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Kroos fue la máquina ofensiva

El volante Toni Kroos, autor de dos tantos, fue el mejor jugador de una selección alemana casi perfecta que ayer goleó estrepitosamente a Brasil por 1-7 y avanzó a la final del Mundial 2014. Kroos, del Bayern Múnich, fue el líder de los ataques de una Mannschaft que fue una máquina ofensiva y le propinó una humillación nunca antes vista a Brasil en el estadio Mineirao de Belo Horizonte (sudeste).

“Jugamos un partido extraordinario. Tuvimos una actuación maravillosa contra el equipo local, pero vinimos a ganar la Copa del Mundo y todavía no la ganamos”, sostuvo Kroos tras recibir el premio al mejor jugador del partido que le otorgó la FIFA.

El jugador de 24 años, que fichará por el Real Madrid según la prensa española, agregó que si “alguien hubiera dicho que íbamos a ganar 7-1 nadie lo habría creído, ni nosotros”, pero llamó a la calma porque “vinimos a ser campeones del mundo y nos convertirnos en campeones del mundo por ganar un partido de semifinales”, pues advirtió que “todavía nos queda una partido muy difícil por delante, y si no jugamos al máximo nivel, como hicimos hoy (por ayer), no lograremos el objetivo que nos propusimos”.

El talentoso armador del fútbol ofensivo germano fue el encargado de lanzar el tiro de esquina con el que Thomas Müller abrió la cuenta a los 11 minutos.

También habilitó a Müller en la jugada previa del segundo gol, en la que éste cedió a Miroslav Klose para que el delantero centro marcara su decimosexto tanto en los mundiales y se convirtiera en el máximo goleador de la historia de la Copa del Mundo, dejando atrás a Ronaldo (15). Por si fuera poco, Kroos se encargó de enterrar definitivamente cualquier intento de Brasil de esbozar una reacción ante la debacle que se le venía, al marcar el tercer y cuarto tantos alemanes, a los 24 y 26 minutos.

Humillante y hasta irreal

Escenario

Una derrota tan humillante no se recuerda en la historia del fútbol, no tratándose de la selección que fue cinco veces campeona del mundo. El 0-5 a la media hora de partido ponía un escenario absolutamente irreal.

El peor Brasil

El Brasil de Scolari no sufrió una caída de tal calibre por las simples ausencias de Neymar y Thiago Silva, que siendo importantes no explican por sí solas este descalabro mayúsculo. Brasil, fue el peor Brasil que los aficionados recuerdan. Nada tuvo que ver con el jogo bonito que era su característica.

Una ‘traición’

La traición a su historia —escribió el diario español Marca— consistió en despreciar el juego y apostar por el resultado. Su plan pasaba por defender con uñas y dientes, sostenido por una gran pareja de centrales, y dejar que Neymar hiciera el resto. Ayer no hubo nada de eso.

Reinventarse

El “maracanazo” ocurrido en 1950 pasa ahora a ser una mera anécdota. La conclusión es sencilla: Brasil tendrá que reinventarse y volver a los orígenes si quiere recuperar el respeto de sus aficionados y los del mundo entero.

Óscar Dorado Vega: Caos, ridículo, vergüenza e incredulidad

Desde el punto de vista estrictamente técnico, el análisis es imposible. Vimos un partido de semifinal de Copa del Mundo semejante a un entrenamiento. El planeta fue testigo de algo mucho más que insólito. Diríase, asombroso. Brasil desnudó ayer, patéticamente, todas las debilidades que mostró durante el torneo y que Scolari procuró disimular apegado a un discurso tan tozudo como desprovisto de argumentos valederos. Así terminó…

Si ya era complejo el panorama después de la apertura de Muller, lo que se produjo después —cuatro goles en siete minutos— superó, para el local, el guion de la peor película de terror. Klose, Kroos, por doble partida, y Khedira encarnaron el papel de monstruos gigantes,  invencibles.

Si hasta pareció —en un escenario surrealista— que el Flamengo, por la característica de la camiseta, se daba un festín a costa del propio seleccionado de su país.

Podrá argumentarse que sin el líder (Neymar) se extravió el norte. Sin embargo, se dejó sentir mucho más la ausencia de Thiago Silva, que supo, a lo largo de cinco actuaciones, sostener a una zaga limitadísima. Sobró demasiado juego. El impacto en los hombres de camiseta amarilla —y el dolor en las graderías— quedó patente de modo dramático.

Claro, Alemania jugó demasiado bien y tuvo en Kroos y Khedira a dos solistas de un baile al que la historia del fútbol deberá dedicar un capítulo particular. Luego del descanso el abatido perdedor recuperó algo de espíritu propio. Y tuvo tres oportunidades de descontar. En todas Neuer demostró su ya reconocida jerarquía. El castigo lo terminó de completar Shurrle al batir dos veces a Julio César y el descuento de Óscar no lo festejó nadie.

Sobrarán adjetivos para un episodio anormal, por así calificarlo. Este juego admite de tanto en tanto lo increíble. Y está claro que no por el resultado como tal, sino en razón a la magnitud de lo acontecido. Alemania consumó una masacre a domicilio ajena a todo pronóstico o apuesta. Quizás, por más de un motivo, ni siquiera equiparable al “maracanazo”.

Óscar Dorado Vega es corresponsal de Fox Sports.