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The Strongest, en el abandono

The Strongest está abandonado a su suerte. El viernes terminó el plazo para la inscripción de candidatos y nadie se hizo presente. Así, las elecciones programadas para fin de mes fueron declaradas desiertas.

En esa situación lo dejaron los Salinas, quienes de pronto —de la noche a la mañana— decidieron irse del club y no asumir la responsabilidad, aquella a la que se comprometieron cuando fueron elegidos por los socios.

Hay que reconocer algo: cuando en 2014 César Salinas tomó el mando, el club logró una estabilidad económica, se terminaron los sufrimientos y la institución como tal pasó a ser diferente, confiable, seria y tuvo un crecimiento gracias a esa administración.

Justamente por eso, en 2017 Salinas fue reelecto como presidente, y para ello hubo dos razones: él quería seguir y los atigrados decidieron respaldarlo por los siguientes cuatro años, hasta 2021.

Es lo mínimo que se le exige a quien asume una tarea, que cumpla con el mandato que le dieron porque además él quiso que fuera así.

En el camino, Salinas decidió dar un salto válido, postularse a la presidencia de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), cargo que ahora ostenta. Está bien, es parte de la carrera, igual que en la política.

Lo que está mal es que su sucesor Henry Salinas, quien asumió la presidencia no por ser su sobrino, sino por ser un vicepresidente a quien le correspondía el cargo, haya decidido poco más de un año después irse y no por un motivo valedero o de fuerza mayor, sino por las críticas que él y su familia recibieron, como si eso no fuera parte de la vida que uno elige caminar.

Los Salinas optaron por decir basta. Pagaron —según los informes que ofrecieron— hasta abril como si ahí hubiera acabado su compromiso. Hablaron de lo que hicieron en su estadía stronguista, pero no de lo que dejaron sin hacer, de lo que queda por pagar este año, que no es poca cosa, y en 2020 y 2021, los años en los que también tenían que estar porque para eso se hicieron elegir; por tanto, con su salida precipitada abandonaron al club, casi como un escarmiento para aquellos que los criticaron, sin darse cuenta de que los que la van a pasar mal no son ellos sino la institución a la que decían querer y respaldar.