Icono del sitio La Razón

Al ritmo de ¡Viva mi Patria Bolivia!

Marco Etcheverry derramó algunas lágrimas. “Se me pusieron los pelos de punta”. Fue como retroceder 25 años mientras la banda Eduardo Caba recibía a los seleccionados del 93 con Viva mi Patria Bolivia.

Los integrantes de la Verde vivieron ayer mil emociones. Se juntaron en el aeropuerto de El Alto. Los que radican en La Paz llegaron temprano, los primeros en aterrizar fueron los de Cochabamba y el grupo se completó con los de Santa Cruz.

Abrazos interminables, risas, bromas, recuerdos, fotos con la gente. No había ningún integrante de la delegación que se resistiera a la afición, poca pero fiel, que los reconoció en la terminal y les extendió su cariño.

“Espectacular, espectacular. Volví a sentir y a vibrar. Los pelos se me pusieron de punta. Soy muy sensible y derramé algunas lágrimas. Además, bajar en el mismo bus, ver las calles paceñas. Ha sido muy intenso lo que hemos vivido”, enfatizó Etcheverry.

El mismo bus que sirvió de transporte a la Verde en 1993, el que iba y venía entre el hotel y las canchas de entrenamiento, estuvo estacionado desde temprano en las afueras de la terminal, con el mismo conductor, don Félix Hidalgo, quien también se fundió en abrazos con los futbolistas.

Adornado con la tricolor, el micro comenzó a descender llevando al grupo que hace 25 años logró la histórica clasificación al Mundial de Estados Unidos de 1994.

La banda también interpretó Cholita paceña y otros ritmos nacionales. La recompensa para los músicos fue tomarse una fotografía con sus ídolos.

Xabier Azkargorta, el técnico, fue el más reconocido y requerido. “Volver a ver los nevados, sentir la brisa fría como una caricia y descender hasta el centro paceño son las características que siempre tenemos en nuestra mente y que nunca se le borran”.

El goleador de América de 1993, William Ramallo (siete goles), suspiró cuando todavía la aeronave realizaba las maniobras para el aterrizaje.

“Desde el avión vi el Illimani y recordé cómo en todos esos meses que estuvimos en La Paz nos cargaba de energía. Y ni qué decir de la afición paceña, sobre todo cuando volvimos del partido con Brasil. El aeropuerto estaba lleno, había banderas, música y mucho cariño. Eso nos ayudó a pasar ese mal momento”.

Ya en el centro, los que reconocían el bus y se daban cuenta de que se trataba del seleccionado saludaban. Desde los minibuses y vehículos particulares sonaban los bocinazos.

“Es la selección que fue al Mundial”, gritó algún aficionado. Otro dijo: “Es la selección de los viejitos”.

“Yo los veo un poco gorditos” —bromeó Azkargorta sobre sus jugadores— “aunque ellos dicen que unos están viejos, otros fusilados, pero todos felices, porque estamos ‘aquí y ahora’, compartiendo con la afición, con nuestra gente como fue hace muchos años”.

A la mente del habilidoso mediocampista Jhonny Villarroel se le vino “cómo hubo un solo espíritu de sacrificio y trabajo en esa selección, que convivió mucho tiempo en un hotel sencillo, pequeño pero acogedor y entrenábamos en condiciones sencillas. Y me sentí muy contento de volver a bajar en el bus de aquella vez. Es que no había lujos ni grandes comodidades, pero sí mucho compromiso y fe en lo que hacíamos. Además, esa selección dejó un legado: la unidad”.

Fue un comienzo de día diferente. La Paz parecía como la de hace 25 años. No es que nunca más hubieran vuelto, lo hicieron muchas veces, pero no juntos como ayer, no como en 1993.

“Tengo bastante nostalgia al volver a recordar esas épocas. No todo era color de rosa aquella vez, pero lo hacíamos pasar, nos divertíamos y entre todos nos comprometimos para empujar el carro para el mismo lado”, fueron las palabras de Julio César Baldivieso.

Al llegar al hotel de concentración, que en esta ocasión no fue el mismo, en la puerta estaban esperando las Cebras, personajes de estos tiempos que hicieron un pequeño túnel para el ingreso de los seleccionados.

Y las palabras finales las dio Carlos Borja, el gran capitán: “Todo lo que hemos visto ahora nos llena de alegría. Tanto el partido en Santa Cruz (del sábado) como éste en La Paz, han sido la mejor idea. Es la gratitud de nosotros a la gente por su cariño incondicional y hoy más que nunca nos parece que es eterno. Así lo sentimos”.

(19/09/2018)