Yaya Touré, el imprescindible del City
Ausencia Los sky blue del Manchester City deben estar maldiciendo la Copa Africana de Naciones para la que fue citado Touré.
El chileno Manuel Pellegrini ha sido distinguido como el mejor entrenador de la Premier League correspondiente al trabajo de diciembre. A diferencia del desangelado pero eficaz Chelsea, al que le pisa los talones en la cima de la tabla de posiciones, el Manchester City basa su protagonismo en una generosa propuesta ofensiva con la letal contundencia de Sergio Agüero que a fines del pasado año le hizo nada menos que tres goles al Bayern de Guardiola al cierre de la fase de grupos de la Champions.
Este otro Manchester, animador central en las últimas tres temporadas de la liga inglesa, tiene jugadores de creatividad ofensiva no siempre debidamente ponderada como la de David Silva, centrocampista que mueve los hilos para que el mismo Kun o Edin Dzeko aparezcan de frente al arco rival con posibilidades inmejorables de definición. Parecida importancia tiene el también hispano Jesús Navas con quien los intercambios de posiciones con pelota dominada en la zona de gestación hacia puertas adversarias, permiten certificar que si algo ha producido en los últimos años el fútbol español, es centrocampistas de envidiable técnica con gran versatilidad para responder a las contingencias de cada juego, panorama que se completa con Isco del Real Madrid, Koke del Atlético, y Santi Cazorla del Arsenal que seguramente serán columna vertebral de la nueva selección española con vistas a la próxima Eurocopa.
Con todas las bondades observadas, en el partido de ayer, los sky blues deben estar maldiciendo la realización de la Copa Africana de Naciones para la que ha sido convocado Yaya Touré, quien se constituye en el hombre infaltable para el éxito que busca destronar del primer puesto a los blues de Mourinho. De familia futbolera, el ex Barcelona es hoy la pieza fundamental de un gran equipo, pero definitivamente necesitado del gran conductor que a pesar de la muerte de su hermano Ibrahim en pleno desarrollo de la Copa del Mundo, optó por seguir con la pelota en lugar de acudir a las exequias para las que por supuesto fue liberado por el cuerpo técnico de Costa de Marfil.
El mejor de los Touré —el otro es su hermano Kolo del Liverpool— quita bien, pasa bien, y dispara bien de media distancia con balón en movimiento o detenido. Tiene un sentido de ubicuidad perfecto desde el centro del campo y con su sola presencia, la brújula de los celestes se regula automáticamente, asunto que se hace insuficiente con los brasileños Fernando y Fernandinho, e incluso con esa institución del fútbol inglés llamado Frank Lampard. Estos tres, muy buenos futbolistas, necesitan de esa especie de director técnico dentro del campo que es Yaya, quien no está seguro de continuar en el equipo de propiedad del jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan y es el que con su ausencia de ayer, frente al Arsenal, nos recordó que los grandes equipos de la élite futbolera pueden depender de una gran figura.
Todo lo contrario sucedió con el Arsenal que desde el inicio tomó sólidas precauciones para neutralizar los embates del segundo de la tabla —que a pesar de no contar con su pieza fundamental, y tampoco con el senegalés Bacary Sagna, también convocado por su selección al torneo africano, ratificó su predicamento ofensivo—, esta vez fuertemente pertrechado en defensa con el galo Francis Coquelin como pieza de contención por delante de los centrales, Per Mertesacker y Laurent Koscielny. Como hacía mucho no nos constaba, Arsene Wenger no desechó el plan ofensivo que caracteriza a los gunners, pero esta vez lo hizo poniendo el acento en un gran orden cuando correspondía retroceder, lo que produjo un partido de gran dinámica con dos equipos queriendo siempre la posesión de la pelota, con un Cazorla que produjo varias situaciones en ataque que lo condujeron a adueñarse de las incidencias más punzantes del partido, en el que en esta oportunidad brilló menos el chileno Alexis Sánchez y tuvo en la cabeza de Olivier Giroud, la opción de consolidar el resultado (2-0) con un cabezazo incuestionable, luego de un centro en el que Martin DeMichelis y Vincent Kompany fueron primereados por el ataque del Arsenal.
Los cañoneros que comenzaron ganando con un penal producto de una obstrucción de Kompany a Aaron Ramsey, consiguieron el triunfo con ese ansiado equilibrio de rendimiento de líneas que por su vocación ofensiva, tanto le cuesta conseguir y le ha significado derrotas cruciales que en las últimas temporadas lo sitúan entre el cuarto y sexto puesto de la tabla. Prueba de esto es que durante la primera etapa, el portero colombiano David Ospina no atajó una sola pelota, debido a que el plan defensivo surtió efecto sin fisuras, en tanto no había riesgo de disparos de media distancia habitualmente a cargo del ausente Touré.
Con la batuta de Cazorla que ya hizo olvidar lo mucho que en determinado momento pudo aportar Mesut Özil, hace rato relegado al banco de suplentes, el Arsenal recordó ayer por qué es uno de los históricos del fútbol europeo y por qué, con la pertinaz vocación de Wenger, no deja de jugar según lo dicta la marca tradicionalmente ofensiva y espectacular de la casa que lo cobija desde 1996.