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Un Balón de Oro a domicilio

/ 7 de diciembre de 2015 / 04:13

Favorito El tema era ése, el Balón de Oro. Quién lo ganará. Messi, pues. Como dijo un lector meses atrás: ‘Deberían llevárselo a casa’ Futbolísticamente, es curiosa Sudamérica: produce los mejores jugadores del mundo, también los dirigentes más corruptos. Los primeros son extraordinarios; los segundos también. Tan extraordinarios son los futbolistas que surgen a pesar de estos dirigentes, que en lo último que podrían pensar es en la formación de nuevos valores. Mientras se lo llevaban esposado en Suiza, Napout (presidente de la Conmebol) seguía ensayando palabras como “transparencia”, “licitación”, “cambiaremos…”. Sergio Jadue se iba de Chile entre una nube de carabineros y manifestaba, con total serenidad, “me voy a tomar un tiempo de descanso con mi familia en Estados Unidos…”. Y mientras se los están llevando esposados o presos, incluso amenazan: “Cuidado con calentarme el sillón, sigo siendo el presidente de la Federación…”. Otros huían por los montes, a ponerse a salvo del FBI. Es innegable: son extraordinariamente inefables (aunque la fiscal Loretta Lynch fue contundente: “No podrán escapar ni esconderse”). Ahora les agarró un ataque de cooperación, todos quieren cooperar. Pese a tales personajes, dos de los tres candidatos al Balón de Oro son sudamericanos. Y debieron ser los tres.

El tema era ése, el Balón de Oro. Quién lo ganará. Messi, pues. Como dijo un lector meses atrás, “este año Messi no tendría ni que ir a la gala a buscar el Balón de Oro, Blatter debería llevárselo directamente a domicilio”. Pero Blatter tampoco estará, por otro detallito ético. Si no se queda dormido, como el jueves en su propia conferencia de prensa (nunca visto), deberá entregárselo Issa Hayatou, el interino presidente. Jamás hubo tantos interinatos en la historia como en el fútbol actual, en la Conmebol asume el interino del interino, en cualquier momento queda de presidente el portero del edificio.

“Siempre los mismos nombres”, se quejaba una señora al escuchar por Tv la terna finalista elegida: Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo. Hay un cierto fastidio con este premio. Pero como diría un presidente de Conmebol mientras le ponen las esposas: “Puedo explicarlo”. Hay un nombre nuevo: Neymar. Y debieron ser dos si entraba Suárez en lugar de Ronaldo, como hubiese correspondido. El matador uruguayo tuvo un año espectacular, individual y colectivamente. En el lapso que cuenta para valorar el desempeño de los nominados, del 23 de noviembre de 2014 al 22 de noviembre de 2015, redondeó 40 goles y fue importante para conquistar el triplete barcelonés. Ronaldo marcó algunos tantos más, pero no ganó ningún título y su juego fue exasperantemente pobre, tanto que ya todos los analistas hablan de una declinación definitiva de su juego, reducido a simple pescador de área. A los 31 años podrá asegurar ingresos por marketing, pero ya no demostraciones futboleras.

La reiteración de nombres no agrada, pero es lógica: no siempre se da una época tan marcada por dos personajes rutilantes como Messi y Ronaldo. Es comprensible que acaparen una década, han signado una época. Hubo años en que no aparecían figuras, ni se sabía a quién darle el premio. Deberíamos preguntarnos al revés: si no son Messi, Ronaldo, Suárez, Neymar, ¿quién? No hay otros que den la talla para una distinción tan fuerte. Ribéry, Kroos, Robben, Ibrahimovic, Benzema, el mismo Iniesta, Wayne Rooney, todos los que en los últimos años han sido postulados como posibles triunfadores son muy buenos, pero indudablemente no como para alcanzar el trono. Y algunos ni para ser ternados, más allá de haber tenido algún gran año. Competir contra Messi y Ronaldo en la última década fue casi una misión imposible.

Cuando Messi asomó al fútbol ya se vio que estaría diez o doce años disputando el trono. Es un futbolista de todos los tiempos. Y ésta es su era. No nos asombremos si el año próximo vuelve a estar ternado. Tampoco es para sorprenderse que siempre sean elegidos jugadores del Barcelona y el Real Madrid, son los clubes más poderosos de la Liga más exigente. “La FIFA es una mafia”, dicen muchos al referirse a la votación. Error, la FIFA no elige, da a elegir. Luego publica el voto de cada elector. Es imposible mayor transparencia.

