último tramo de su carrera con la camiseta del Fluminense se convirtió en el compañero de fórmula para sacudir las mallas de los adversarios de turno, incluído España que desvencijado en el templo del Maracaná y opacado por la verde amarilla acabó sometido con un rotundo 0-3 que pone al scratch como al segundo gran protagonista de lo que será esa Copa del Mundo a jugarse en canchas brasileñas, con la esperanza de la superación de esa indignante crisis social provocada por los megaproyectos entre los que se incluyen construcciones y remodelaciones de lujosos estadios a los que seguramente no podrán acudir los habitantes de las favelas.
Alemania con sus grandes clubes, base de su equipo nacional, y Brasil con su recuperada selección están marcando las principales pautas de lo que podría ser un Mundial en la tierra más futbolera del planeta.
Julio Peñaloza Bretel es periodista y asesor de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF).
Cruyff dice que Messi y Neymar no van juntos
Los opinadores catalanes han triturado en los últimos días al gran hacedor del Barcelona moderno, Johann Cruyff, quien manifestó que con la llegada de Neymar (foto), él pensaría en vender a Messi porque considera que juntos no funcionarán.
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Las críticas arreciaron en sentido de que el gran capitán de la selección holandesa de Alemania 74 necesita protagonismo y por eso se lanza a decir disparates de este calibre porque su tiempo ya pasó, y el equipo blaugrana inauguró una nueva era con Pep Guardiola que está continuando con sus matices Tito Vilanova.
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Lo cierto es que para la temporada 2013-2014, que está a punto de comenzar, si hay un misterio a desvelar es cuánto podrán hacer juntos el argentino y el brasileño recién llegado, al que se ha recibido con una expectación concordante con su calidad futbolística.