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Chumacero salta al futuro

En los años 80, Erwin Romero y Miguel Aguilar, figuras de Oriente Petrolero y de la Selección boliviana, fueron contratados por los equipos de primera división argentina, Quilmes y Ferrocarril Oeste. Tenía referencias de que los únicos futbolistas bolivianos que hasta entonces habían salido a jugar fuera entre los años 60 y 70, fueron Víctor Agustín Ugarte a la Argentina, Wilfredo Camacho a Colombia y Ramiro Blacut que militó nada menos que en el Bayern de Múnich alemán.

Una década después, con el boom producido desde las escuelas Enrique Happ de Cochabamba y Tahuichi Aguilera de Santa Cruz, más lo poco que producían las divisiones juveniles de los clubes, como nunca antes, más de una decena de futbolistas bolivianos salieron a jugar a distintos países e importantes equipos, de los cuales destacaron por orden de permanencia más allá de nuestras fronteras, Juan Manuel Peña, Erwin Sánchez, Marco Etcheverry, Julio César Baldivieso y Milton Melgar.

Las cosas comenzaron a cambiar con la entrada al siglo XXI porque esa notable generación debió dar paso a una nueva, pero lamentablemente con la ostensible baja de intensidad en el trabajo de la Tahuichi, la desaparición de Happ y las incipientes economías de los clubes llamados profesionales, la renovación fue una asignatura en la que el fútbol boliviano se aplazó en el último tiempo si miramos las performances de nuestros equipos y de la propia Selección que luego del subcampeonato obtenido en la Copa América jugada en nuestro país (1997) y el mismo segundo lugar conseguido por Bolívar en la Copa Sudamericana (2004), los valores empezaron a escasear y los resultados negativos volvieron a ser moneda corriente.

El futbolista boliviano más destacado en la esfera internacional de la actualidad es Marcelo Martins, hoy en el Flamengo de Río de Janeiro, quien construyó su carrera fuera de nuestro país, por lo que no debiera ser considerado un producto futbolístico boliviano como sí lo es Alejandro Chumacero, recientemente contratado por el Sport Recife de la segunda división del fútbol brasileño, luego de formarse y consolidarse en The Strongest desde la infancia hasta la obtención de un tricampeonato con la camiseta atigrada.

De los tiempos en los que Erwin Romero se constituyó en el mejor futbolista de Bolivia con gran ventaja, jugando para los equipos más ganadores del fútbol boliviano, en Quilmes de Buenos Aires y con la frustrada posibilidad de saltar al Barcelona de España, las cosas han cambiado radicalmente con el fútbol y los futbolistas del siglo XXI que ya poco tienen que ver con esos tiempos en los que circulaba mucho menos dinero y las diferencias financieras de los grandes clubes del primer mundo con el resto no eran ni por asomo lo que son en la actualidad, tiempo en que hablar de transferencias de 40 a 70 millones de dólares por un fichaje ya no sorprende a nadie.

El club The Strongest tenía pensado fortalecer lo más posible la acumulación de kilometraje y experiencia de Chumacero, pero el ofrecimiento del Once Caldas colombiano y este equipo brasileño que cerró hace dos semanas su incorporación, aceleraron la salida del futbolista boliviano con mayor capacidad de despliegue físico del último tiempo, tal como lo demostró con su aporte en el equipo atigrado y en la Selección nacional.  En tiempos en que el fútbol pasa cada vez más por la resistencia y la velocidad, el volante tiene un ida y vuelta producto de sus condiciones naturales y de su persistencia en el trabajo, soportes indispensables bien redondeados por su calidad técnica en la recuperación, en la creación y tantas veces en la definición.

En esta medida, el equipo de Achumani ha perdido una de sus piezas fundamentales, pero Alejandro ha podido dar ese gran salto que le abre las puertas hacia otras latitudes, ya que como él mismo se ha encargado de insinuar, el Sport Recife sería un peldaño de transición para luego buscar la posibilidad de buscar horizontes más amplios y expectables.
Julio Peñaloza Bretel es periodista y asesor de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF).

La clave está en las juveniles de los clubes

Para mejorar nuestro fútbol y recuperar capacidad de competencia internacional, la clave está en lo que hace Óscar Villegas (foto) con Bolívar o lo que ha logrado The Strongest con Alejandro Chumacero.

El problema es que las realidades económicas de los clubes son muy disímiles por lo que no todos se encuentran en condiciones de estructurar instituciones como sucede en realidades futbolísticas  robustas, con la conformación de divisiones desde la sub-7 hasta la sub-18.

Si nada más discutiéramos cómo superar este déficit, estaríamos empezando a cambiar a partir de la búsqueda de soluciones concretas y efectivas, atacando el núcleo de nuestras falencias, para que en un futuro no muy lejano a los equipos de la Liga ni se les pase por la cabeza la contratación de jugadores extranjeros de cuarenta años.