¿Por qué siempre se eligen delanteros?, preguntan muchos. Porque tienen el don más preciado del fútbol: el gol. “Lo más difícil del fútbol es hacer gol, todo lo demás se puede arreglar”, sentenció una vez Juan Ramón Carrasco. Por eso el Real Madrid paga 80 millones por James Rodríguez y 5 por Keylor Navas, un magnífico arquero. Es la diferencia entre marcar goles y evitarlos. Desde luego, los tantos solamente no pueden determinar un Balón de Oro, pero representan un buen argumento.

Neymar está haciendo su mejor temporada (es la tercera) desde que llegó a Barcelona. Durante la lesión de Messi se reveló como un interesante conductor de juego, además de sus goles y su habilidad desconcertante. Está en evolución y es muy merecido que integre por primera vez el tridente que aspira a las estatuillas.

En la temporada 2014-2015 Messi alcanzó nítidamente la dimensión de jugador total; que crea juego, asiste y convierte, arrancando desde el mediocampo para finalizar en el área. Ganará seguro su quinto Balón. Si subsistiera alguna duda acerca de sus merecimientos en esta temporada, vale repasar sus méritos acumulados en los últimos 365 días:

Elegido mejor jugador de la Liga de Campeones y máximo anotador; mejor jugador de la Copa del Rey y mejor jugador de la final; mejor futbolista del campeonato español y segundo goleador a 5 tantos del primero (43 a 48); líder en asistencias de la Champions League, de la Liga Española y de la Copa del Rey; Goleador de 2015 con 48 tantos hasta ahora (pese a estar dos meses lesionado). Mejor jugador de la final de la Supercopa de Europa. Su gol en la final de la Copa del Rey al Athletic de Bilbao es finalista para ganar el Premio Puskas de la FIFA. Su golazo al Bayern de Múnich fue proclamado el mejor del año por la UEFA con el voto de 199.910 usuarios (39%). Mejor jugador europeo 2014-2015 por 49 votos a 3 de Suárez y 2 de Ronaldo. Campeón de España, de la Liga de Campeones, de Copa del Rey y de Supercopa de Europa.

Impresionante. Lo que no miden los títulos, las distinciones ni las estadísticas es el juego. En ese rubro ha sido el curso más brillante de su carrera.

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Un Balón de Oro a domicilio

/ 7 de diciembre de 2015 / 04:13

Favorito El tema era ése, el Balón de Oro. Quién lo ganará. Messi, pues. Como dijo un lector meses atrás: ‘Deberían llevárselo a casa’ Futbolísticamente, es curiosa Sudamérica: produce los mejores jugadores del mundo, también los dirigentes más corruptos. Los primeros son extraordinarios; los segundos también. Tan extraordinarios son los futbolistas que surgen a pesar de estos dirigentes, que en lo último que podrían pensar es en la formación de nuevos valores. Mientras se lo llevaban esposado en Suiza, Napout (presidente de la Conmebol) seguía ensayando palabras como “transparencia”, “licitación”, “cambiaremos…”. Sergio Jadue se iba de Chile entre una nube de carabineros y manifestaba, con total serenidad, “me voy a tomar un tiempo de descanso con mi familia en Estados Unidos…”. Y mientras se los están llevando esposados o presos, incluso amenazan: “Cuidado con calentarme el sillón, sigo siendo el presidente de la Federación…”. Otros huían por los montes, a ponerse a salvo del FBI. Es innegable: son extraordinariamente inefables (aunque la fiscal Loretta Lynch fue contundente: “No podrán escapar ni esconderse”). Ahora les agarró un ataque de cooperación, todos quieren cooperar. Pese a tales personajes, dos de los tres candidatos al Balón de Oro son sudamericanos. Y debieron ser los tres.

El tema era ése, el Balón de Oro. Quién lo ganará. Messi, pues. Como dijo un lector meses atrás, “este año Messi no tendría ni que ir a la gala a buscar el Balón de Oro, Blatter debería llevárselo directamente a domicilio”. Pero Blatter tampoco estará, por otro detallito ético. Si no se queda dormido, como el jueves en su propia conferencia de prensa (nunca visto), deberá entregárselo Issa Hayatou, el interino presidente. Jamás hubo tantos interinatos en la historia como en el fútbol actual, en la Conmebol asume el interino del interino, en cualquier momento queda de presidente el portero del edificio.

