Icono del sitio La Razón

No es solo en el ojo ajeno

La Federación Boliviana de Fútbol (FBF) acaba de denunciar a su par de Chile, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), por “infracciones contra el honor y de naturaleza discriminatoria” en el partido Chile vs. Bolivia, jugado el martes en Santiago por las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018.

No es para menos. Los hinchas chilenos cantaron, entre otras cosas, “olé, olé olá el que no salta no tiene mar” y se la tomaron con el arquero nacional Carlos Lampe, quien fue el principal blanco de los insultos.

La FIFA promueve la igualdad de género y la lucha contra la discriminación; es bueno, por tanto, apelar a ella para intentar frenar actos como los que hubo en Chile.

“Lo que ocurrió en el (estadio) Monumental fueron expresiones normales dentro de cómo se vive el fútbol en Sudamérica”, respondió Arturo Salah, presidente de la ANFP.

Una respuesta fuera de lugar, una excusa horrible para tapar el sol con un dedo. Si fuera así, igual no hay por qué tolerar los exabruptos por más cancha de fútbol que sea.

A partir de ahí, sería bueno preguntarse cómo estamos en casa. Y estamos mal. En el más reciente partido que jugó Bolivia como local hubo también un mal comportamiento de una parte de nuestra afición. Quizás el rival no consideró que era para levantar una queja y por eso no lo hizo. Pero hubo gente evidentemente discriminatoria y racista.

La hay en todas las canchas del país en la competición interna. Las hinchadas más que apoyar a sus equipos se dedican a insultar a los rivales, a los árbitros, a los aficionados que son contrarios.

Por si fuera poco, un insulto de grueso calibre recibe el aplauso del entorno, que disfruta y ríe sin importar el ejemplo que se les da a los niños ahí presentes.

En las redes sociales hay de todo, incluso gente del fútbol que utiliza sus cuentas para discriminar. No hace mucho, el propio seleccionador nacional fue una de las víctimas. Y al que lo atacó, muy conocido, no le tiembla la mano creyéndose protegido.

Tras lo de Chile, han hecho bien todas aquellas personas e instituciones que han levantado la voz en el país. El siguiente paso debería ser fijarse también en lo nuestro, no vaya a ser que veamos una paja en el ojo ajeno y no la viga que hay en el nuestro.