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Impecable por donde se mire

Dueño del resultado. Del trámite. De la tenencia del balón. Y, claro, de la actitud para buscar la meta. En suma, propietario de todo.
Hace rato que a nivel de clubes un equipo boliviano, actuando en el extranjero, no lucía tan abrumadoramente superior. De principio a fin. Casi sin sobresaltos.

Es cierto que un gol tempranero (el de Chumacero, con evidente complicidad de la zaga y del arquero Rodríguez) contribuyó —y no solo por el valor que adquiere en campo ajeno— a despejar la ruta, pero The Strongest se plantó en el Centenario dotado de una autoridad a la que el Montevideo Wanderers no le encontró la vuelta. Seguramente porque sus fichas claves en la generación (González y Santos) estuvieron lejos de producir y el orden del rival (además de la adecuada ocupación de espacios) posibilitó un control del cotejo sin respuestas idóneas.

Fue el de Farías un cuadro sin puntos bajos. Escasamente exigido de mitad de campo hacia atrás (Vaca tuvo solo una atajada de riesgo; un mano a mano que le ganó a Manuel Castro en el lapso inicial), sus luminarias emergieron en terreno uruguayo: la conducción de Escobar, la eficacia personificada en Chumacero, los chispazos de Raúl Castro, la definición aérea de Alonso para abrochar la victoria, etcétera, etcétera…
Quedó muy claro que el Tigre —más allá de los atributos de juego que tiene bien aceitados— aplicó sin fisuras lo que más convenía. Una mezcla de aplomo y oficio. De proponer iniciativa. Nada de esperar. Ir al frente implicó complicar de entrada al local, lo sacó del esquema, lo desarticuló.

Sin ignorar, por cierto, que ya ante Universitario el Bohemio puso de manifiesto evidentes flaquezas, anoche agudizadas.

Por una cuestión de lógico respeto no corresponde referirse a una llave dilucidada a mitad de camino, pero nadie negará que el aurinegro hizo más que correctamente los deberes. Y en ese inapelable triunfo deberá basar el accionar de la revancha para saberse efectivamente clasificado, algo que a estas alturas lo encuentra como favorito por fútbol, por números y porque la próxima semana, en casa, acompañado de su gente, el panorama se pinta ideal en pro de un festejo, que supo labrar golpeando primero —no lejos del nocaut— en el mítico escenario de Parque Batlle.