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Promoción y Reservas

Más de 30 años después de su fundación la Liga ha puesto en escena un torneo de Promoción y Reservas. Antes del nacimiento de la entidad los certámenes de categorías menores a la Primera eran habituales en el fútbol nacional; después, se cayeron y con ello se echó tierra a la posibilidad de darles competencia a valores de segunda línea que la necesitaban para crecer. Cuántos jugadores habrá perdido el país en todo ese tiempo por no prestarles atención.

En otros lados la realidad es otra: si en Primera juegan Fulano y Mengano, pasa lo mismo en el resto de sus categorías. La competencia es permanente y, de esa forma, los clubes se nutren de sus canteras.

En el certamen boliviano actual pueden jugar jóvenes futbolistas (menores de 20 años) en su mayoría; como también el reglamento permite la inclusión de otros que, al no estar contemplados en sus primeros equipos, tienen la chance de ser tomados en cuenta. Entonces, a la vez que los chicos ganan minutos y experiencia, los otros no pierden ritmo.
El torneo avanza tropezando. Hay muy buenos partidos, pero las condiciones no son las mejores, el presupuesto (todo cubierto por la Liga) apenas alcanza, los viajes son por tierra, los hoteles son de cuarta, la alimentación no es de la mejor. La primera fase se juega en dos llaves y ya se ha adelantado que la siguiente agarrará otra modalidad que abarate los costos porque de lo contrario será insostenible.

Ahí está el talón de Aquiles. La idea es buena y ojalá que no muera, que se apuntale un certamen de estas características para que vaya en crecimiento; pero falta que la federación, la Liga y los propios clubes se animen a apostar más por sus otras categorías e inviertan mayores recursos.

Hoy en día nuestros clubes, grandes y chicos, malgastan el poco dinero que tienen. Comparando: es como si todo el tiempo vivieran en alquiler, o sea nunca vuelven a ver el dinero que depositan; y no piensan en un anticrético o en una casa propia. Así, siempre terminan sin nada.

Este torneo de Promoción y Reservas es una oportunidad para cambiar. Hay que tomarle más apunte de parte de todos. El fútbol boliviano está lleno de equipos muertos y moribundos. Una luz de vida —como la que ha aparecido— no le cae nada mal.