“Siempre los mismos nombres”, se quejaba una señora al escuchar por Tv la terna finalista elegida: Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo. Hay un cierto fastidio con este premio. Pero como diría un presidente de Conmebol mientras le ponen las esposas: “Puedo explicarlo”. Hay un nombre nuevo: Neymar. Y debieron ser dos si entraba Suárez en lugar de Ronaldo, como hubiese correspondido. El matador uruguayo tuvo un año espectacular, individual y colectivamente. En el lapso que cuenta para valorar el desempeño de los nominados, del 23 de noviembre de 2014 al 22 de noviembre de 2015, redondeó 40 goles y fue importante para conquistar el triplete barcelonés. Ronaldo marcó algunos tantos más, pero no ganó ningún título y su juego fue exasperantemente pobre, tanto que ya todos los analistas hablan de una declinación definitiva de su juego, reducido a simple pescador de área. A los 31 años podrá asegurar ingresos por marketing, pero ya no demostraciones futboleras.

La reiteración de nombres no agrada, pero es lógica: no siempre se da una época tan marcada por dos personajes rutilantes como Messi y Ronaldo. Es comprensible que acaparen una década, han signado una época. Hubo años en que no aparecían figuras, ni se sabía a quién darle el premio. Deberíamos preguntarnos al revés: si no son Messi, Ronaldo, Suárez, Neymar, ¿quién? No hay otros que den la talla para una distinción tan fuerte. Ribéry, Kroos, Robben, Ibrahimovic, Benzema, el mismo Iniesta, Wayne Rooney, todos los que en los últimos años han sido postulados como posibles triunfadores son muy buenos, pero indudablemente no como para alcanzar el trono. Y algunos ni para ser ternados, más allá de haber tenido algún gran año. Competir contra Messi y Ronaldo en la última década fue casi una misión imposible.

Cuando Messi asomó al fútbol ya se vio que estaría diez o doce años disputando el trono. Es un futbolista de todos los tiempos. Y ésta es su era. No nos asombremos si el año próximo vuelve a estar ternado. Tampoco es para sorprenderse que siempre sean elegidos jugadores del Barcelona y el Real Madrid, son los clubes más poderosos de la Liga más exigente. “La FIFA es una mafia”, dicen muchos al referirse a la votación. Error, la FIFA no elige, da a elegir. Luego publica el voto de cada elector. Es imposible mayor transparencia.

¿Por qué siempre se eligen delanteros?, preguntan muchos. Porque tienen el don más preciado del fútbol: el gol. “Lo más difícil del fútbol es hacer gol, todo lo demás se puede arreglar”, sentenció una vez Juan Ramón Carrasco. Por eso el Real Madrid paga 80 millones por James Rodríguez y 5 por Keylor Navas, un magnífico arquero. Es la diferencia entre marcar goles y evitarlos. Desde luego, los tantos solamente no pueden determinar un Balón de Oro, pero representan un buen argumento.

Neymar está haciendo su mejor temporada (es la tercera) desde que llegó a Barcelona. Durante la lesión de Messi se reveló como un interesante conductor de juego, además de sus goles y su habilidad desconcertante. Está en evolución y es muy merecido que integre por primera vez el tridente que aspira a las estatuillas.

En la temporada 2014-2015 Messi alcanzó nítidamente la dimensión de jugador total; que crea juego, asiste y convierte, arrancando desde el mediocampo para finalizar en el área. Ganará seguro su quinto Balón. Si subsistiera alguna duda acerca de sus merecimientos en esta temporada, vale repasar sus méritos acumulados en los últimos 365 días:

Elegido mejor jugador de la Liga de Campeones y máximo anotador; mejor jugador de la Copa del Rey y mejor jugador de la final; mejor futbolista del campeonato español y segundo goleador a 5 tantos del primero (43 a 48); líder en asistencias de la Champions League, de la Liga Española y de la Copa del Rey; Goleador de 2015 con 48 tantos hasta ahora (pese a estar dos meses lesionado). Mejor jugador de la final de la Supercopa de Europa. Su gol en la final de la Copa del Rey al Athletic de Bilbao es finalista para ganar el Premio Puskas de la FIFA. Su golazo al Bayern de Múnich fue proclamado el mejor del año por la UEFA con el voto de 199.910 usuarios (39%). Mejor jugador europeo 2014-2015 por 49 votos a 3 de Suárez y 2 de Ronaldo. Campeón de España, de la Liga de Campeones, de Copa del Rey y de Supercopa de Europa.

Impresionante. Lo que no miden los títulos, las distinciones ni las estadísticas es el juego. En ese rubro ha sido el curso más brillante de su carrera.

