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Treinta y seis años después, Menotti sigue ilusionado

Bielsa desató la locura en Leeds, Pochettino es el factótum del estelar retorno del Tottenham a los primeros planos, Simeone cumplió siete años en el Atlético de Madrid y el club quiere que se quede veinte más. Solari hace sus palotes nada menos que en el Real Madrid; Cúper dirige a Uzbekistán, Guede al Al-Ahli de Arabia Saudita; Martino es nuevo conductor de México; Sampaoli acaba de calzarse el buzo del Santos; Barros Schelotto asumió en Los Ángeles Galaxy, Russo en Alianza Lima, Vigevani en Bolívar. Otras decenas de compatriotas entrenan en Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay, Colombia… También en las más remotas latitudes hay algún argentino frente a una pizarra explicando el 4-3-3 ó el 4-4-2.

Argentina es el país de los directores técnicos. Hay 15.000 diplomados y registrados en la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA). “Esto marca la forma en que los argentinos vivimos el fútbol. Cuando vienen de otros lugares se asombran de la cifra, no es común en otros países”, dice Victorio Cocco en una nota de La Nación de marzo pasado. Cocco, presidente de ATFA, fue un volante exquisito de Unión y San Lorenzo, y seguramente el mayor cabeceador nativo junto con Daniel Passarella. Luego aclara: “Ojo, hay algunos que se reciben simplemente para chapear (presumir) con sus amigos en el café”.

La tierra de Borges es la principal productora y exportadora de entrenadores, pero acometerá la Copa América con un interino, que además es debutante: Lionel Scaloni. Solo por trayectoria debe haber 100 colegas mejor preparados que él. Sin embargo, por absurdo que parezca el episodio, es coherente con la larga trama de desencuentros, desatinos, mamarrachos e inoportunismos que jalonan la historia de la selección argentina. Encaja perfecto. Y esto no significa que Scaloni carezca de capacidad,  tal vez un día triunfe en la función, pero la que lo situó allí fue la casualidad, no una planificación. Es el   que estaba a mano en otro instante de confusión y desorden.

En esa línea de decisiones entre calamitosas y desopilantes (como confiarle el equipo a Maradona en el Mundial 2010, estando Messi en un momento sensacional), se inscribe la sorpresiva designación de César Luis Menotti como director de todas las selecciones nacionales. Había dejado de ser técnico de Argentina en diciembre de 1982.

Otro paso a destiempo. Ojalá el carisma, la sabiduría y el buen gusto futbolístico —innegables— del entrenador campeón del mundo en 1978 sirvan para encauzar el desgobierno en que se ha visto envuelto el equipo nacional en los últimos años. Desde 2007 Menotti está jubilado/desocupado de la profesión que ama; lo llaman ahora. “La de Menotti es una movida para renovar la imagen de la AFA… con un hombre de 80 años”, dice, no sin sarcasmo, Héctor Gambini, columnista de Clarín. Pese a ello, Gambini se revela menottiano cuando agrega: “Menotti es el fútbol argentino, o una parte enorme de lo que entendemos por él”.

La noticia generó escepticismo, aunque también alegría. Menotti es el gran patriarca de la selección, cumplió en ella una tarea refundacional, quien le dio organización y seriedad en momentos caóticos y que convenció a todos —jugadores, dirigentes, periodistas, hinchas— de que era la prioridad suprema. Él logró que los futbolistas la representaran con pasión y orgullo, una verdad que nadie discute. Y el que engendró el primer título mundial, ese bebé que el país más futbolero del planeta esperaba casi con desesperación.

El tema es saber el alcance del cargo. “Por encima de él solo estará Claudio Tapia”, han informado en la AFA. Tapia es el presidente. Pero nunca se sabe… Algunos lo ven como una pantalla para guarecerse de las críticas. La desconfianza se instaló porque ese mismo puesto, entre 2008 y 2014, lo ocupó Carlos Bilardo, pero el ex Estudiantes fue apenas una figura decorativa. Se recuerda que, siendo el estratega, Maradona ni lo dejaba pisar el campo de entrenamiento. Claro, la personalidad de Menotti es diferente de la Bilardo, simplemente por verbo y estatura genera otro impacto. En el ambiente, su figura tiene un aura papal. Sí, está claro que su tarea será la de un consultor y planificador, pero sobre todo se espera de él un designador. Que decida quién maneje futbolísticamente a la selección argentina tras la Copa América de Brasil. La esperanza es que pueda ser Marcelo Gallardo, el último gran malentendido de la AFA. El hincha se preguntó, con toda lógica, “¿Por qué no Gallardo para esta Copa América…? Tendríamos chances”. Tapia declaró que Gallardo es sin dudas el mejor entrenador del país, pero que no había sido considerado para la selección porque éste había manifestado que aún no era su momento y deseaba seguir en River. El DT bicampeón de la Libertadores le respondió fuerte: “Nunca rechacé la selección porque nunca me la ofrecieron”. Luego agregó: “¿A quién no le gustaría dirigirla…?”. O sea, para intentar ganar otra Copa habrá que esperar cuatro años, hasta Ecuador 2023.

La mayoría ansía que, al fin del torneo, Menotti elija al Muñeco, un candidato inmejorable por capacidad demostrada en títulos y en juego, que exprime lo mejor de cada jugador, sobre todo temperamentalmente. Y con apenas 43 años. Puede que César Luis hasta logre el retorno de Messi, que no emite sonido sobre una posible vuelta a la selección ni permite que se lo pregunten. Si de por sí es una tumba, jamás fue tan hermético como en este caso. Rosarinos ambos, con pasado barcelonés también Menotti, no sería extraño que lo invite a sumarse al nuevo proyecto, sobre todo desde agosto en adelante.

Y  a no fuma (fue operado de una afección pulmonar) y quienes lo vieron en las últimas horas hablan de un individuo ágil, dinámico, que desmiente su calidad de octogenario. Salió demasiado adusto en la foto del anuncio, dándose la mano con Tapia. Como que desconfía. No obstante, en su entorno lo ven más que entusiasmado por esta nueva aventura que el fútbol le ofrece. “Ansioso, emocionado y con ganas de volcar una catarata de ideas”, confían. Estará a la cabeza de un ambicioso (o pomposo, tratándose de la AFA) proyecto 2018-2028 presentado a fines de noviembre, por el cual se contempla entre otras cosas crear 8 centros de desarrollo técnico en el Interior del país. Ya se han hecho tres nombramientos, el del exzaguero Roberto Ayala como asistente de Scaloni el más saliente, y deben incorporarse 48 profesionales más. Ahí debería pesar fundamentalmente la palabra de Menotti. En eso, el excentrocampista de Rosario Central es la antípoda de Bilardo. Si no tiene el poder de decisión, no cederá, dará un portazo.

También se espera que el Flaco participe de algunos viajes, no todos desde luego. Pero su presencia en Brasil a mitad de año sería un extraordinario estímulo para un técnico novato y una selección que recién se está armando. Después de casi cuatro décadas observándola de afuera, con una mirada crítica, a veces cáustica, César Luis Menotti está adentro de nuevo. Aunque tardía, no deja de ser una extraordinaria y esperanzadora noticia para el fútbol argentino.