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Entre huelgas y protestas, Brasil enciende los motores a 24 horas del Mundial

La mayor fiesta del fútbol mundial comienza en 24 horas en Brasil, el país que convirtió el fútbol en arte, marcada por atrasos crónicos, amenazas de huelgas y protestas por su exorbitante factura.

La fiebre mundialista sube finalmente en Sao Paulo, donde este jueves se inaugurará el Mundial en el flamante estadio Arena Corinthians: en busca del récord de su sexta estrella, Brasil enfrentará a las 17H00 (20H00 GMT) a Croacia en el primero de los 64 partidos del torneo, ante 61.600 hinchas y 11 jefes de Estado y de Gobierno.

Las tradicionales decoraciones ‘verdeamarelas’ han tardado en aparecer por el descontento que ha generado la factura de 11.000 millones de dólares para acoger la Copa, pero ya hay más comercios, calles, ventanas y vehículos engalanados con los colores de la bandera de Brasil.

No obstante, amenazas de huelgas y protestas arrojan sombra sobre el torneo. Manifestaciones contra los millonarios gastos en la Copa han sido convocadas en todas las ciudades mundialistas durante la Copa, muchas de ellas este jueves.

A 24 horas del puntapié inicial, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, advirtió que el gobierno no tendrá «la menor contemplación con quien crea que puede cometer actos de vandalismo o impedir el derecho de la mayoría de disfrutar la Copa del Mundo».

Tras cinco días de una huelga que fue suspendida el lunes y afectó a millones de personas, los trabajadores del metro de Sao Paulo -esencial para llegar al estadio mundialista- deben decidir este miércoles si entran nuevamente en huelga el día de la apertura del Mundial.

Los empleados de autobuses de Natal (noreste), el único transporte público de esta ciudad mundialista, anunciaron asimismo que entrarán en huelga a partir de la medianoche en reclamo de mejoras salariales.

Las huelgas y protestas callejeras convocadas reviven el fantasma de la histórica revuelta social de junio de 2013, durante la Copa Confederaciones.

Las autoridades desconocen el tenor e intensidad que tendrán las manifestaciones, pero desplegarán desde el jueves 157.000 policías y militares hasta el día de la final, el 13 de julio en el mítico Maracaná de Rio.

En tanto, la FIFA cierra en Sao Paulo este miércoles su congreso anual, marcado por llamadas de dirigentes del fútbol europeo a su presidente Joseph Blatter para que no se presente a un quinto mandato a partir de 2015. Y hay polémicas discusiones sobre las denuncias de corrupción en torno a la atribución del Mundial-2022 a Catar.

«Un partido sudado y sufrido»

Hace siete años Brasil ganó el derecho a albergar su segunda copa en casa determinado a mostrar al mundo su poderío emergente, y de paso exorcizar el fantasma del ‘Maracanazo’ de 1950, cuando Uruguay contra todo pronóstico le derrotó 2-1 en la final.

Pero la carrera hacia la Copa ha sido empinada. Una lluvia de críticas cae desde hace meses sobre el gobierno de Rousseff por innumerables atrasos en las obras y el exorbitante gasto público en el Mundial en vez de en salud, transporte o educación.

A esto se han sumado los desencuentros constantes con la FIFA. Su secretario general Jerome Valcke confesó que ha sido «un infierno» organizar la Copa en Brasil, célebre por su desbordante alegría y ánimo fiestero pero también por su informalidad.

Sin embargo, Rousseff aseguró que Brasil «venció los principales obstáculos y está preparada para la Copa este jueves dentro y fuera del campo», en un mensaje de radio y televisión transmitido en la noche del martes.

Rousseff comparó la preparación de la Copa a un partido «sudado y muchas veces sufrido», pero aseguró que el resultado vale la pena.

«Brasil, como el Cristo Redentor, está de brazos abiertos para acogerles a todos ustedes», dijo la mandataria, dirigiéndose a los 600.000 turistas esperados para la Copa.

El Arena Corinthians era uno de los seis estadios que debía ser entregado a la FIFA el 31 de diciembre pasado.

Pero a pocos días del torneo los obreros de este estadio aún verificaban la solidez de las vigas bajo las tribunas e instalaban cables, constató un periodista de la AFP.

Otros cuatro estadios -Natal, Curitiba, Cuiabá y Porto Alegre- dan también los toques finales a las obras.

Pero más allá de huelgas y protestas contra el gobierno brasileño o la FIFA, la mayoría de los brasileños y 1.000 millones de televidentes en todo el mundo se frotan las manos ante la perspectiva de un mes con el mejor fútbol del planeta.