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¿Equipo versus genio?

El primer gol de Chile (Eduardo Vargas) frente a España y el segundo anotado por Colombia (James Rodríguez) frente a Uruguay, y por lo menos dos de los que Alemania le hizo a Brasil, resumen, desde mi experiencia y mis preferencias, el sentido de jugar bien al fútbol, de tener perfectamente sincronizados los atributos personales con una idea central de juego y para ello, Jorge Sampaoli y José Pekerman han trabajado extraordinariamente, contando a su disposición con el material humano necesario a fin de plasmar las formas en que había que desempeñarse en esta copa del mundo que concluye hoy.

El fútbol está hecho también de ironías y a cuarenta años de la final de Munich, cuando Alemania enfrentaba a la revolucionaria Holanda, los devotos del buen juego esperábamos la consagración naranja evitada por Paul Breitner y Gerd Müller. Hoy es el equipo germano, subrayando las diferencias cualitativas correspondientes, la Holanda de entonces. Tiene individualidades, juego de conjunto, y efectividad. Es decir, tiene lo que en distintos tiempos exhibieron Brasil, España, Argentina y la propia Holanda y que en este mundial no pudieron.

Con este cuadro de situación, si vamos a ser estrictamente fieles a nuestros preceptos, deberemos reconocer sin ambages que los germanos han hecho una gran campaña —no uno o dos partidos aislados— para obtener el título esta tarde en el Maracaná, mientras que Argentina, muy parecida a la del 90, ha ido avanzando a fuerza de empuje al encontrarse en el campo con que las cosas se le ponían muy difíciles para erigirse en el equipo con iniciativa ofensiva que fue en Sudáfrica 2010: Es mejor ser menos potentes adelante, pero no dar ventajas en defensa.

Así las cosas, Argentina llega por entereza y heroísmo al séptimo partido, el definitorio, más por el sentido de sacrificio y eficacia con la marca del gran Javier Mascherano, que por la fantasía que quedó en los buenos deseos de la conjugación de talentos que, pensábamos, estaban para romperla en esta Copa, pero que en suma  se materializó en un tortuoso recorrido de partidos ganados por mínima diferencia, extremando al límite todo lo trabajado en resistir y reaccionar, pasando la creatividad a un segundo plano y avanzando a duras penas con los cuatro goles de Lionel Messi, un par de ellos sacados de la galera del mago que es.

Las propuestas de cada equipo dependen de los jugadores con los que se cuenta, y por eso, quienes creen que el jogo bonito pasa nada más por decisiones tácticas, no miran que Brasil tiene hoy un solo virtuoso con la pelota, que Argentina tiene cansados al propio Messi y a DiMaría, que España se saturó de tanto jugar-ganar con excelencia, y Holanda decidió pronunciarse por el pragmatismo para ver si así podía llegar donde no llegó con su revolución setentera.

Argentina está más para una gesta plagada de previsiones tácticas. Tendrá demasiadas obligaciones que cumplir en el campo, dada la superioridad colectiva del rival que ha ido ganando en solidez y contundencia en los últimos años, nutriéndose de las mejores influencias ejercidas por Jupp Heynckes y Pep Guardiola desde el Bayern de Múnich, y Jurgen Klopp desde el Borussia Dortmund. El fútbol alemán de los grandes clubes y de su selección, entonces, han tenido correspondencia en calidad y resultados en los últimos tiempos, a diferencia de otras selecciones europeas que poco tienen que ver con la enorme competitividad que ejercen sus ligas nacionales como las de Inglaterra, Italia y España que quedaron fuera del torneo en las primeras de cambio.

Queda abierta la gran interrogante si se impondrán los mejores como equipo que tendrán enfrente al mejor jugador del planeta que no ofrece posibilidades intermedias: O juega un partidazo en el que es capaz de hacerlo todo, o es borrado del campo como sucedió frente a Holanda. De todas maneras, las dos escuadras llegan con muchísima historia sobre sus espaldas y si hay algo por lo que se puede apostar es que efectivamente como dijo el capitán simbólico de la celeste y blanca, Javier Mascherano, éste será “el partido de su vida”, y seguro que con esa actitud se puede intentar equiparar lo que futbolísticamente no se puede.