Carlos Aragonés: la hipertensión le ganó al director técnico
Nueve años han transcurrido desde que dejó el banquillo, el último fue durante la temporada 2011 al mando de Blooming.
Hace nueve años, Carlos Aragonés Espinoza dejó la dirección técnica. El último club al que dirigió fue Blooming, en 2011. Casi se fue en silencio, no dijo que era su despedida, pero no volvió más desde entonces a ese cargo. ¿Qué ocurrió?
“Soy hipertenso y el viajar continuamente me afecta. En el fútbol tiene también sus riesgos porque hay que hacer subidas y bajadas violentas entre ciudades (por la altitud), encima está la tensión de los partidos, así que creí conveniente no arriesgar mi salud y decidí marcharme”.
Como DT fue cuatro veces campeón boliviano: tiene un bicampeonato con Blooming en las temporadas 1998 y 1999, y a un título con The Strongest (1993) y con Bolívar (2006). Dirigió a varios otros equipos en el país.
Fue asistente de Xabier Azkargorta en la selección nacional mundialista en Estados Unidos (1993-1994), de Antonio López en el subcampeonato de la Copa América Bolivia 1997 y después también fue seleccionador nacional.
“Hice realidad el anhelo de todo entrenador de llegar a la selección nacional transitando antes el camino adecuado”, se enorgullece.
De a poco
Para ser técnico fue quemando etapas. Esa etapa de su vida comenzó poco después de retirarse como futbolista. Una lesión en una rodilla puso punto final a su carrera cuando militaba en Destroyers, en 1986.
“Seguí en la actividad física porque tenía un gimnasio y ya analizaba ser técnico, así que había que buscar la oportunidad. Muchas veces los futbolistas piensan que tras dejar de jugar, de inmediato pueden ser técnico y no es así. En mi caso tenía que prepararme”.
Se fue a España para tomar cursos. Al volver ya se dedicó a su nueva carrera.
Dirigió a las selecciones bolivianas Sub-20, Sub-23 y, lo anotado, a la absoluta. “Lo hice sin apresuramiento, cumpliendo todas las etapas”. Después se desató su carrera de éxitos en los clubes.
En 2005 los médicos le detectaron la hipertensión, ahí empezó a germinar en él la idea de retirarse.
El llamado de atención
En un partido de fútbol en Cochabamba, cuando dirigía a Wilstermann, se sintió mal y tuvo que ser trasladado a un centro médico.
“Ser técnico ya forma parte de mi pasado. Admito que en estos últimos años felizmente tuve ofertas interesantes, pero las descarté totalmente”.
En ese 2005 “la hipertensión estaba comenzando, aunque los médicos me dijeron que podía dirigir por un tiempo más, entonces apareció la oferta de Bolívar que la acepté porque tenía el sueño de ser campeón como técnico del club con el que logré varios títulos como jugador. Es cierto, la Academia me marcó mucho en mi carrera. Por fin se dio el ser su DT y en 2006 fuimos campeones”.
Después su familia le pidió que dejara de dirigir, pero “el bichito” siempre estaba presente, por eso acompañó como director deportivo el ciclo de Erwin Sánchez como seleccionador nacional durante cuatro años.
“Las ganas de dirigir no se habían ido y por una cuestión de afecto acepté la propuesta de Blooming en 2011”. Finalmente después de eso, terminó su ciclo como entrenador.
Tiempo después fue gerente deportivo de Oriente Petrolero.
La última etapa
Regresó a la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) esta vez en el cargo de gerente de licencia de clubes, desde donde trabajó en la reestructuración administrativa del fútbol, cumplió un proceso de formación y especialización y sentó las bases en el país de esa oficina. Le dolió no seguir, pero la FBF optó por realizar cambios, de manera que fue su último cargo en el fútbol.
“Me gustaba porque ese es el camino para que nuestro fútbol mejore, es algo que está muy ligado a la Conmebol, pero por cuestiones políticas y administrativas tuve que salir”.
“Es verdad que uno extraña las canchas en el día a día. En los cargos que estuve después de ser entrenador todavía tenía contacto con los cuerpos técnicos y los jugadores. Pero quien es DT siempre quiere tomar las decisiones, hacer la planificación y sentir esa adrenalina que provoca el fútbol”, dice.
