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Abundancia de tarjetas

El Observatorio de Fútbol con sede en Suiza publicó la semana pasada un ranking de las ligas que más tarjetas amarillas y rojas acumulan a lo largo de una temporada, es un promedio por la cantidad de partidos. Es una recopilación de información de 92 países, entre ellos Bolivia.

Hay un detalle que llama la atención: el fútbol boliviano está en la “cima” con 7,01 tarjetas por partido (0,48 rojas y 6,53 amarillas). Le siguen el uruguayo y el guatemalteco, con sus matices.

La publicación generó algunas reacciones.

Entre las más llamativas está la de Marcelo Claure, ahora presidente de Bolívar. El empresario suele criticar todo lo relacionado con la actual dirección en el fútbol boliviano y en esta ocasión sus dardos apuntan a lo mismo: “De locos. César Salinas por amor a los Bolivianos hagamos algo sobre la liga y el tema árbitros. Somos la liga más VIOLENTA en todo el mundo. Somos los peores. Como presidente de la FBF tiene obligación de arreglar esto” (sic), escribió en Twitter.

¿Es una cuestión de los arbitrajes? ¿Es la FBF la que lo tiene que arreglar? ¿Por dónde en realidad pasa el asunto?

Si el estudio abarcara más detalles que solo contabilizar el número de tarjetas sacadas por los árbitros, probablemente concluiría que en Bolivia el peor de los males son los futbolistas. El nuestro es un fútbol con harta indisciplina de parte de ellos, debe ser donde más reclamos hay con y sin razón y donde dispensan el peor trato a los “hombres de negro”.

Es un tema no menor que se asocia con lo que ocurre en el juego como tal. La liga boliviana está entre las que más faltas se cometen. Ello tiene que ver con los recursos ilícitos que utilizan los futbolistas.

Con este panorama no es justo apuntar solo a los árbitros —que probablemente tengan sus errores— cuando la culpa mayor está en los otros actores. Entonces hay que buscar soluciones más allá, en el comportamiento de los futbolistas y ese es un tema que deben tomar en cuenta los clubes, no la Federación.