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Farías S.A.

Jorge Valdano ha escrito un libro que se llama Los 11 poderes del líder. El argentino se gana la vida dando charlas sobre liderazgo empresarial y gestión de talento, siempre con el fútbol como escuela de vida. ¿Y si aplicamos sus “once poderes” a Farías?

Uno: la credibilidad. Farías ha perdido la poca credibilidad que le quedaba tras su paso exitoso —en una primera etapa— por The Strongest. La fama —ganada— de “vende humo” ha crecido tras el partido en Brasil.

Dijo que iba a jugar de tú a tú y se metió atrás para evitar una goleada que llegó igual. Dos: la esperanza. Dijo que vamos a clasificar al Mundial en medio de la peor crisis dirigencial de nuestra historia. Vender esperanza es bueno pero hacerlo con palabras huecas es contraproducente. La ilusión se construye con los mejores jugadores, no con los adulados, bajo la sospecha de los agentes.

Tres y cuatro: la pasión y el estilo. Farías renunció a su idea futbolística en Brasil. El equipo atrevido, que quiere la pelota, no apareció. La pasión es contagiosa; el derrotismo, también.

Ojalá que frente a Argentina, el estilo osado retorne como arte de magia. Cinco y seis: la palabra y la curiosidad. Las palabras deben ser atractivas pero no pretenciosas. Farías es presa de su propio ego e intransigencia: quemó a los nueve changos debutantes para vender una falsa renovación. ¿Volverán a ser protagonistas los Bustamante, Zabala, Menacho…? Me temo que no. Me temo que fueron simplemente sacrificados.

Siete y ocho: la humildad y el talento. La primera genera empatía y el segundo necesita un ambiente fluido. A pesar de sus fracasos en Paraguay, México e India, Farías no se caracteriza por su humildad. Es un buen relaciones públicas de sí mismo. Es Farías S.A. Y el hincha “debe” estar agradecido de su presencia entre nosotros. Nueve y diez: el vestuario y la simplicidad. El primero es sinónimo de nosotros (y no yo). La simplicidad evita las absurdas complicaciones. Y doce: el poder del éxito nos habla de la nobleza de los recursos empleados, lo que dota al éxito de una autoridad moral. Farías hace rato que ha perdido ésta última. Nuestro fútbol navega sin rumbo. Farías es un grumete confundido más. Le gustaría tener toda la culpa pero nuestras falencias son estructurales. No se divisa tierra firme, ni un capitán que enderece la nave.

Algún día saldrá el sol, ojalá un rayo nos caliente mañana.

(*) Ricardo Bajo es periodista