El Barça mató en su ley: 5 a 1 y con baile
Lo de ayer es una buena explicación a ese fenómeno de crecimiento catalán. El 5 a 1 con lujo, que trasciende a los colores e impacta hasta al más neutral motorizando la admiración, ese componente de la emoción que ninguna estrategia de márketing puede prefabricar.
En una gran tarde, el Madrid te gana y hasta te puede golear: En una gran tarde, el Barça te baila; la goleada va incluida. La diferencia la hace el fútbol en que cree uno y otro. Es el gran tesoro del FC Barcelona: su estilo, la búsqueda de la excelencia técnica, el toque como credo irrenunciable para arribar al objetivo. Hasta hace quince años, no se veía en Sudamérica un joven con una camiseta del Barcelona, todos eran internacionalmente del Real Madrid. Hoy se impone el color azulgrana. Y ello pese a las varias y fresquísimas Champions celebradas por el club de Di Stéfano y Bernabéu. Lo mismo ocurre con las ventas de productos de uno y otro, con el monto de ingresos y con el número de patrocinadores. Barcelona es, en fútbol, la marca planetaria más apetecida por las grandes empresas. ¿Quién no desea estar asociado a su buen gusto futbolístico…?
Lo de ayer es una buena explicación a ese fenómeno de crecimiento catalán. El 5 a 1 con lujo, que trasciende a los colores e impacta hasta al más neutral motorizando la admiración, ese componente de la emoción que ninguna estrategia de márketing puede prefabricar. En este fenomenal deporte, nada puede igualar a ganar jugando bien, dando show de bola. Es la fuerza arrasadora de cuatro toques seguidos, un amague, un enganche, una gambeta pícara, un freno, todo combinado colectiva y armoniosamente.
El Barcelona tiene eso: puede fichar mal, equivocarse con los técnicos, pasar por un momento flaco o ver cómo el Madrid, con menos juego, hilvana cuatro Champions en cinco años, pero el día que suenan los violines azulgranas, el fútbol pasa de deporte a expresión artística, del músculo a la sensibilidad. Y eso no puede ni soñarlo el Madrid, aún con toda su grandeza. Es patrimonio de este club. El Madrid es sexo, el Barça es sexo con amor.
Fue un 5 a 1 con enormes repercusiones. Estadísticamente, se suma a otros resonantes antecedentes clásicos de los últimos años: el 6-2 de 2009, el 4-0 de 2015, el 4-3 de 2014, el 3-2 y el 3-0 de 2017, todos en el Bernabéu. El apabullante 5-0 del 2010 en el Camp Nou, y muchos otros con más juego que goles. O como los 14 triunfos a 4 que se registran a favor del Barcelona en los últimos diez años.
Otra esquirla que se desprende de esta victoria de oro es que el club de Xavi, Iniesta y Messi toma la punta en solitario y el Madrid se hunde en el noveno puesto, siete puntos más abajo. Y acaso la más importante: el carácter destituyente de este 5 a 1 con el despido de Julen Lopetegui del banco del Madrid, que ve no solo peligrar toda la temporada, también la clasificación la Copa de Europa del curso siguiente. Por ello, Florentino Pérez fulmina al técnico vasco y presentaría hoy mismo al italiano Antonio Conte, que no es precisamente un lírico, pero que llega con el látigo. No obstante, el capitán y caudillo del vestuario blanco ya puso una barricada: “El respeto se gana, no se impone”, dijo, dando a entender que prefieren un conductor del tipo Del Bosque, Ancelotti o Zidane, de perfil dialoguista y conciliador a uno de mano dura. No obstante, el del Madrid no parece un problema de mano blanda sino estrictamente futbolístico: no tiene juego. No se renovó. Se lo nota un equipo aburguesado, que sigue saltando al campo con los mismos nombres. Alex Ferguson, el entrenador más ganador de la historia, decía que aún proclamándose campeón, cambiaba al menos tres nombres para el siguiente torneo; quería mantener el hambre de gloria. Si algún neófito iba al estadio y alguien le decía que ese Modric que estaba viendo es el flamante Balón de Oro y The Best, hubiera dicho que le estaban tomando el pelo.
