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Abrazo del Alma

La imagen dio varias vueltas al mundo. Y después de 40 años aún es considerada como la mejor fotografía de la historia de los campeonatos mundiales de fútbol.

Es el Abrazo del alma, tomado en el anochecer del domingo 25 de junio de 1978, jornada en la que la selección de Argentina se coronó campeona del mundo después de derrotar 3-1 en la final a Holanda en el estadio Monumental de Buenos Aires.

Ricardo Osvaldo Alfieri fue el autor de la que calificó como su obra maestra publicada en la desaparecida edición de papel de la revista argentina El Gráfico.

La imagen aún viva muestra a un hombre sin brazos que se dirige hacia donde están arrodillados, en un sector del campo de juego, Ricardo Tarantini (izq.) y el arquero Ubaldo Fillol.

“Estaba en la platea, cuando faltaba poco para terminar el partido me fui bien abajo y me senté. En esa época pesaba 50 kilos y tenía un buen estado. Cuando vi que el árbitro levantó la mano, pasé los pies, flexioné y ¡tac! Caí paradito. Pero seguían jugando, habían adicionado minutos. Entonces caminé despacito y me puse al lado del palo de Fillol. Y cuando el juez tocó el pito salí corriendo en busca de alguien a quien abrazar. En un momento, Tarantini se arrodilló como rezándole a Dios. Fillol hizo lo mismo y se abrazaron. Justo llegué yo. Me frené y las mangas se fueron para adelante. Y ahí Alfieri sacó la foto. Yo la tengo dedicada por él”.

Esa escena representa el abrazo de todo un pueblo con su selección. Un abrazo sin extremidades, pero en ese momento era lo de menos. No era un abrazo físico. Era un abrazo emocional.

Lo cuenta Víctor Dell’Aquila, quien a los 12 años perdió sus brazos en un accidente eléctrico en San Francisco Solano, una localidad de la Provincia de Buenos Aires. Le ocurrió mientras esperaba a sus amigos, se subió a un poste porque quería ver su barrio desde lo alto. Se cayó y en su intento por recuperar el equilibrio se agarró de los cables de alta tensión y recibió una potente descarga.

Cuando despertó lo hizo en el hospital, entonces ya tenía los brazos amputados y su familia lloraba sin consuelo.

 Alfieri tenía 66 años cuando tomó la fotografía.

En sus memorias, El Gráfico cuenta que la imagen pasó inadvertida por la urgencia del cierre de edición que debía publicarse al día siguiente de la obtención de la corona.

En cambio, fue elegida la foto del abrazo entre Tarantini y Fillol antes que apareciera de Dell’Aquila en la escena, e impresa a doble página.

Tiempo después, cuando la empresa Canon organizó el concurso de la mejor foto del Mundial de Argentina, la editorial propietaria de la revista hizo una revisión del material gráfico y cayó en cuenta de la fantástica producción, bautizada como Abrazo del alma.

“Y cuando vio la foto el periodista Osvaldo Ardizzone,   gran amigo de Alfieri, le puso el título. Eso fue mucho después, al presentar la foto para el concurso que se hizo sobre el Mundial 78. Osvaldo era un poeta, era muy culto, muy inteligente, y al ver al chico sin brazos lo llamó el Abrazo del alma: Víctor, al no poder darlo físicamente, lo abraza con el alma y ahí fue el bautismo. Entre tres mil presentadas, la foto ganó el concurso Canon como la mejor del Mundial”, recuerda Ricardo Alfieri hijo.

Años después, los periodistas que trabajaron con Alfieri padre lo recuerdan, aparte de su gran trabajo, por un distintivo personal: llevaba un pañuelo amarillo alrededor del cuello, era su seña.

“Escuché a muchos padres del otro lado del alambrado comentarles a sus hijos: ‘¿Ves ese fotógrafo de pañuelo amarillo al cuello? Es don Ricardo Alfieri, el que sacó el Abrazo del alma’”, dice el fotoperiodista Fabián Mauri, en uno de los muchos relatos acerca de la histórica fotografía que dio vuelta al mundo.

¿Y cómo obtuvo la foto?

Su hijo cuenta que en ese entonces su padre ya entrado en años no podía salir corriendo a la par de sus colegas más jóvenes, entonces tenía que encontrar otra imagen y de pronto la vio.

“Don Ricardo, solito, se agachó apenas y disparó. Fillol se abrazaba a sí mismo, Tarantini parecía consolarlo, don Ricardo volvió a disparar y siguió disparando”, señala por su parte Mauri.

Al hincha Dell’Aquila jamás se le cruzó por la cabeza que esa foto iba ser tan famosa y ser contínuamente recordada luego, a pesar del paso del tiempo. “Yo no pensé en la foto ni en nada, estaba festejando el título del mundo”.

Como hincha de Boca Juniors su idea era felicitar por el éxito a algún jugador del club en esa selección, el único en cancha era Tarantini, por eso lo buscó, lo siguió y lo alcanzó cuando ya estaba celebrando con Fillol.