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El ‘show’ debe continuar

El fútbol boliviano es una mala película de terror. Estamos rodeados de esperpento. Tenemos dos “presidentes” al frente de la Federación y contamos con dos grupos divididos en el seno de los equipos profesionales. Pomposamente se autodenominan como G-8 y G-6 como si fueran grandes grupos de poder mundiales.

La amenaza de una intervención y castigo de la FIFA es una inminente espada de Damocles. Los programas deportivos de radio y televisión han sido invadidos por abogados y abogadas mediáticos. Hablar de fútbol se ha vuelto una grosería o peor aún algo fuera de la realidad.

Sudamérica rompe récords de contagios positivos, pero el poder y la plata mandan más que los gobiernos y presionan mucho más. Ya lo decía, don Freddie Mercury, el “show” debe continuar. Por la plata baila el mono y… hasta el dueño del mono.

Conmebol lanzó la primera piedra: (im)puso fecha para el reinicio de la Copa Libertadores a mediados de septiembre. ¿La razón? Los auspiciadores del torneo amenazaban con retirar el dinero. Solo en Europa la pandemia ha causado pérdidas al fútbol por un valor de 4.000 millones de euros. Brasil tiene siete clubes en la Copa y también es el segundo país del mundo con más contagiados de COVID-19.

El fútbol en el “planeta Brasil” volvió en junio y el “Brasileirao” se juega desde agosto. La decisión del retorno fue política. No es casualidad que los países donde más pronto ha retornado la pelota son los gobernados por presidentes negacionistas. El “pan y circo” de la antigua Roma no está tan lejos en el tiempo.

¿Puede y debe volver el fútbol en Bolivia? La decisión en nuestro país también será política. Probablemente la vuelta estará cerca de la fecha de las elecciones presidenciales. Es una “casualidad”. ¿Tenemos las condiciones sanitarias adecuadas? ¿Alterará la competición que Bolívar y Wilstermann lleven más de un mes de adelanto sobre el resto? ¿Se puede retornar con todos los equipos menos San José que ya ha dado el año por finiquitado? ¿Tienes los equipos más modestos las condiciones para evitar contagios y pagar los salarios atrasados a sus jugadores? ¿Se quedará quieto Fabol sin luchar por los derechos de sus agremiados? Nada de esto importará cuando el Gobierno, la Federación y la patronal tomen la (política) decisión. El fútbol en Bolivia puede volver pero no debe.

(*) Ricardo Bajo es periodista