Mundial-2014: Fuegos artificiales tras los gases lacrimógenos en Brasil
Las protestas contra el Mundial de esta mañana, algunas de las cuales terminaron en violencia y fueron dispersadas en Sao Paulo por la policía con gases lacrimógenos y balas de goma, parecen ahora distantes, aunque algunos se preguntan cuánto durará la euforia.
Gases lacrimógenos en las protestas de la mañana, fuegos artificiales en la noche para celebrar el triunfo de Brasil en el arranque del Mundial-2014: tras meses de apatía, la fiebre ‘verdeamarela’ se apoderó finalmente de millones de brasileños en todo el inmenso país.
Las explosiones de fuegos artificiales resuenan en la megaurbe de Sao Paulo y en los morros y playas de Rio de Janeiro para celebrar el doblete de Neymar y el remate de Oscar contra Croacia (3-1), mientras los hinchas vestidos de pies a cabeza con los colores de la bandera de Brasil se abrazan y saltan de felicidad.
Las protestas contra el Mundial de esta mañana, algunas de las cuales terminaron en violencia y fueron dispersadas en Sao Paulo por la policía con gases lacrimógenos y balas de goma, parecen ahora distantes, aunque algunos se preguntan cuánto durará la euforia.
«Esta alegría va a contaminar a todos los brasileños», opina en Sao Paulo Jonathan de Jesus Silva, un estudiante de 21 años. «La alegría ayudará a tener un mejor clima», confía.
Unas 40.000 personas asistieron a la ‘fan fest’ de la FIFA en Sao Paulo, donde miraron el partido en pantallas gigantes.
Las principales ciudades del país se paralizaron completamente durante el juego. Las calles estaban prácticamente vacías, a excepción de las terrazas de los bares y restaurantes con grandes televisiones.
«Se acabaron las manifestaciones, decían que no iba a haber Copa, ahora tenemos Copa. No me van a quitar ese placer, vamos a buscar el hexacampeonato», dice a la AFP en Brasilia Joao Oliveira, un empleado bancario de 36 años, que miró el partido en un abarrotado bar.
– Manifestantes antiMundial en Copacabana
En la turística playa de Copacabana, unos 10.000 hinchas de todo el mundo miraron el partido en la ‘fan fest’ donde fue instalada una pantalla gigante.
Unos 150 manifestantes antiCopa se acercaron hasta el lugar, protestando por el gasto público de 11.000 millones de dólares en la Copa y pidiendo a gritos más inversiones en salud y educación. Una manifestante se sacó la camisa y pintó en su torso desnudo un insulto contra la FIFA.
Los hinchas sacaban fotos de los manifestantes con sus teléfonos celulares, mientras tomaban una caipirinha tras otra.
Horas antes, en la mañana, la policía de Sao Paulo lanzó gases, balas de goma y ensordecedoras bombas de ruido para dispersar a decenas de manifestantes que rechazan el alto gasto público en la Copa.
Cerca de allí, más manifestantes comenzaron a destrozar comercios, semáforos y carteles callejeros. Lanzaron botellas y piedras con la policía, que volvió a lanzar más de una decena de bombas de gas y balas de goma.
Hubo varios detenidos y heridos, entre ellos cinco periodistas.
«Nuestra estrategia nunca fue acabar con la Copa. Lo que indigna son los gastos que el país hizo para la Copa», dijo Luiz Gustavo, de 19 años, que protestó en Sao Paulo enteramente vestido de negro.
También durante la mañana unas 600 personas marcharon en Rio por el centro de la ciudad al grito de «íFIFA go home!», hasta que la policía les lanzó gas pimienta y detuvo a varios.
En Belo Horizonte, otra sede mundialista, unos 200 manifestantes destrozaron bancos y comercios y dieron vuelta a un coche. La policía detuvo a al menos cuatro personas y un periodista fue herido.
Pero al acercarse el primer juego del Mundial las calles empezaron a guardar un respetuoso silencio. Los ‘dioses’ están en el campo. Y si hay una religión más fuerte que la católica en Brasil, es la del fútbol.
La fiebre futbolera puede dar una tregua a la presidenta Dilma Rousseff, que se juega la reelección en octubre, sobre todo si la Seleçao levanta el trofeo en el Maracaná el 13 de julio.
Pero muchos brasileños no esconden su descontento por los atrasos, sobrecostos y promesas de mejoras en el transporte incumplidas para la Copa, y miles de hinchas la insultaron al verla en el estadio mundialista de Sao Paulo, vestida con un blazer ‘verde Brasil’.