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Douglas, apenas una herramienta

Copa del Rey. El afamado Barcelona, multicampeón, no le pudo ganar a un equipo de Tercera División en el partido de ida en cuarta ronda.

/ 2 de noviembre de 2015 / 12:15

Las imágenes son muy simpáticas: los jugadores del Villanovense, modestísimo club de Segunda “B” de España (tercera categoría), miraban en directo el sorteo de la Copa del Rey por televisión. Habían avanzado ya tres rondas, la primera sin jugar, y las dos siguientes venciendo a equipos de su misma divisional. Les tocaba, pues, chocar ahora con uno de Primera División. El maestro de ceremonias sacó la bolilla del Villanovense en primer lugar; restaba conocer el rival. Fue cuando los muchachos del clubcito extremeño empezaron a corear, por mitades: “Madrid, Madrid, Madrid…” Y los otros “Barça, Barça, Barça…”. Querían a alguno de los dos colosos de rival, conscientes de que los ojos del periodismo, y de toda España, estarían centrados en su próximo enfrentamiento. Se les dio: la bolilla cantó “FC Barcelona”. El grito de alegría fue atronador. Se comprende, son semiprofesionales que tienen otros empleos. Uno es albañil, otro enfermero, dos más manejan un camión recolector de residuos, el capitán Pajuelo es vendedor de seguros… Todos así. Jugar contra un peso pesado era un sueño para ellos. La afición española se enteró (nosotros también) que el cuadrito de la provincia de Badajoz tiene camiseta verde.

La alegría de los futbolistas villanovenses se multiplicó hasta el nivel de euforia en el caso de los directivos, se les daban vuelta los ojos imaginando la taquilla. De hecho, el estadio Romero Cuerda, donde juega en Villanueva de la Serena, tiene apenas un aforo de 2.400 espectadores. Pero apenas se supo que los visitaría el Barcelona se movieron para darle mayor capacidad. Consiguieron tribunas tubulares y lo llevaron a 10.500, que fueron los que entraron. Cuenta Santi Giménez, redactor de Marca, que un ejército de pintores, carpinteros, operarios de todo tipo y sobre todo voluntarios del pueblo que esperaban como premio una entrada, trabajó como hormigas para tenerlo pronto. Y lo lograron.

La felicidad por enfrentar al tricampeón vigente (y por la recaudación…) se extendió con creces: el miércoles igualaron 0 a 0 y lo celebraron como un título. No es para menos. El resultado no es suficientemente explicativo si no se aclara que el Villanovense marcha undécimo en el Grupo 3 de la Segunda “B”, donde compiten 60 equipos (en una tabla general se ubicaría 32º). Pero igualó con el campeón de liga, de Copa y de Europa. Éste alineó un equipo de suplentes, claro que reservas como el francés Mathieu, que le costó 20 millones de euros, el belga Vermaelen (otros 15), los brasileños Adriano (9,5) y Douglas (6), Bartra, Sandro, Munir, etcétera. El resultado, pero sobre todo la aburridora e incolora actuación azulgrana no hacen más que confirmar el pésimo armado de su plantel, donde hay 12 o 13 jugadores al nivel de esa camiseta, y otros tantos que no pueden superar al equipo número 32 de la tercera línea hispana. Ni siquiera generarle situaciones de gol. “Son futbolistas que solo sirven para llenar el banquillo del Barça”, criticó Lluis Mascaró, director adjunto del diario Sport. “Ninguno estuvo a la altura de lo que se esperaba. O, desgraciadamente, puede que sí. Porque la realidad de la plantilla del Barça es así de triste”, prosiguió. “El ‘Barça B’ —remató— hizo el ridículo ante un Segunda B. Más allá de las típicas excusas (el mal estado del césped, la hipermotivación de los jugadores del Villanovense…), el conjunto blaugrana ofreció una imagen pésima, indigna de un tricampeón. Es verdad que casi ninguno de los futbolistas que intervino en este partido tuvieron trascendencia en la consecución del triplete. Pero estamos hablando de jugadores que cobran, como mínimo, dos millones de euros por temporada”.

El Villanovense difundió su presupuesto 2015-2016 para salarios de sus 21 jugadores: 342.000 euros en total. Enfrente tuvo a jugadores un poco más cotizados: Vermaelen cobra 3,5 millones euros por año; Mathieu 3; Adriano 2,5; Bartra 2; el arquero Masip, Munir y Sandro un milloncito cada uno. Mantener su plantel le insume al Barcelona 250 millones de euros cada 365 días. La desproporción es notable: gasta 731 veces más. Empataron.

