Sin mucha prensa, pero bastante reconocido por los jugadores contemporáneos de su época, el exmediocampista Rubén ‘Pato’ Almagro brilló en el club paceño 31 de Octubre, que entre los 60 y 70 fue bastante poderoso.
— ¿Cómo empezó en el fútbol?
— Desde niños los siete hermanos y mi padre jugamos al fútbol, ellos se quedaron amateurs y en mi caso seguí hasta ser profesional. A los 14 ya estaba a nivel competitivo, comencé a jugar con el Atlético Tartagal del barrio San José, donde jugaban Humberto y Luis Gutiérrez. Años después tuve una temporada en las menores de Independiente de Avellaneda en Buenos Aires.
— ¿Cómo fue esa experiencia en Independiente?
— Fue muy bonita, pero había demasiados buenos jugadores en esa época. Un amigo me dijo que podemos ir a probarnos y como yo tenía a mi hermano en Buenos Aires, me animé a ir. En esa época jugué con (Ricardo) Bochini, Bertoni, Sayorato y bastantes jugadores renombrados.
— ¿Cómo era el histórico Bochini, símbolo de Independiente?
— Él estaba en las inferiores, era muy chico, ya era gran jugador y después hizo una grandísima carrera hasta ser el más grande ídolo de Independiente, una leyenda. Años después nos volvimos a ver. Independiente Unificada hizo un cuadrangular en Potosí, invitó a Independiente y yo fui a jugar con 31 de Octubre. Nos vimos luego de muchos años.
— ¿Cómo así Rubén Almagro llega a Bolivia?
— Fue a través de Vicente Díaz, quien era de Tartagal y dirigía a Stormers de Sucre, luego, el 72, él pasó a 31 de Octubre y me trajo como refuerzo a La Paz; fue en 1972, cuando me encontré con varios jugadores del norte argentino como Juan Américo Díaz, Álvarez, Juan Farías, Luis Liendo y el propio Ricardo Fontana.
— ¿Era un fenómeno especial?
— Sí, yo diría que en ese tiempo, Bolivia descubre el fútbol del norte argentino entre los 60 y 70, donde había buenos jugadores y tenían mejor cabida que en su propio país. Además que los de esa región nos adaptábamos mejor a la altura, no nos quejamos nunca. Recuerdo también que vinieron de Jujuy Telmo Paredes, Héctor Cáceres y Roque Segundo Escobar, entre otros.
— ¿Cómo le fue en su primera época en Bolivia?
— Pienso que bien, porque uno trataba de mostrarse, que la gente lo reconozca y sin fijarme en la parte económica vine al país. Me encontré con mucho cariño, respeto y ni pensaba seguir tantos años y al final me quedé e hice mi vida acá.
— ¿Recuerda su debut?
— Sí, por su puesto, al inicio me pusieron de a poco, pero la directiva observó al técnico que un extranjero no podía estar en el banco. Debuté en el antiguo Hernando Siles ante The Strongest del ‘Perro’ Rolando Vargas y el Tanque (Juan Américo) Díaz. Nos ganaban 1-0, luego Paredes empató y yo anote para el 2-1. El Tigre venía de jugar la Copa Libertadores.
— ¿Que tan protagonista era 31 de Octubre?
— Teníamos este equipo: Roque Segundo Escobar; Wildo Estrada, Alberto Tórrez, Jesús Cuéllar y Alberto Cordero; Mario Saavedra y Ramiro Quevedo y adelante estaban: Castro, Paredes, Almagro y Yepez.
— ¿Que tan fuerte era ‘31’?
— Teníamos lo nuestro, por los grandes jugadores que hubo desde antes que yo llegue y después igual, se sumaron valores como Hugo Yépez, Tomás Porcel, Vicente Castro y otros. En esa época, con el respeto de siempre, pero que mucha gente de ahora no sabe del equipo, ese ‘31’ hacía temblar a Bolívar y al Tigre. Ellos tenía popularidad, pero nosotros contábamos con mayor poder.
— ¿Tanto así, cómo eran esos torneos de los 70?
— Quienes jugaron esa época o vieron partidos de esa época corroborarán que los protagonistas de los torneos no eran Bolívar y The Strongest, no repercutían tanto, sino clubes como ‘31’ y Mariscal Santa Cruz, que tenía la delantera de la selección boliviana del 69, Ferroviario, Municipal, Chaco Petrolero, Litoral, Fígaro tenían buena solvencia y eran hegemónicos ante el resto. En mi caso, pienso que tuve la fortuna de jugar en el 31 de Octubre que marcó época.
— ¿Luego del ‘31’ qué sigue?
