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Nadadoras que vencen a la discriminación

A base de esfuerzo, tres generaciones de nadadoras: Karen Tórrez, Katerine Moreno y Katerine Quintanilla han puesto a su disciplina en lo más alto en el país y a nivel internacional superando discriminaciones por su género.

“Siempre hay el estigma de que al ser mujeres somos más frágiles”, indica Moreno, aunque ella durante su carrera no fue marginada gracias a los logros que obtuvo en el ámbito nacional e internacional de la natación.

Desde sus 14 años, Moreno tuvo un lugar privilegiado al ser la primera atleta boliviana en ir a unos Juegos Olímpicos, Seúl 1988, donde fue una de las más jóvenes y una de las primeras mujeres en competir en la disciplina, ya que antes solo los varones lo hacían.

 Esa vez el género le dio este destaque que en 2013 le valió un reconocimiento otorgado por el Comité Olímpico Internacional (COI) y un lugar en el museo del ente deportivo.

 Tórrez está consciente de que los varones obtienen más fácil el patrocinio de las empresas y tienen más protagonismo en la televisión.

“Con cada medalla, es más fácil que te consideren. Antes había menos muchachas en los entrenamientos, pero ahora somos más y estamos obteniendo mejores resultados que los varones”, menciona la valluna. 

 Ella comenta que antes de conseguir sus primeros podios sus padres la querían sacar de la natación debido a que le crecía la espalda.

Ese aspecto es una de las razones para las deserciones de las mujeres en el deporte, coinciden Moreno y su hija Katerine Quintanilla, ya que a los 14 y 16 años solo el 30% de las féminas continúa el camino para ser profesionales, según documental de televisión de la cadena ESPN W, en la que aparecieron las tres nadadoras bolivianas, en junio.

“Éste es mi reto como profesora, evitar estas deserciones porque son muchas chicas que tienen gran potencial pero simplemente lo dejan”, dice Moreno, quien desde hace 15 años es profesora del Club Samix en Santa Cruz. 

 Su hija Katerine acepta estos cambios físicos porque le otorgan halagos de sus compañeros de colegio.

“Me encanta tener mi cuerpo atlético, mis piernas torneadas y este físico de nadadora”, manifiesta. 

Sostiene que las bromas y las burlas de sus compañeros a veces cohiben su rendimiento durante los entrenamientos.

“Al ganarles a los muchachos, ellos se enojan y a veces no te quieren hablar. Por eso a veces no soy tan veloz como debería para darles el gusto, pero eso no me afecta en la competencia porque ahí pongo todo de mí”, explica la cruceña de 19 años.

Ellas se apoderaron de la natación y son consideradas como referentes y heroínas en la disciplina que en Bolivia gana cada vez más protagonismo cuando cada una de las sirenas destaca en las competencias.