Icono del sitio La Razón

Instrucciones para superar una derrota futbolística (o Carta a Micael 2.0)

Uruguay perdió contra Perú y se queda afuera de la Copa América. Iba a escribir acerca de cómo los hinchas podemos superar la derrota de nuestro equipo, utilizando herramientas que usamos para superar los desengaños amorosos. Iba a argumentar que las derrotas futbolísticas a veces son tan difíciles de superar como las rupturas de pareja. Cuando vamos ganando amamos el VAR, el universo es justo, pero cuando pierde nuestro equipo (más específicamente, cuando la interpretación humana del VAR anula tres goles en un partido que acaba cero a cero y tu equipo pierde por penales) parece injusto, el VAR es una porquería y sientes tu corazón roto. Iba a decir que podemos aplicar principios de la espiritualidad para superar esos golpes; todo pasa por algo. Creer que el universo nunca te dice no, el universo lo que dice es todavía no, no estás listo para esto, prepárate para la siguiente.

Iba a escribir esto, e iba a salir una columna medio sensiblona. Pero ahora estoy enojada. Porque mientras iba escribiendo, empezaban a llegar por redes sociales imágenes de las jugadas anuladas que desembocaron en tres goles de Uruguay, anulados por “EL VAR” en el partido contra Perú. Las imágenes demuestran que el VAR, aun siendo una herramienta tecnológica (que debería ser absolutamente imparcial) solo funciona por la interpretación humana, y los humanos no son imparciales. Y resulta que tal vez, solo tal vez, el partido no lo determinó el buen o mal fútbol, sino el árbitro brasileño y el argentino que monitoreaba el VAR. ¿Te acuerdas cuando Uruguay quedó desclasificado del Mundial y te escribí acerca de saber perder? Pues ahora tengo otra cosa de la que hablarte. Y es que el fútbol, además de ser el deporte más lindo del mundo, es también patrimonio de una institución mafiosa, repleta de corruptos, angurrientos de dinero y poder. Es un hecho. No por eso amamos menos el juego, pero es importante que lo sepas. No sería la primera y no será la última vez de que existan sospechas de que los intereses que nada tienen que ver con el juego, se trasladen a la cancha y determinen el resultado.

El fútbol es el deporte más lindo del mundo, pero es también el lugar donde el chauvinismo más bajo, el rencor más horrendo, el racismo y el patriotismo rabioso encuentran una de sus máximas expresiones. Es fácil verlo en los comentarios que hacen los hinchas, denigrando la nacionalidad, cultura y raza del equipo contrincante. Pero esto se traslada también al campo de juego.

Por ejemplo, lo del Maracanazo fue una herida histórica en el tejido de la sociedad brasileña. Han pasado más de cincuenta años, y esa herida se la han pasado de padre a hijo, a tal punto que no sería impensable que el partido estuviera arreglado para que no pasara Uruguay. Porque otro Maracanazo sería insoportable.

Tampoco es impensable que el árbitro argentino hubiera jugado gustoso su parte en eliminar injustamente a Uruguay de la Copa. No digo que así haya sido, y de seguro no tendremos nunca ocasión de averiguarlo. Pero no sería impensable, pues la FIFA es una institución corrupta, y eso sí está ampliamente demostrado. Ya sé que suena a discurso de mal perdedor. Solo que yo no soy mala perdedora. Ahí está esa carta que te escribí, cuando Uruguay perdió bien, tras un arbitraje impecable. Cuando no había nada que reclamar y podíamos abrigarnos con la esperanza de ganar de nuevo algún día, con el orgullo de un equipo que nunca se rinde, un equipo donde todos los jugadores llegan al estadio vestidos de terno y corbata porque para ellos, esa es la importancia que tiene cada partido.

Esto no es lo mismo. Esto es el uso de una tecnología que se supone debería ayudar a esclarecer, pero es que la tecnología es interpretada por humanos, humanos con rencores y con cuentas bancarias. Es verdad, Luis falló el penal. Pero no se hubiera llegado a penales si la interpretación del VAR hubiese sido otra. 

Sé que es duro de saber, pero el futbol es así. Es un juego hermoso, controlado por una de las instituciones más corruptas del planeta. Y así, muchas veces un equipo como el de Uruguay no juega realmente contra los once del equipo contrario, sino contra los jueces, los intereses corporativos, los rencores particulares y las heridas de hace siglos.

Camila Urioste es escritora. Invitada por Marcas de

La Razón durante la Copa América Brasil 2019.