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Chile, Ecuador, Uruguay… la vida es bella

Vemos eliminatorias desde 1969, aquella que entró en la historia porque Perú le empató a Argentina 2 a 2 en La Bombonera y la dejó fuera de México ‘70. Con ésta van 12 competencias premundialistas. No recordamos un partido tan atrapante como Perú 3-Chile 4. Fue un rotundo homenaje al fútbol actual, desde el impecable césped del Nacional de Lima hasta el juego, pasando por la puesta en escena, la preciosa indumentaria de ambos, el reglamento, la televisación, la puntualidad, incluso la pacífica resignación del público peruano frente al dolor de caer en casa ante el rival que marca la tradición.

Ni batallas campales ni patadas alevosas ni policías con escudos atajando botellazos como antaño: fútbol de máxima pureza. La pelota, feliz, fue y vino, respetada, bien trasladada. Hubo intensidad, emoción, entrega, marca, alta prestación física, velocidad, espíritu ciento por ciento ofensivo, golazos, vuelcos en el marcador, cero especulación. Sería pretencioso pedirle más al juego, es difícil dar más que eso. Sobre todo por la presión que demanda una eliminatoria. Nota 10 para los jugadores, que lograron componer tal espectáculo, y sobre todo para sus entrenadores, que inculcaron la idea de ganar, de lastimar jugando. Ante semejante oda futbolera pierde todo sentido el verbo añorar. ¿Añorar qué…?

En ese contexto, vale congratular a Perú, aun en la derrota, por su cambio sustancial con relación a clasificatorias pasadas. Quiere jugar a otra cosa, está en la búsqueda de algo superador. Y sobre todo saludar a Chile, hoy el mejor equipo del continente. El después de la Copa América está revalidando sus méritos de campeón. Es como que, liberado del rótulo de “no ganador”, se soltó del todo y adquirió una confianza absoluta en sus posibilidades futbolísticas. Si Bielsa le cambió la mentalidad al futbolista chileno, Sampaoli le imprimió una agresividad insospechada para ese medio. Lo venimos sosteniendo desde sus horas en Universidad de Chile: estamos frente a un entrenador de excepción, cuyo techo es inimaginable.  

SEXO CON AMOR. El fútbol de Chile y Ecuador es un golpe de nocaut para la desdichada frase “prefiero jugar mal y ganar”. Nada puede hacer más feliz al hincha ni ilusionarlo tanto como ver a su equipo practicar un fútbol vistoso, agradable y, a través de él, obtener resultados. Es sexo con amor. Jugar bien es una autopista directa hacia la victoria; hacerlo mal, un tortuoso camino de tierra. Chile brilla; Ecuador, partiendo del orden, está en la línea del buen trato de balón.

Quizás con menos delicadeza con la pelota, debemos agregar a Uruguay en el bando de los que juegan bien. La mística que ha logrado inyectar el Maestro Tabárez a este grupo de gladiadores charrúas, su colosal compromiso con la camiseta también implican una forma de belleza. Cualquiera que se calza la celeste deja el alma. Eso es mérito del entrenador. Con diferencias, los tres tienen claro a qué juegan.

UN PASO ATRÁS. El de Colombia ante Uruguay. Venía de un inicio tranquilizador (2-0 a Perú), aun sin un fútbol convincente; en Montevideo se le extraviaron los papeles. Muy superado en el juego, como la noche en que igualó 0-0 con Argentina en Viña del Mar (aunque en el desarrollo perdió por goleada). Por primera vez muy seriamente cuestionado, Pékerman tiene un mes para reflexionar, ver de nuevo el partido, hacer retoques. Y preparar el terrible choque frente a Chile, que ataca con la infantería, la caballería y la artillería. Debe volver a la doméstica realidad continental. Esto no es el Mundial, donde uno enfrenta a Camerún, Corea o Bélgica. Sudamérica es infinitamente más complicado. Y la eliminatoria, el techo de la exigencia. Nos encantaría ver a Alemania, Italia, España, Inglaterra, Holanda jugar acá, de visitante y por los puntos. El mismo Uruguay, en el Maracaná, parecía un león de circo; en el Centenario es un león de selva.