La agria sensación que el 0 a 0 dejó en la afición culé se potenció con la noticia de que Douglas terminó el partido con una lesión seria: fisura en el escafoide del pie derecho que lo mantendrá inactivo al menos otros dos meses. La sola mención del nombre Douglas provoca irritación, sino furia entre los hinchas azulgranas. Desde su llegada, en agosto de 2014, apenas ha disputado 5 partidos (3 en Copa del Rey y dos medios tiempos en Liga). Es muy evidente que no tiene nivel para jugar en España, tal vez ni para una Primera División medianamente exigente. Sus mínimas intervenciones han despertado una ola de críticas. Pero además ha hilvanado una lesión tras otra. La gente se acuerda de que costó 6 millones de euros y pone el grito en el cielo. Ni siquiera puede ir al banco.

Es otro de los pases “raros”, que abundan en el mundo del fútbol en general, pero que son tan frecuentes en el FC Barcelona (total luego Messi arregla todo). El Barça es un club que tiene decenas de entrenadores en su estructura, es absolutamente inadmisible que alguien aprobara esa contratación. Está claro: algunos hicieron un negocio de fábula con él. Douglas es apenas la herramienta (no obstante no tengamos tanta lástima, cobra su millón y medio anual).

Así como la venta de derechos de televisación por parte de las asociaciones y confederaciones, el rubro de las transferencias en los clubes se presta a grandes deshonestidades. En las primeras porque no hay licitaciones, en las segundas debido a que el precio de un futbolista no tiene un parámetro como el de un automóvil o un kilo de azúcar. Menos parámetro tiene la recomendación. Alguien seguramente aseguró que Douglas era un fenómeno (¿el director deportivo Andoni Zubizarreta…?). Luego fracasa y vienen las antiguas excusas: “El chaval era bueno, pero no se adaptó”, “Lo malograron las lesiones”, “El técnico no confiaba en él”, “Tenía una novia despampanante que lo arruinó”…
Pero Luis Enrique ya era entrenador del Barça cuando se lo trajeron. Si él no lo pidió, al menos debió desaconsejar la contratación. No lo hizo y no habla bien de él. Es el fútbol que tenemos, caballeros.

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El fin de la cultura del empate

Contrastes. El empate deja sabor pastoso en la boca, y si es en blanco, peor. Como polo opuesto, el triunfo da alegría o tristeza. Parte del juego.

/ 26 de enero de 2015 / 04:00

Estamos en Uruguay, la antigua “Suiza de América”, durante décadas pequeño baluarte de la educación pública y la seguridad, el país de los eternos tres millones de habitantes, antaño “orientales”, luego uruguayos. Nación donde la vida parece transcurrir a una marcha menos que en el resto, y en el que el fútbol y el asado son ritos inviolables y las playas, maravillosas. Asistimos al Sudamericano Sub-20, viejo cofre del que siempre surgen joyas fabulosas. En los primeros 20 partidos, una sola igualdad, y porque con ella clasificaban ambos: Perú 1 – Paraguay 1. “Está lindo el campeonato”, escuchamos. Cuando no hay empates en el horizonte, el hincha se entusiasma. El empate deja un sabor pastoso en la boca, y si es en blanco, mucho peor. Como polo opuesto, el triunfo genera alegría o tristeza, parte esencial de este juego, cuyo condimento básico es la emoción.

En Brasil 2014 debieron pasar cinco jornadas y 13 partidos antes de registrarse un empate: Irán 0 – Nigeria 0. Veníamos de un arranque espectacular del torneo: 12 victorias y 41 goles. Salvo vibrantes excepciones (Colombia 4 – Unión Soviética 4 en Chile 1962, Alemania 3 – Francia 3 en 1982), los empates no tienen muchos gritos de gol.

La igualdad era antiguamente sinónimo de especulación (“Éstos salen a empatar”, desconfiaba el público). El ocaso de la igualdad comenzó hace justo 20 años, cuando se instauró el nuevo sistema de puntaje que otorga 3 puntos a la victoria. Antes, si un equipo igualaba sus diez primeros encuentros de un certamen se consideraba una campaña discreta; ahora es decididamente mala. Los jóvenes que están hoy comenzando en el fútbol profesional no son hijos del empate como objetivo (por ende, de la especulación), son de la cultura del ir a ganar. Este cambio tiene un por qué…

El fútbol es un invento inglés. Está probado que en la remota antigüedad, los chinos se entretenían con un juego de pelota; también los mayas ejercitaban con un esférico; y en el Renacimiento se popularizó el calcio florentino. Sin embargo, el juego y el reglamento tal como lo conocemos hoy, su organización como deporte, es obra británica. Indiscutible.

