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No importa cómo, había que ser parte de la fiesta

La gente fue otra vez lo mejor del Dakar en Bolivia. Se calcula que unas 50.000 personas llegaron a Uyuni para ver la carrera. A la vez, unas 400.000 estuvieron como espectadores a lo largo de la ruta.

La afición tejió en los días de la carrera por el país, desde el primero hasta el último, un sinfín de historias. Primó el sacrificio: por ejemplo, dormir en la calle la noche antes de la llegada de la carrera para ganarse un lugar; o hacerlo en pleno altiplano en la previa de la despedida.

Uno de los que pernoctaron es Juan Coronado, quien partió con su vehículo a las 18.00 desde Uyuni. “Me ha impresionado el apoyo de la gente, sobre todo a nuestros corredores”, comenta detrás de la cuerda azul que sirve para delimitar entre los espectadores y los equipos de corredores, mientras los primeros rayos del sol asoman por el horizonte en el último día de la carrera por territorio nacional.

El cielo despejado hace que el frío se sienta con más fuerza, así es que varios visitantes optan por cubrirse con las frazadas con las que han dormido a la vera de la carretera, mientras que medio centenar de integrantes de la banda Fabulosa Gran Poopó interpreta una diablada y luego un huayño que empiezan a subir los ánimos de la gente.

“Desde el miércoles por la madrugada estamos en Uyuni para animar la llegada de los corredores”, comenta Alfredo Peñafiel, director de la agrupación artística que se trasladó a las 02.00 desde Orinoca, el pueblo natal del presidente Evo Morales, hasta Pulacayo.

Minutos antes de que salieran las primeras motocicletas, a eso de las 07.00, se formó una hilera extensa de turistas haciendo flamear la bandera boliviana, distribuida por funcionarios del Viceministerio de Turismo.

Recuerdo: Dos niños son fotografiados con un piloto y su helicóptero.

El frío se mantiene, por lo que Jenny Romero, quien llegó desde Cochabamba, se sienta sobre un banco de madera y se tapa con una manta. Ella cuenta que ha dormido en ese sector dentro del vehículo de la familia desde las 23.00. “Estaba haciendo frío pero nos acomodamos con el fin de ver la partida”, dice sonriente junto con Lechuga, un perro schnauzer café que forma parte de su familia y que ahora también participa en la aventura del Dakar.

En los alrededores, Maruja Milla ofrece chalinas y gorras estampadas con las imágenes de la competencia, en especial de Juan Carlos Salvatierra y Wálter Nosiglia. Varios visitantes aprovechan el momento para acercarse a ella y comprarle. Irse sin un recuerdo de la aventura, sería como cometer un pecado.

‘Ojalá que el Dakar se repita al año’ por Bolivia

Marcos Fernández

Ojalá que el Dakar se repita al año, porque es una linda experiencia”, afirma Gonzalo Cordero, quien junto con su familia no tuvo reparos en dormir dentro de su vehículo con tal de ver por última vez a los corredores al marcharse del país.

Pilotos de todas las categorías tuvieron la mejor bienvenida y también la mejor despedida,

Como parte de la organización, la ASO dispuso de 11 helicópteros para que sirvan de apoyo en la competencia internacional, de los que dos estaban parados a unos 100 metros de la muchedumbre.

Asimismo, la gente hizo lo posible por llevarse un recuerdo. Por eso Óscar Gutiérrez ve una buena oportunidad para generar recursos y ofrece por

10 bolivianos una fotografía con la aeronave de origen francés. Niños y familias completas posan y se sacan instantáneas.

Es lo que deja el Dakar a su paso y lo que hace que la gente quiera que se repita alguna vez.