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El fútbol silencioso de Sergio Busquets

Un tardío pero merecido homenaje periodístico ha recibido Sergio Busquets que abriera el marcador con un cabezazo frente al Milan (3-1) en el último partido del Barcelona por la Champions League. Se trata nada menos que del mejor volante central, volante múltiple o como se le quiera llamar, de la actualidad futbolística de élite y que por sus características de juego lo que menos sabe y hace es convertir goles.

Nos deshicimos por años en alabanzas para la Santísima Trinidad conformada por Messi, Xavi e Iniesta, pero casi nada dijimos de este que se ha convertido en el jugador más regular de Europa, ese que no brilla en los partidos, que no ejecuta movimientos para las cámaras de televisión y los teleobjetivos, y al que, para su felicidad, los medios farandulescos no le andan urgueteando la vida privada.

Contiene en el medio, se desplaza hacia los laterales para ayudar a Danny Alves y a Jordi Alba/Adriano, retrocede para solidarizarse con Piquet y Mascherano e inicia las jugadas de posesión entregando la pelota a sus compañeros de medio terreno y a veces se atreve a enviar balones largos entre líneas, simplificando la elaboración.

Sin Busquets, probablemente, los héroes de las tapas de los diarios, las infinitas imágenes de goles entre heroicos y asombrosos, y otras delicias del buen juego del Barcelona de Guardiola, es muy posible que no habrían sido tan sencillas, si el nacimiento de las jugadas o los circuitos a cortar de los rivales, no contaran con este impresionante jugador que es un monumento a la sencillez y a la discreción.

El manual de la táctica dice que un equipo se arma de atrás para adelante, pero Busquets en el Barça, Xabi Alonso y Sami Khedira en el Real Madrid, Miquel Arteta y Aaron Ramsey en el Arsenal, o Javier Mascherano y Fernando Gago en la selección argentina, y los mismísimos Busquets y Alonso en la selección española, nos han demostrado con creces que los grandes equipos se arman en simultáneo de la mitad para atrás y de la mitad para adelante y si así se consigue consistencia es que tenemos lo que se dice equipos equilibrados y sólidos en todas sus líneas.

Son estos futbolistas silenciosos, de los cuales Busquets se ha consagrado en el último tiempo como paradigma, los que hacen posibles las transiciones de la recuperación del balón a la gestación de la iniciativa y así se comprenderá que si hay solidez en el o los volantes centrales, las cosas se facilitarán para que Mesut Özil en el Arsenal o Angel di María en el Real Madrid brillen con su creatividad para abrir los caminos del gol o anotar ellos mismos. Ni qué decir de Andrés Iniesta en el Barcelona, el volante creativo más cerebral de los últimos tiempos.

Así que los CR7, Messi, Ibrahimovic y otros grandes definidores podrían hacer mucho menos si el fútbol no comenzara con los volantes que quitan y pasan con una velocidad mental tan extraordinaria que terminan sentenciados casi al ninguneo, porque las flores se las llevan los que trasladan, los que gambetean, los que triangulan a mil por hora, los que ejecutan los pases gol y finalmente los que convierten.

En esta línea de acción, Carlo Ancelotti está celebrando el regreso de Xabi Alonso que amenaza con engranar sin dificultades las tareas de recuperar y entregar junto al alemán Sami Khedira y el croata Luka Modric, lo que facilitará un mortífero medio campo para que Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Gareth Bale, cuando encuentre su mejor forma, no tengan otra cosa que simplificar los movimientos para convertir, tal como dicta la herencia táctica dejada por José Mourinho, amante de los equipos verticales, rápidos, que no se detienen con preciosidades propias de tejedores del fútbol que corresponden a otras identidades de juego.

Tácticamente entonces, el jugador clave en cualquier equipo que aspire a competir de verdad, tanto mejor si tiene volantes centrales de esta categoría, y para último ejemplo nada más imaginemos lo que pueden hacer juntos en el último campeón del mundo, Busquets, Alonso, Xavi Hernández e Iniesta. Es en la llamada zona 2 del campo donde se dilucidan las opciones de un equipo: Sólidos para recuperar la pelota, rápidos y creativos para generar movimientos en ofensiva. Y para ello, nada de las genialidades de los ídolos de todos los tiempos podrían llegar a buen puerto sin futbolistas con la lucidez conceptual de Sergio Busquets.

Julio Peñaloza Bretel es periodista y asesor de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF)

¿Volante insustituible?

Gerardo Martino, el entrenador argentino del Barcelona español, ha introducido el plan de las rotaciones para romper discreta y sutilmente la llamada messidependencia. Ha aprovechado con gran inteligencia las lesiones de Lionel Messi —a quien en el mundo futbolístico se le conoce también como la Pulga, por su tamaño— y ha ensayado variantes que tienen otra vez al mejor conjunto español de todos los tiempos en el primer lugar de la tabla de la liga, con varios partidos sin el astro, portador de la camiseta número 10, que nació en Rosario —la misma ciudad de Martino—.

El equipo no brilla como ocurría hace un par de años, cuando el técnico era Pep Guardiola, pero su solidez y sistema de juego están fuera de duda. En ese plan de meter-sacar jugadores, justamente por su perfil, ha mantenido a Sergio Busquets en casi todas las alineaciones porque los Neymar, Alexis, Iniesta, Pedro e incluso Xavi pueden quedar alguna vez afuera sin resentir la forma de jugar de los blaugranas, pero sin Busquets las cosas se harían más complicadas para la línea de fondo y para el portero Victor Valdés.