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El amor por Bolívar y por sus camisetas

El amor por su club es inmenso. Por ello, Rodrigo Parra —hoy todo un abogado— colecciona camisetas de Bolívar. Tiene unas 300. Incluso invirtió 1.000 dólares para adquirir una, de 1982.

“Todo se inició en mi niñez, a partir de 1991, cuando mi papá me compró una camiseta y a mí me quedaba grande, igual que el corto. La trajo de la galería Litoral. Me gustó y la guardé. Ya cuando estaba en el colegio compraba las que salían a la venta, muchas veces ahorraba los recreos”.

Muchas divisas de su colección las adquirió “en la calle”, pero a partir de 1998 en Gav Sport, cuando esa empresa se hizo cargo de vestir a la Academia. “Ahí sí recién pudimos adquirir de una tienda oficial”.

“Recuerdo que luego vino Nike, que era una casaca muy cara, entonces esperaba el día de mis cumpleaños para que mi papá pudiera hacerme ese obsequio. Como no había tallas pequeñas, igual le hacía comprar y yo iba al Colegio American School con la camiseta puesta, que me quedaba más abajo de la rodillas”.

Con el tiempo se dio cuenta de que las camisetas celestes aumentaban en su colección. “Ahora son 300, aunque debo admitir que algunas son repetidas. En algunos casos son especiales, como la Nike del 97, que fue la primera indumentaria confeccionada afuera para el club. También tengo la del 2000 con la que clasificamos a cuartos de final de la Copa Libertadores. La del año 91 que fue fabricada por el Palacio de las Gorras, porque con esa casaca goleamos a River Plate por 4 a 1, y también la de la semifinal de la Copa Libertadores, cuando perdimos ante San Lorenzo por un gol de diferencia. Por supuesto la polera Adidas, cuando le ganamos a Boca acá en el Hernando Siles y perdimos allá en La Bombonera, logrando el segundo lugar de la Copa Sudamericana” (2004).

Algunas tienen un rótulo más especial porque fueron obsequios de jugadores.

“Tengo la de Horacio Chiorazzo, quien marcó un golazo en 2004, es una de las joyas que están en mi colección; también la del capitán Wálter Flores, que me regaló un par; la de Rafael Salguero, jugador del plantel del año 90. Es muy complicado que los futbolistas te obsequien sus camisetas porque algunos tienen cábalas y otros se las llevan como recuerdo y las dan a sus familiares”.

Con esa idea de coleccionar siempre se animó a dar un paso más, ya que no todas las camisetas son fáciles de conseguir.

“Bueno, como en todo, hay gente de otros países que colecciona casacas, a veces intercambiamos o compro, hay gente de Brasil, de Argentina. Por ejemplo la polera clásica del año 1982 que lleva la inscripción de Papaya Salvietti en el pecho, la hice traer de Argentina y me costó 1.000 dólares.  Además tiene el escudo del club y el número hechos en cuero. Fue complicado encontrarla porque aquí en La Paz no hay manera de obtener éstas que son prácticamente reliquias en el historial de la institución”.

“A veces tengo problemas con mi familia o con mi enamorada, quienes me dicen ‘cómo vas a gastar tanto’”.

En el último tiempo, BAISA SRL ha optado no solo por dotar al plantel de camisetas titulares sino también de las alternas, Rodrigo las tiene todas.

“Hubo temporadas en las que el equipo vistió tres camisetas de diferentes colores, especialmente en esta última etapa desde 2008 hacia adelante, rompiendo la tradición de contar solo con la celeste. Creo que fue algo novedoso para nosotros, los aficionados”.

La colección “es parte de una pasión, pero también es una cultura que tiene el hincha de verdad. Aquí, en el país, no se da mucho esta figura, aunque en Santa Cruz hay asociaciones de coleccionistas de los clubes Oriente Petrolero y Blooming. Aparte, es como una adicción o un gustito diferente el poder tener la indumentaria deportiva de tu club. Claro que significa una inversión y a veces privarte de algunas otras cosas, pero la pasión siempre es más fuerte porque uno se siente hincha al cien por ciento y para mí Bolívar es el club de mis amores”.

‘Es el tesoro más grande que poseo’

Su sueño es que la colección de camisetas de Bolívar no muera nunca. “Mis hijos la van a heredar y por ahí se animan a continuar con esta pasión”, dice Rodrigo Parra.

“Pero por lo pronto es el tesoro más grande que poseo, es mi pasión por el club. Desde luego que costó bastante convencer a mi familia y después a mi enamorada; aun no comparten lo que hago, pero me entienden”.

Su madre es la que se ocupa de cuidar que las camisetas estén siempre en buen estado: “Ella cuida que no se manchen, que no se doblen”.

Fanático de la colección, ello le ayudó a escudriñar y conocer la historia del club: “Fui a la hemeroteca, a la biblioteca, a buscar por internet, a conversar con gente que conoce del tema y así me entere de la historia del club”.

Siempre ha estado enfocado en Bolívar, pero también tiene algunas camisetas de la selección nacional, empezando por de la de 1993, con la que Bolivia se clasificó al Mundial de Estados Unidos de 1994.

“A nivel de clubes del exterior, tengo algunas que me gustan por los modelos o los colores, pero muy pocas, porque son caras”.

A propósito, ¿cuánto invirtió en su colección hasta el momento?

“La verdad es que nunca intenté hacer una evaluación de lo invertido porque prefiero no hacer números; al contrario, cada que aparece un nuevo modelo o color no escatimo en esfuerzos para adquirirlo, así se fue formando la colección. Si haría números, creo que quedaría sorprendido yo mismo, por eso es mejor dejarlo así”.

Es bolivarista desde niño, gracias a su padre y a su hermano. “Incluso mi hermano jugó en la preprofesional y en mi familia hay muchos parientes que son del celeste. Ahora la tarea será inculcar a los míos, a mis hijos, creo que al ver la colección y el fanatismo que tengo, seguirán mis pasos, aunque no los voy a obligar”.