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Hay diferencia entre adoptar recaudos y…

Es preciso ya, de inmediato, completar el titular. Y para ello la síntesis tiene que ver con discriminar claramente entre la cautela y la renuncia frontal al ataque. He ahí la transgresión capital del juego que The Strongest exhibió en Porto Alegre.

Basta citar que a través de todo el primer lapso Pablo Escobar y Rodrigo Ramallo virtualmente no aparecieron en escena. Y no en razón, claro, a un acto voluntario, sino como producto de una actitud tacaña, concebida solo en pos de frenar, sin ánimo de —al menos tibiamente— causar daño. Entonces, los hombres más adelantados quedaron inutilizados.

Vimos, entonces, un monólogo colorado. Que sin ser un dechado de virtudes aprovechó enormes espacios y controló el balón sin contrapeso. Sasha, Nilmar y D’Alessandro pudieron quebrar el cero, pero fue Valdivia quien a los 40′ tradujo en el marcador el reflejo del trámite. Casi de inmediato Emelec pasó, en Ecuador, a ser ganador y la cuestión quedó cuesta arriba.

Cuando el visitante buscó modificar el panorama —ingresó Luis Melgar por Nelvin Soliz— ya era tarde. Y no solo porque el elenco brasileño se desenvolvía con suma tranquilidad (amén de alguna dosis de displicencia) sino porque en Guayaquil el dueño de casa amplió la diferencia, con toda la significación que ello implicaba en la tabla de la serie.

No cabe duda que la gran asignatura pendiente del Tigre se alió a su inefectividad en canchas ajenas, donde no cosechó nada, pero ayer cabía otro argumento. Nada de exponerse en demasía, pero sí algo de lo insinuado a través del complemento, que al menos dio lugar a que Alisson dejara de ser un espectador instalado en su arco.

Limitar el accionar a atrincherarse es, generalmente, una bomba de tiempo. Volvió a comprobarse. Como también la insuficiencia de un desempeño impecable en función de la localía. Los clasificados, al igual que el plantel aurinegro, respondieron en dicho rubro, pero marcaron la desigualdad en Santiago.

(*) Óscar Dorado es periodista.