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El peso de ser segundo

Es 13 de julio de 2014, Argentina llega a la final de la Copa del mundo y pierde. El segundo puesto no es tan malo, pero sí pesa… y mucho. Los jugadores, sin embargo, levantan la cabeza y salen con ese aire de “la hemos luchado hasta el final”. Tienen cierta frustración en el rostro, pero por lo menos llegaron donde llegaron y se ponen la medalla de segundos. Messi, en cambio, sale casi sin mostrar ningún gesto, sin ponerse siquiera la medalla que le corresponde, como si hubiera perdido absolutamente todo, hasta el alma, en ese partido, en el partido que casi, casi le permite tener entre sus manos la Copa del Mundo, pero no…

Cuatro años después, en junio de 2018, Argentina vuelve al mundial y su primer penal es pateado por el ídolo Messi. Todos miramos o escuchamos atentos, expectantes. ¡’La Pulga’ va a patear su primer penal en este mundial! Estamos nerviosos, emocionados, y… ¡Falla! El diez la ha cagado, como se dice en jerga vulgar (que siempre sale cuando uno está atento al fútbol). Hay esperanzas todavía, pero el equipo está jugando mal. Empata.

Inmediatamente, y decir inmediatamente en nuestros tiempos equivale a decir un segundo después, salen los memes de burla, los memes sobre Messi. El partido siguiente, el equipo juega igual o peor, y el mundo se alista para recibir con llanto, aplauso o altanería la salida de Argentina del Mundial. ¡Tal vez ni siquiera llegan a cuartos!

Maradona enloquece, los argentinos le echan la culpa de todo a Sampaoli y a Messi, los menos empáticos esperan con ansias el rostro del diez en todas las redes sociales después de que su país quede fuera de la Copa. Pero, por suerte, mucho más que por mérito, y contra todo pronóstico, Argentina pasa a octavos. La alegría no dura demasiado. ¡El equipo se despide del Mundial en el primer partido de octavos contra Francia!

¿Qué ha pasado con Messi, el diez argentino, ‘la Pulga’? ¿Va a volver a jugar para Argentina? ¿Va a seguir brillando como lo ha hecho hasta ahora? Él no dice nada. Toma un avión solo, sin hablar con la prensa, sin opinar, y desaparece de Rusia. Aquel comportamiento recuerda al Messi que quedó segundo en el Mundial Brasil 2014.

¿Altanería? ¿Falta de empatía con sus compañeros de equipo? ¿Falta de humildad?

Es necesario entender el peso que carga la estrella sobre sus hombros, el peso de ser Messi. Y sí, seguramente habrá quien diga: “También hubo un Maradona”, “También hay un Cristiano Ronaldo”, “También hay un Pelé”. Pero ser Messi no se compara a ser ninguno de esos otros grandes. ¿Por qué?

En primer lugar, y hablando solamente de hoy, los argentinos han buscado a quién señalar con el dedo para echarle la culpa de tal desgracia. No olvidemos que el fútbol es CASI TODO (así, con mayúsculas) para ese país ganador de dos copas mundiales, así que necesitan un chivo expiatorio para quitarse del alma ese fracaso que sabe a plaga. No les ha bastado con señalar a Sampaoli, el nuevo DT que tanto han criticado, han tenido que buscar a alguien más, y ese alguien es Messi. Incluso Maradona ha dicho que sin ‘la Pulga’, Argentina es solamente “un equipito más”. Y sí, lo ha dicho con un afán de glorificar al caído y defenderlo de las amenazas y de las burlas; pero solamente le ha puesto encima toda la mochila que podría llevar encima todo un equipo. Nadie perdona al diez.

Alemania, ganador de la Copa 2014, también se ha ido sin llegar siquiera a octavos, pero nadie crucifica a nadie. Por un lado está la superstición, “todos los campeones desaparecen al principio del siguiente mundial”, pero lo más importante es que no hay nadie a quien apuntarle el dedo porque nadie es Messi. Portugal, que tiene al otro grande del fútbol de hoy en día, también se ha ido y, no obstante, los memes y comentarios que han salido sobre Cristiano Ronaldo, que también los hay, no son tan graves. ¡Nadie le pone el peso del mundo sobre la espalda! Su juego se admira y se disculpa la derrota.

En Argentina, en cambio, está Messi y a él se le puede culpar de todo.

Aquí entra el segundo punto. Ser Messi no solamente es cargar el peso de ser un gran jugador de fútbol, sino ser el mejor jugador de uno de los mejores equipos, y que tiene, además, al fútbol como segunda religión. Por eso es tan complicada la derrota para ‘la Pulga’, porque además de estar bajo el ojo de todo el mundo, está bajo la camiseta de un país, y no cualquier país, sino uno de los más futboleros del mundo.

Por otro lado, y muy a propósito de la nacionalidad, Messi es el sucesor de Maradona, quien sí ha llevado una Copa Mundial a casa el 86. En cambio, Messi, siendo el diez de Argentina y el diez del Barcelona (otro gran equipo), a sus 31 años se ha ido del Mundial sin Copa. El rey se despide sin corona y a la sombra del rey anterior. ¡Eso sí que pesa!

Tal vez, y solamente hablo desde algo parecido a la empatía (o más seguramente la enceguecedora admiración), Messi ha cargado demasiado peso sobre sus hombros, el suficiente como para desplomarse y quedarse para siempre con ese título de Segundo (segundo del mundo y segundo de Argentina).