Tenía que ser, pues, un inglés, Jimmy Hill, quien ideara el cambio más revolucionario desde que el juego existe: los 3 puntos a la victoria. Auténtico personaje del fútbol británico, futbolista, mánager, entrenador, dirigente, comentarista, ejecutivo de televisión y etcéteras varios, Hill recibió de la Reina la Orden del Imperio Británico por su extraordinaria contribución al fútbol de su país. Una estatua de cuerpo entero lo evoca en la entrada del estadio del Coventry.

Corría 1980. Mientras el mundo se devanaba los sesos pergeñando cambios reglamentarios para tornar más ofensivo el juego como agrandar los arcos, reducir el número de jugadores y otros disparates, a Hill se le encendió la lamparita; un pequeño retoque podría asestar un golpe a la especulación: otorgar un punto más al equipo vencedor. El objetivo era romper con la mezquindad de la “media inglesa” (ganar en casa y empatar afuera), ecuación que alcanzaba para ser campeón. Al revalorizar el triunfo, los equipos dejarían de pensar tanto en el fenicio negocio del empate y, con ello, en defenderse.

La sencilla iniciativa (que el tiempo demostró era genial) se puso en práctica por primera vez en Inglaterra en 1981. Funcionó y nunca más se volvió atrás. En 1982 se sumó Israel; en 1983, Nueva Zelanda; en 1987, Turquía y Noruega. Y a partir de allí, se fueron agregando cada vez más países. Bert Milichip, presidente de la Football Association, recomendó a la FIFA adoptar los 3 puntos, aduciendo que en Inglaterra había tenido un efecto notable. La entonces FIFA de Havelange, advirtiendo el acierto, lo adoptó como propio y ordenó jugar el Mundial de 1994 ya con ese parámetro.

El 1 de julio de 1995 entró en vigencia a nivel universal. Se cumplen 20 años. Lo increíble es que una medida de índole administrativa generó el mayor vuelco en la mentalidad del fútbol. No es solo una opinión basada en la apreciación, sino en estadísticas concretas.
Tomando como referencia la Copa Libertadores, analizamos los últimos diez años en que regían los 2 puntos (1985-1994) y los primeros diez de 3 puntos (1995-2004).

La medida generó tres variaciones significativas: 1) decrecieron los empates; 2) aumentaron los triunfos como visitante; 3) hay más goles.
Tomando los partidos de grupo, donde se enfrentan todos contra todos a ida y vuelta, entre 1985 y 1994 se registraron 170 empates en 588 cotejos (29%). De 1995 a 2004 hubo también (¡increíblemente!) 170 igualdades, pero en 792 encuentros (21%). Significa que se redujo en 27,5% la cantidad de igualdades. Enorme proporción, pues el empate es un resultado que no desaparecerá nunca. Lo que decreció es el empate inducido, el que se buscaba como sistema.

En los mundiales ocurre lo mismo. Aparte del fútbol veloz y ofensivo que se vio en Brasil 2014, uno de los puntos favorables fueron las pocas igualdades: apenas 13 en 64 partidos (20%). Como comparación, digamos que en España 82 se dieron 17 igualdades en 52 cotejos (33%).

La disminución de los empates aumentó las victorias como visitante: en la Libertadores subieron del 22,79 al 25,12%. Los equipos ya no van directamente al 0-0 fuera de casa. En 2013 se registró el récord de victorias foráneas en la historia de la Copa: 36. Esto, sobre 138 partidos, supone un 26%. Los locales lograron 75 triunfos (54%). Los triunfos a domicilio vienen creciendo año tras año.

Algo ha cambiado en el fútbol, ¿no…?

En cuanto a goles, entre 1985 y 1994, el promedio más alto de anotaciones en la Libertadores se registró en 1993, con 2,77 por juego. Desde 1995 en adelante se han dado torneos hasta con 3,44 goles por partido (en el 2000, la tercera marca histórica). Sumando los dos periodos (2,457 el primero y 2,893 el segundo), tenemos una apreciable variación de 0,436 gol más por encuentro. Casi un tanto más cada dos partidos.
El video conmemorativo de los 125 años de la Liga Inglesa dedica un homenaje especial a Jimmy Hill por su notable idea de los 3 puntos. Nunca tan justo.

Jorge Bacarreza es periodista argentino

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