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Razones que explican un Mundial espectacular

Advertimos dos mundiales, el de afuera y el de adentro, muy distintos ellos. El primero —organizativo— muestra grandes deficiencias y pierde lejos en la comparación con muchos otros, pero es motivo de un artículo aparte. El de adentro —el juego— es espectacular: fútbol ofensivo, partidos vibrantes, mínimos empates, muchos goles, luminarias que iluminan, nada de especulación, juego limpio… Disputado el 50% de la Copa (32 encuentros), son tantos los puntos positivos que, podemos afirmarlo, si no decae en la segunda parte, es el Mundial más atractivo de la historia. Hemos visto 13 torneos y asistido a nueve, estamos persuadidos de que en ningún otro se jugó, en líneas generales, mejor. Todos tuvieron algún puñado de figuras y choques inolvidables, pero éste es más homogéneo en ese sentido, la impresión es más robusta. La gente espera de los mundiales un show de fútbol, y lo está viendo.

EN COMPARACIÓN CON EL 70. La de México también fue una Copa muy bonita, pero con un ritmo ostensiblemente más lento que ésta, no se conocía la presión en la marca. Lo admitió Francisco Varallo, quien jugó el Mundial del 30. Cuando Martín Palermo estaba por batir su récord de goles en Boca Juniors, señaló: “Ahora es más difícil hacer goles, hay que reconocerlo. En mi época, yo paraba la pelota, me acomodaba, elegía el lugar adonde quería mandarla y le pegaba ahí”. Eso no existe más.

Quienes están en contra de jugar con 32 equipos argumentan que eso responde a la necesidad del negocio (apelar al tema del negocio da credibilidad a cualquier postura, aunque esté equivocada). Y que muchos equipos son de relleno. En 1970 se jugaba con 16 equipos, y había al menos siete de relleno: El Salvador, México, Bulgaria, Rumania, Israel, Marruecos, Bélgica, que entonces no era nada (ese año logró su mejor ubicación mundialista siendo 10° entre 16). Por cierto, quienes sostienen esta tesis consideraban a Costa Rica un relleno en esta Copa.

LA BÚSQUEDA DE LA VICTORIA. Ésta ha sido siempre una receta maravillosa para conferir emoción al juego. Aún sin que abunde el talento, el espíritu ofensivo es la llave que abre el corazón del hincha. Hasta Irán, aún con un esquema cauteloso, pensó seriamente en vencer a Argentina; y le creó tres situaciones netas de gol, las tres mejores de la tarde. Antiguamente, Costa Rica hubiese salido a perder por poco con Italia o Uruguay, ahora vino decidido a ganarles. Lo que mata al fútbol es la especulación. A nadie le interesa el empate. Si se da, se acepta, pero ya no se busca deliberadamente. Y todos se atreven a ganar, están convencidos de que pueden.

LA INTENSIDAD DEL JUEGO. La vibración, el ardor, la velocidad, la entrega, mejoran visualmente al fútbol, le dan más espectacularidad. Se juega con el alma los 95 o 96 minutos cada partido. El Argelia 4 – Corea del Sur 2 de ayer es un paradigma de lo que han sido los cotejos hasta ahora: no se dieron un segundo de tregua, fue palo y palo de comienzo a fin. Otro ejemplo de esto fue Colombia 2 – Costa de Marfil 1. Hay muchos más: Italia-Inglaterra, Uruguay-Inglaterra, Brasil-México, Chile-España, Alemania-Ghana… En Suecia 1958 un futbolista corría cuatro kilómetros en 90 partidos. Hoy está bordeando los 13. Serge Aurier, el número 17 marfileño, recorrió 19.342 metros en el juego frente a Colombia. Siempre habrá un purista que encuentre el pelo en la leche, pero se deja todo en el campo, y eso se valora.

NADIE TRAJO EL AUTOBÚS. Brasil 2014 supone el fin de los esquemas ultradefensivos. Ningún entrenador salió con la táctica del autobús. Con menos o con más, todos intentan ir al frente.

JUEGO LIMPIO. Nadie vino con el garrote. Apenas hay cinco expulsados en 32 partidos. También muy baja cantidad de amarillas. Éste es el máximo escenario del fútbol, están los ojos del mundo mirando y los jueces están muy aleccionados. Algunos se les escapan, como Thiago Silva, de temeraria entrada de atrás a Chicharito Hernández, pero es una excepción. Pegar es un recurso del pasado. Con el reglamento actual, dejó de ser negocio: te echan.

EL UNIVERSO COMPETITIVO. Brasil 2014 marca un retraso asiático en cuanto a Corea y Japón: decayeron. Pero más parece una cuestión estacional, de camada de jugadores. Tampoco han subido mucho los africanos, de quienes siempre se espera un despegue definitivo. Igual, Costa de Marfil, Argelia y Nigeria mostraron matices interesantes. Otras regiones mostraron avances. Muy ponderable lo de Concacaf, que después de este Mundial tendrá derecho a reclamar cuatro plazas fijas (Europa debería bajar de 13 a 12; al menos en este torneo están sobrando Bosnia, Rusia, Grecia, equipos sin creatividad). Concacaf ha presentado tres competidores fuertes: México, Costa Rica y Estados Unidos. Los dos primeros, excelentes. También Sudamérica viene creciendo (merece una quinta plaza fija). Lo de Chile y Colombia es simplemente magnífico. Están en la más alta consideración internacional.

LA PREPARACIÓN. El avance que mencionamos en el ítem anterior está muy ligado a la excelente preparación con que llegan las selecciones. FIFA entrega a cada asociación 9,5 millones de dólares solo por clasificar al Mundial. Eso permite un alistamiento de máximo nivel. Todos los equipos cuentan con técnicos de prestigio y dedican mucho tiempo para entrenar y disputar amistosos. No hay más lugar para improvisaciones ni criollismos como antes.

Lo único verdaderamente flojo han sido los arbitrajes. Pero de esto no tienen culpa los jugadores ni los entrenadores. Ni el público.