Ahora mira a los jugadores y a la pelota desde afuera sin dejar de hacer un análisis de los partidos, pues está pendiente ya sea de ir a los estadios para seguir el torneo boliviano o de la televisión para “absorber” los encuentros de las ligas internacionales.
“No solo miro el fútbol, sino que lo analizo, aunque para ello máximo lo veo acompañado por una persona, que es mi hijo. También lo hago solo, soy analítico y de cada partido saco siempre conclusiones. Entonces no estoy desconectado por completo”.
Eso sí, nunca hubiera sido dirigente o empresario de futbolistas. “No me veo en esas actividades, tal vez podría regresar a alguna función administrativa, donde me he sentido bien, pero por el momento no existe ninguna posibilidad”.
Notable jugador
Carlos Aragonés fue un notable futbolista en los años 70 y 80. Triunfó sobre todo en Bolívar y jugó en el poderoso Palmeiras de Brasil. Era un talentoso con el balón, además tenía visión de organizador. Por si fuera poco, una de sus muchas cualidades era el juego aéreo con sus potentes cabezazos.
Lució camisetas por lo general con el número 10 reservado a los virtuosos con el balón. De su Yacuiba natal dio el salto al norte argentino, donde comenzó a jugar, y de ahí fue “rescatado” por Mario Mercado Vaca Guzmán, entonces presidente de Bolívar.
Ganador con la Academia, su periplo por Brasil incluyó al Palmeiras de Sao Paulo y al Curitiba. Pero una lesión ya lo tenía a maltraer. Al volver a Bolivia todavía pudo jugar en Destroyers, donde la rodilla le dijo basta y se tuvo que retirar en 1986.
Por supuesto que defendió la camiseta de la selección nacional. Por ejemplo aquella que en 1977 dejó fuera del Mundial a Uruguay y Venezuela, aunque después perdió la clasificación en un “mundialito” disputado en Colombia.
Inversiones inmobiliarias
Hoy, el fútbol es cosa del pasado, pues Aragonés ha emprendido en Santa Cruz un proyecto familiar vinculado con la construcción. Le va bien, aunque la pandemia del coronavirus origina una incertidumbre sobre lo que vendrá después.
“Mi hijo Bruno es arquitecto, tiene una pequeña empresa en la que hace los proyectos y los ejecuta, yo colaboro con el financiamiento. Mi hija Daniela es abogada y también colabora con los contratos. Las construcciones son para nosotros o las vendemos”.
Casas o edificios de pocos pisos, según las condiciones del terreno, son las obras a las que los Aragonés se abocan en una ciudad donde el rubro de la construcción no se detiene.
“Hay demanda, pero también hay mucha oferta, entonces uno tiene que jugar un poquito con la calidad de la construcción y con los precios. Estamos peleándola. Aparte de que me gusta trabajar con mis hijos es también una forma de apoyar a la familia con los proyectos”.
En la cuarentena permanece en casa como todos y apoya a los suyos en las actividades domésticas. Si en el menú familiar está de por medio la parrilla, él es quien se hace cargo.
“También colaboro en otras cosas como la tarea de los chicos que están pasando clases en línea. Para la distracción están las series de televisión, ahí captan mi atención ‘Los caballeros del fútbol’, que refleja el inicio del de este deporte en Inglaterra, y ‘El último baile’, relacionado con la vida de Michael Jordan”.
Su residencia en Santa Cruz está en un condominio, donde existen algunos espacios para transitar y hacer algo de ejercicio.
“Nos estamos cuidando con mi familia, con mi esposa no hemos salido para nada desde que ha comenzado la cuarentena y no he vuelto a ver una calle de Santa Cruz, pero todos esperamos que esto pase de una vez”.
Hombre de fútbol
Cómo hombre de fútbol está al tanto de lo que sucede en las negociaciones entre clubes y jugadores por la reducción salarial. Sugiere que las mismas sean tomadas en consenso, pues “ninguna imposición es buena, así que todo se debe realizar conversando”.
Espera también la reanudación de la competencia. No le parece buena idea suspender o declarar desierto el campeonato Apertura.
“Bolivia es uno de los países a los que más tarde llegó el coronavirus, entonces tenemos la ventaja de que podemos aplicar las tareas que hacen en ligas de Europa, lo que ellos hagan no servirá como referencia y ejemplo para aplicarlos en el país. Creo que los clubes pueden hacer el esfuerzo de jugar sin público para que la competencia siga”.
(03/05/2020)