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Táctica: de eso no se habla

El entrenador de Bolívar afirmó antes de que su equipo se dispusiera a viajar a la ciudad de Cobija para jugar contra la U de Pando, no ser partidario de la “filosofía de Helenio Herrera” (sic), legendario propugnador argentino francés del catenaccio italiano o de eso que en el argot callejero y caricaturesco se refiere a todos colgados del travesaño para defender. Fue bueno que Xabier Azkargorta hiciera este comentario porque resulta útil para recordarnos que en Bolivia se habla del fútbol y sus alrededores, del fútbol y de sus miserias políticas, del fútbol y sus pintorescos episodios folklóricos, del fútbol y un par de linchamientos mediáticos, pero de fútbol-fútbol, es decir acerca de cómo se plantan y se mueven los equipos en el campo, muy poco, especialmente en la radio y en la televisión

Hubiera sido bueno que además de los ensalzamientos al arribo de la Academia a semifinales de la Copa Libertadores pasada, se hubiera debatido en ese momento, cómo, si bien no hubo vocación por emular las enseñanzas de Helenio, Azkargorta aplicó a rajatabla un sistema con un solo delantero —William Ferreira— que en su mejor estado le hizo ese golazo al León de México en su propia casa, cuando por las incidencias del partido, el dueño de casa debió ganarle por goleada al equipo celeste. Veo a Bolívar que con su sólida plantilla podría jugar a otra cosa, pero a Xabier lo conocimos con el exitoso 5-4-1 que llevó a nuestra selección a USA 94, y sus matices dentro ese mismo esquema, y con él, a estas alturas del partido de la vida no se puede esperar otra cosa, pues concluirá su carrera con las botas puestas, sabedores de que nos referimos a un profesional de muy firmes convicciones.

En tiempos de virulencia en los lugares en los que se mancha a diario la pelota, en que todo vale para arremeter contra la estructura institucional del fútbol, operadores mediáticos sujetos a instrucciones superiores están concentrados en intentar bajar de la carrera hacia la dirección técnica de la selección absoluta a Mauricio Soria, quien tuvo que resignarse a no ser contratado cuando ya todo estaba listo para que así sucediera, debido a una descomedida y lamentable expresión contra el departamento de Potosí, grabadas en audio a hurtadillas y posteriormente filtradas y difundidas con las que el entrenador cochabambino terminó siendo acusado de discriminador.

Al politizarse los dichos de Soria, y con intenciones claramente predeterminadas, los portavoces de no sabemos quién, ya sentenciaron al DT de Blooming, incluso requiriendo los puntos de vista de un par de psicólogos para convertirlo en un caso digno de estudio debido a sus antecedentes por incurrir en exabruptos, aunque en este caso haya quedado absolutamente claro que una imprudencia verbal tal como se sucedieron los hechos nada tiene que ver con una conducta racista y cómo esto es lo importante para el sondeócrata que vive de preguntar le gustó/no le gustó, le parece bien/le parece mal, incluso utilizando a un supuesto soberano a través de redes sociales en programas grabados como si estuvieran siendo difundidos en vivo, tenemos que del trabajo de Soria y lo que hizo con la selección para jugar contra Brasil Sub- 21, Chile y Venezuela no se diga casi nada.

Mientras la Bolivia de los últimos partidos dirigidos por Azkargorta fue invariablemente conservadora frente a España, Grecia, Ecuador y México, la de Soria primero pagó un feo derecho de piso contra una Sub-21 del Brasil que se prepara para los Juegos Olímpicos Río 2016 (0-3), traspié radicalmente corregido para enfrentar en Coquimbo a la roja dirigida por Jorge Sampaoli que en los papeles estaba para hacerle media docena a Quiñónez. No fue así, ya que a diferencia de su antecesor, el equipo nacional saltó al campo con una vocación distinta, con dos laterales agresivos para proyectarse que nunca habían sido convocados y un volante ofensivo desahuciado por el propio Bolívar que ratificó la importancia de su presencia en el juego frente a Venezuela en La Paz bajo órdenes de Néstor Clausen, pero planificación y enfoque táctico del mismo Soria.

Varios de los más escépticos entre los que me incluyo, fuimos advertidos con un mensaje poderoso: Lo poco que Bolivia tiene para armar su selección principal puede servir si se le inyecta de actitud, valentía y ambición, y eso es lo que mostró el equipo capitaneado por Ronald Raldes frente a la sensacional Chile de la Copa del Mundo, con Alexis Sánchez y Arturo Vidal en el equipo titular, y en La Paz, ganando luego de muchísimo tiempo (3-2 frente a Venezuela) y semanas después trepando del puesto ciento y tantos del ranking FIFA al 87, otro tema deliberadamente ignorado por la televisión de agenda nacional que se esfuerza por convertir al fútbol en parte del juego político dadas las actuales circunstancias y la correlación de fuerzas entre el ente rector y sus brazos operativos.

A pesar de tanto disparate y mala leche a cargo de los que usan el fútbol para hacer politiquería televisiva, hay un par de señales para la esperanza con el viaje de la selección Sub-20 a Buenos Aires para jugar cuatro partidos preparatorios para el Sudamericano a realizarse en enero, y con la organización del torneo Sub-16, denominado Copa de Altura disputado en La Paz. A pesar de no haberse concretado la contratación de un profesional experimentado y actualizado para asumir el manejo de las selecciones juveniles, empiezan a notarse las primeras evidencias de un trabajo que algún día nos permitirá, en primer lugar, debatir amplia y profundamente de eso que no se habla hoy: la táctica, cómo juegan los equipos bolivianos, a qué pueden aspirar sus selecciones nacionales con el par de entrenadores de corrientes disímiles con el que cuenta, y si efectivamente en algún momento podremos alcanzar el nivel necesario que permita jugar con cualquier tipo de planteamiento si dejamos de depender de una cantidad muy justa de futbolistas, que no da opción a otra que jugar como se puede y no necesariamente como se quisiera.

La contribución del periodismo televisivo y radiofónico en este contexto, debería estar orientada a mejorar la calidad de sus contenidos, introduciendo más lecturas del juego y menos apostillas sobre sus anécdotas. Supongo que el estado de cosas actual en esta materia es el fiel reflejo de un fútbol profesional tremendamente limitado en el que campea una dominante pobreza conceptual y en el que algunos cifran sus esperanzas en ganar, como dijo un entrenador recientemente cesado en funciones, a través de algún pelotazo.