— Después del 77 pasé a San José, otro equipo minero cuando se dio la fundación de la Liga. A propósito ‘31’ se mantuvo fiel a la Asociación de Fútbol de La Paz y no quiso ser parte de la fundación. No estuve mucho tiempo en Oruro, porque el 79 ya pasé a Always Ready que jugaba la Liga.
— ¿Cómo le fue en la banda roja?
— Jugué dos años, hasta 1981, con actuaciones interesantes con Carlos Dalmazone, Carlos Barreiro, Rogelio Delfín, Cornejo, Juan Américo Díaz y buenos jugadores, aunque ya no con el entusiasmo y las características de antes de fundarse la Liga. Se hizo buenas campañas, aunque no se ganó el título.
— ¿Se despidió en Always?
— No, porque aún pasé a Bolívar, con 29 años. El DT era el polaco Ian Skripco. Gregorio Gallo jugaba de ‘6’, yo de ‘8’ y Romero de ‘10’. Adelante estaban (Fernando) Salinas, (Juan César) Silva y (Elías) Figueroa. Luego se cambió de DT; el nuevo me puso al banco y en eso apareció un gran amigo, “Papi” (Luis) Siles, quien me invitó a jugar el torneo bancario y eso cambió radicalmente mi vida.
— ¿Por qué fue radical?
— Por que tomé la mejor decisión, dejar Bolívar y aprender a trabajar de obrero, desde almacenero en el BBA (Banco Boliviano Americano) hasta escalar otros puestos. Además de aprender a trabajar, igual estudié contaduría pública. En esto tengo que agradecer al señor Siles, porque cambió mi destino, y a don Mario Mercado, que me dejó salir de Bolívar sin oponerse. Con esa decisión tuve un gran futuro, trabajé feliz y con buena salud durante 38 años más.
— Para quienes no lo vieron ¿cómo jugaba?
— Era el ‘10’ clásico de antes, con mucha cualidad técnica, gran dominio de balón, era un armador y administrador de pelota, tenía visión y panorama. Me decían que era igual a Ovidio Messa o (Erwin) Romero, pero que yo era más rápido, porque no la pensaba mucho. Los dos eran mis amigos. Messa era de Sanandita, cerca de Yacuiba, que está a una hora de Tartagal, eramos casi paisanos de esos pagos.
— ¿Cómo así hizo una carrera extensa de funcionario?
— Porque después que trabajé 15 años en el BBA, este se cerró, murió el señor Siles y como yo jugaba fútbol en los torneos administrativos, tenía amigos en la Caja Nacional de Salud, donde me pidieron mi currículum y trabajé como un obrero más, era un archivador de todo el papeleo y de los legajos que se hacían.
— ¿Qué otras labores hizo?
— Pasé a bóveda, donde contaba los billetes, aprendí a hacer eso y pasaban por mis manos millones y millones de bolivianos, en ese entonces había billetes de Bs 2 y 5 en papel y también monedas nacionales y extranjeras. Luego fui encargado de bóveda, cajero y cambio de cheques.
— ¿Cómo así mantuvo su esencia de un obrero más?
— Pienso que en estos dos trabajos aprendí a trabajar de verdad. Me puse un overol, cargué cajas, hice limpieza, seguí de almacenero, ahí supe lo que es realmente trabajar desde abajo, con gran esfuerzo físico y sudor e igual comencé a ascender hasta ser administrativo en almacenes generales y luego fui al hospital Luis Uría como contador, mi verdadera profesión. Estuve 23 años en la caja, también muy feliz por tener un trabajo así, aunque igual de sacrificado y responsable.
— ¿Ahora a qué se dedica?
— Soy jubilado, vivo feliz y tranquilo, a una cuadra y media del estadio, donde voy a veces cuando hay partidos de expectativa. Soy de 31 de Octubre y de San José, gracias a ellos conozco todos los centros mineros del país y a los compañeros mineros, que son trabajadores a los que debemos admirar y respetar por el trabajo que hacen.
— ¿De dónde es el apodo de ‘Pato’?
— Es desde Tartagal, tenía la sangre caliente, no me gustaba perder, o hacer las cosas mal, eso me enfada y enoja bastante.
Perfil
Nombre: Francisco Rubén Almagro Salazar.
Nacimiento: Tartagal (Salta, Argentina), 21.08.1952.
Familia: Juan y Juana (padres); Tatiana (hija) y Javier Alejandro (nieto)
Boliviano
Almagro estudió en el colegio San Francisco de Asis de Tartagal), y en La Paz estudió Contaduría Pública luego de que dejó el fútbol profesional. Se naturalizó boliviano un año después de llegar al país, y está cerca de cumplir 50 años en suelo boliviano, donde dice que se quedará hasta el fin. Se siente boliviano desde su naturalización.
(19/10/2020)