Champions: millones versus hambre
En el fútbol de hoy en día, los millones tienen un poderoso triple “enemigo”: el orgullo, la identidad y el deseo de gloria
El fútbol de hoy en día, como toda industria capitalista concentrada, corrupta y privatizada, está en manos de los poderosos. Los grandes equipos ahora se dividen en dos: los históricos de renombre de toda la vida (como el Bayern Múnich y sus cinco Copa de Europa/Champions) y los nuevos ricos fabricados a golpe de talonario (ora petrodólares de las monarquías antidemocráticas del Golfo Pérsico como el PSG o el Man City, ora inversiones de multinacionales como la austriaca Red Bull con el Leipzig alemán). Los equipos chicos ven como son expoliados cada temporada que sacan la cabeza a base de trabajo, garra y pasión. Es la dictadura del dinero y la televisión. Así el fútbol se hace cada día más desigual, como la propia sociedad.
En esta edición a partido único (inédita y exprés por la pandemia) de la Champions se han colado en las semifinales que arrancan mañana dos “outsiders” (el sorprendente Olympique de Lyon y el propio Leipzig con el técnico de moda). Tendrán enfrente a los dos grandes favoritos: la topadora Bayern con su veloz y físico juego vertical y el “galáctico” Paris Saint-Germain con su dupla de lujo: Mbappé y Neymar Jr.
Todos los que hemos hecho pronósticos en este torneo nos hemos equivocado. Hacer futurología es un esfuerzo ingenuo. Lo «lógico» sería ver una final para alquilar balcones entre bávaros y parisinos. Lo «ilógico» sacó al campeón y subcampeón de Inglaterra y España (Liverpool, Man City, Real Madrid y Barsa) y al vencedor en Italia (Juventus).
En el fútbol de hoy en día, los millones tienen un poderoso triple “enemigo”: el orgullo, la identidad y el deseo de gloria. En esas tres cosas ganan los de Nagelsmann (Leipzig) y Rudi García (OL). Por el bien de todos, ojalá triunfen los que más hambre de grandeza tienen para demostrar que esto es un deporte colectivo, donde el trabajo, la garra y la disciplina pueden ganar a ese poderoso caballero llamado don dinero. Quizás el fútbol se inventó para eso: para soñar con lo “ilógico”, para saber que los ricos también lloran y muerden el polvo, para vivir en un mundo donde los pequeños pueden alguna vez darse el lujo de tumbar a los grandes.
Ricardo Bajo es periodista