SU BESTIA NEGRA. La celeste, en Montevideo, es el karma colombiano. Suma seis derrotas en nueve enfrentamientos. Aun en su momento más esplendoroso de la eliminatoria pasada, perdió feo también. Y conste que esta vez le ganó sin Suárez, sin Cavani, sin Arévalo Ríos y sin Cebolla Rodríguez. En el Centenario no hay altura ni hace calor, pero hay que jugar ahí…

LA DECEPCIÓN. Argentina, lejos. De los seis puntos que se esperaba sumar, apenas rescató uno, y jugando pésimo. Gerardo Martino también se quedó sin saldo. Los directivos no hablan de cambiarlo porque están enfrascados en la lucha electoral por el sillón presidencial de la AFA. Cuando un equipo juega tan horrendamente, hasta el cameraman de la Tv lo primero que enfoca es al técnico.

 EL ONCE IDEAL. De las dos primeras jornadas clasificatorias: Alexander Domínguez (Ecuador); Mauricio Isla (Chile), Gary Medel (Chile), Diego Godín (Uruguay), Álvaro Pereira (Uruguay); Antonio Valencia (Ecuador), Carlos Sánchez (Uruguay), Marcelo Díaz (Chile), Derlis González (Paraguay); Alexis Sánchez (Chile), Miller Bolaños (Ecuador). También merecían estar los ecuatorianos Gabriel Achilier y Christian Noboa. Quedaron a la sombra de dos fenómenos: Medel y Díaz.

LA FRASE I. “Si fuera futbolista no iría nunca a un equipo dirigido por Baldivieso”, leemos a Mauricio Soria, el técnico que llevó a Bolivia a una participación interesante en la Copa América. Julio César Baldivieso parece una gigantesca sembradora de enemigos. “El cambio le costó caro a Bolivia. Baldivieso barrió con la selección de la Copa, puso otra y se topó con derrotas lapidarias”, nos dice Ramiro Siles. La pregunta es para los dirigentes: ¿por qué cambiar cuando se estaba a las puertas de las eliminatorias…?

LA FRASE II. “No me lo quito de la cabeza, mi sueño es dirigir a River algún día”. De Jorge Sampaoli, confeso fanático millonario. Contó que lo seguía a todas las canchas, viajando desde su pueblo, Casilda, a 336 kilómetros de Buenos Aires.

LA ESTADÍSTICA I. Dice que, en 61 años de historia, ningún equipo que haya perdido los dos primeros partidos de una eliminatoria se clasificó luego al Mundial. Si se repite, Venezuela, Perú y Bolivia quedarían una vez más afuera.

 LA ESTADÍSTICA II. Refleja también que nunca una selección que cayó como local en su primer juego logró el pasaje mundialista (atención Argentina…)

UNA LESIÓN BENDITA. La de Messi. Permitió desnudar la realidad de la selección albiceleste. Su mejor noticia es que no perdió. El país con más delanteros del mundo jugó sin atacantes netos frente a Paraguay. Todos son “volantes por afuera”. Tévez jugó como quería él, retrasado, y no de punta como le pidió el entrenador. En 30 días se le vienen encima Brasil y Colombia. El técnico palpita los partidos desde el costado con un sudor frío y una mueca de contrariedad.

Altamente preocupante. Puede que Messi obre un milagro. Sin él, Rusia es un destino quimérico para la celeste y blanca.

TRES RESERVAN BOLETO. Faltan 16 fechas, 48 puntos, muchas cosas pueden suceder, no obstante no se nos ocurre que Chile, Ecuador y Uruguay declinen su rendimiento. Nada lo hace prever. Perderán puntos, desde luego, sin embargo se los ve sólidos, muestran un funcionamiento aceitado, están confiados individual y colectivamente y con la moral a tope. Y a Rusia van cuatro. A lo sumo cinco…