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Nadie gana antes de jugar

Felicidades por el subcampeonato”, tituló a toda portada el Bild, el diario de mayor venta de Alemania, mofándose de Argentina. Es el más osado de una prensa ya festiva por el título que con toda seguridad, dice, quedará en manos de Klose, Kroos, Khedira y todos los muchachos del KKK. Más abajo dice: “Felicidades, Messi, con eso te basta para ser subcampeón”. A su vez Der Spiegel escribió: “Argentina consiguió ganar con suerte en la espantosamente débil semifinal ante Holanda. ¿Debe Alemania tener miedo de un rival así?”.  

Wolfgang Niersbach, presidente de la Federación Alemana de Fútbol, señaló con frescura: “Argentina gana los amistosos, nosotros los de competición”. (¡Menos mal que los arrogantes son los argentinos…!). Thomas Muller declara: “Nunca he perdido un partido oficial contra Messi”. Lahm analiza: “La experiencia que tenemos es una ventaja, sabemos lo que tenemos que hacer”. Y Beckenbauer, garantiza: “En la final solo puede ganar Alemania”.
Zico, por su parte, analizó el partido y sentenció: “Alemania es mil veces mejor que Argentina”. El diario Marca, de Madrid, hizo una encuesta sobre quién ganará: el 59,8% contestó Alemania. Diarios y analistas brasileños no le dan ninguna chance al equipo de Messi. Uno se pregunta: ¿Por qué no entregar la Copa directamente al capitán alemán…?

Alemania ha jugado hasta aquí un Mundial excelente, coronado con el histórico 7-1 a Brasil, es claro favorito y juega más bonito que Argentina, que ha llegado con lo puesto a la final. Y si no es mil veces mejor, como asegura Zico, sí luce compacto, brillante. Además, hay un antecedente válido: con muchos de estos jugadores en ambos bandos, Alemania aplastó 4-0 a Argentina en Sudáfrica. No obstante, este clima de superioridad absoluta no es buen consejero. Recuerda la flemática orden del capitán Smith al piloto del Titanic: “A toda máquina”.

Desde luego, Argentina no es un iceberg, pero en el choque frente a Holanda mostró una frialdad táctica, un orden, una disciplina de marca y algunos atributos viriles que a la tropa alemana no le convendría subestimar. Los medios brasileños dijeron que ante Holanda fue una semifinal sosa, sin fútbol, soporífera. No vieron el partido. Fue un duelo ajedrecístico, jugado con altísima intensidad y velocidad, apretando las marcas a fondo, cuidando el más mínimo detalle ante el otro para no perder. El que se distrae un segundo, como le pasó a Carlos Sánchez —de Colombia— ante Brasil en el primer gol brasileño, se va del campeonato. Eso hicieron Holanda y Argentina, no desconcentrarse un instante porque sabían que se lo facturaban con la eliminación.

En el otro campamento, Sabella dijo algo cierto: “Necesitamos hacer el partido perfecto”. Con menos que eso, posiblemente pierda. No es un descubrimiento decir que es un equipo que no lució, que necesitó de Messi para que lo ubicara prácticamente él solo en cuartos de final, y que fue de menos a más. Ahora está subido a un envión anímico importante después de haberse sentido compacto ante Holanda, y luego de haber cumplido sus dos primeros objetivos: uno era jugar los 7 partidos, otro llegar a la final, y el tercero todos lo saben, sería conseguir el tricampeonato.

Una cosa es segura: Argentina no le va a regalar un centímetro a su rival, nada, cero. Si Alemania viene con un cigarro y le pide fuego, Argentina le va a decir “no fumo”. Si alguna pesa de la balanza se inclina a favor de Argentina es que lleva enfrentados a 4 europeos: Bosnia, Suiza, Bélgica y Holanda. Los cuatro fueron complicados, luchadores, muy aplicados en la marca, no le dieron espacios a Messi. El cerco que tejió Hitzfeld (DT de Suiza) sobre Leo fue perfecto. A su vez, Bélgica y Holanda, que arrasaban a sus rivales, tuvieron nulo lucimiento ante la Celeste y Blanca, lo que indica que a ellos tampoco les fue cómodo enfrentarla. Argentina, se comentó hasta la saciedad, circuló por el camino fácil, pero cuando haya terminado el torneo habrá medido a cinco selecciones europeas sobre siete salidas al campo, no es una ruta tan cómoda.

Alemania, desde luego, parte con la ventaja de su mejor juego, de sus grandes jugadores, de su armonioso funcionamiento. Argentina intentará repetir su producción de la semifinal, lo más convincente suyo hasta aquí.

Lo interesante del fútbol es que los partidos, por fáciles que parezcan, hay que jugarlos, nadie gana de antemano.

LA FUERZA DE LA HISTORIA. Alemania batirá esta tarde el récord de finales mundialistas disputadas: 8. Le sigue Brasil con 7, Italia con 6 y Argentina con 5. La estadística demuestra el peso notable de la tradición en los mundiales. Siempre está la revelación, el tapado, la sorpresa, no obstante la grandeza tiene un plus que decide.

CUARTO OSCURO. Si el fútbol es el deporte donde todo puede suceder, hasta lo más inimaginable e inverosímil, esta actuación de Brasil supera todos los límites. Que con este equipo haya logrado el cuarto puesto es un hecho tan excepcional como inexplicable, hay que buscarlo por el lado de la localía. Y que finalice su participación con dos derrotas y siendo la valla más vencida del torneo —de su propia Copa— es más de lo que podíamos suponer. Pero un dato adicional es tremendo: en 20 mundiales de fútbol, es la selección anfitriona con más goles en contra, 14. Nunca, ni Suiza en 1954, ni Suecia en el ‘58, ni Chile en el ’62, ni México en el ’70 o el ’86, locales no muy fuertes, recibieron la andanada de goles que le propinaron a Brasil aquí. Lo curioso es que, para muchos observadores, antes del Mundial la verdeamarilla aparecía como la mejor defensa de la Copa.
Pero a nadie se puede culpar de haber errado; esto es fútbol.