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Un triunfo bien a lo uruguayo

Los dos se jugaban demasiado y esa circunstancia se advirtió de principio a fin en el partido.

La lucha establecida en la mitad de la cancha marcó la tónica y el afán celeste de presionar arriba, buscando el error del equipo inglés, cobró particular gravitación.

Como acápite aparte, la productividad de Luis Suárez, estandarte al que tanto se lo extrañó frente a Costa Rica, y que ayer, en San Pablo, anotó por doble partida, con toda la significación de semejante cosecha.

Uruguay no le hizo el quite –fiel a su rica tradición– a la batalla. La planteó como eje del cotejo a partir de una zaga generalmente sólida, de un medio campo mordedor, que aceleró rápido en procura del contragolpe y está dicho lo que generó Suárez, acompañado de Cavani.

Sin embargo, el elenco dirigido por Roy Hodgson, igualmente apremiado, no se quedó atrás y en más de un pasaje vimos un encuentro que estaba para cualquiera, de pronóstico reservado.

Por eso, tras el empate parcial de Rooney –que al convertir se sacó una espina profunda en materia de mundiales– dio la impresión de que lo más probable era que el resultado no se modificara, pero ambos sabían que más que ganar un punto perdían dos. Entonces, el último aliento lo dedicaron a ir detrás de una victoria urgente. Ahí, en un potente contraataque el goleador charrúa fusiló a Hart y decidió el desenlace.

Hay que alabar al “Maestro” Tabárez, que clausuró el juego por las bandas del rival. Cáceres y González, por un lado;  Pereira y Rodríguez, por otro, anularon a Sturridge y Sterling. Mención especial destinada a Giménez, tan debutante como solvente.

Sí, Uruguay no podía fallarle a José Gervasio Artigas en el día de su natalicio. El espíritu del prócer, salvando las distancias, estuvo presente en aquello de sacar adelante una parada más que brava.