Dato que pinta al Madrid: Marcelo es el artillero del equipo, marcó su tercer tanto consecutivo, en tanto Bale y Benzemá suman una decepción tras otra. El Madrid está llorando mares la partida de Cristiano Ronaldo, enfrentado con su presidente.
En otra lectura, vale resaltar que el Barcelona ha ganado en ocho días nueve puntos de platino, y casi todos sin Messi: 4-2 al Sevilla que llegaba puntero (aunque Leo se lo dejó encaminado con un 2-0 en 16 minutos antes de fracturarse el brazo); 2-0 al Inter en otro festival de fútbol que debió ser mínimamente de cinco o seis goles, y esta espectacular goleada clásica. Es un envión anímico excepcional porque se demostró a sí mismo que hay vida sin el genio. Ya contra el Inter sus hombres parecieron juramentados por demostrar que sin el 10 también pueden hacer cosas grandes. Y han enderezado un inicio de temporada plagado de dudas.
- Ante la ausencia de Lionel Messi, el caudillo barcelonista fue el uruguayo Luis Suárez , quien anotó tres goles. Foto: AFP
El primer tiempo de ayer terminó 2-0, pero en juego fue mucho más que eso: superioridad total de un equipo ordenado, solidario, técnico y con grandes tocadores sobre otro sin fútbol ni rebeldía ni la menor idea de cómo afrontarlo. Esta versión de Valverde exhibió una notable similitud con el Barcelona de Guardiola, mucha presión alta para recuperar la pelota y luego toque y toque como argumento para avanzar y lastimar. La llegada del brasileño Arthur es la clave de este funcionamiento magnífico. Ya lo llaman “el nuevo Xavi” por su parecido en el juego, su fantástica relación con la pelota, el manejo de los ritmos, el dominio del terreno y del partido.
Había sido la figura de los dos lances anteriores, ante el Madrid no brilló especialmente, pero fortaleció un mediocampo que había perdido protagonismo en los últimos tiempos. En tándem con Busquets y Rakitic compuso un trío pleno de sabiduría y toque, casi una exageración de técnica y talento. Obligan al rival a jugar sin la pelota.
El momento estelar de Jordi Alba provocó el primer gol; Rakitic le puso un pase magistral por elevación, y el lateral resolvió con el manual: desborde, centro atrás perfecto y toque de Coutinho a la red. Luego, un penal de Varane a Luis Suárez que el uruguayo transformó en 2-0. Penal otorgado mediante el VAR, ya que el juez no lo había convalidado. Lo que siempre sospechamos: el VAR le iba a traer problemas al Real Madrid como a ningún otro club en el mundo. Lo que antes no hubiese sido penal, ahora es. De alguna se va a salvar, con VAR y todo, pero ya no será lo de siempre.
Aturdido, inerme, el Madrid se fue al descanso con pronóstico delicadísimo. Pero sorprendió en la segunda parte con una reacción típica de este club asociado desde siempre a la victoria, a los vuelcos inesperados. Descontó Marcelo; Modric mandó un remate al palo cuando Ter Stegen estaba vencido. Benzemá elevó un cabezazo en inmejorable ocasión de gol, pero Suárez, retornado de una larguísima oscuridad, puso el 3-1. Jugada calcada del primero, aunque por la derecha: brillante cesión aérea de Rakitic a Sergi Roberto, desborde, centro para Suárez y fabuloso cabezazo al gol que dejó parado a Courtois (nadie puede explicar todavía para qué lo ficharon teniendo a Keylor Navas, de sensacional rendimiento los últimos tres años).
Con el 3-1 terminó la oposición merengue y se reanudó la fiesta blaugrana. Hubo dos gritos más para redondear una actuación apabullante. Incluso uno a cargo de Arturo Vidal, que venía molesto por sus pocos minutos en campo y volvió a sonreír. El miércoles estuvimos en el Camp Nou ante el Inter y nos encontramos con Jorge Valdano, exquisita persona y fantástico producto del fútbol: jugador, entrenador, dirigente, periodista, escritor, todo en rango de campeón. Nos dijo: “El Barça tiene el tesoro de su estilo. Incluso si le toca andar mal puede refugiarse en el estilo. El Real Madrid no lo tiene y si sus grandes individualidades no están bien, lo sufre”.
Premonitorio de lo que ocurriría este domingo.