El fútbol es uno solo
El fútbol es la baratija más seria del mundo. Lo dijo el antropólogo Christian Bromberger. Es una bagatelle llena de sentido que concentra una de las más profundas matrices simbólicas de nuestro tiempo
El fútbol es la baratija más seria del mundo. Lo dijo el antropólogo Christian Bromberger. Es una bagatelle llena de sentido que concentra una de las más profundas matrices simbólicas de nuestro tiempo. Sostiene el francés que el fútbol es un espectáculo híbrido: es rito y es showbusiness; es tragedia y comedia; es fiesta y es guerra; es hecho estético y experimento social. Añade el bueno de “Cachín” Antezana que “el fútbol es toda una sociedad, una sociedad abigarrada, aprovechando el concepto de Zavaleta Mercado”.
Cuando el eterno ‘Conejo’ Arce hizo el 1-0 contra Ecuador, celebró con bronca. Estrujó el cóndor de la Federación Boliviana de Fútbol con su puño derecho, señaló con su mano izquierda el escudo y gritó: “es una, es una”. Alguien podría soñar, volviendo a Zavaleta, con este “momento constitutivo” para nuestro empobrecido fútbol, atomizado al extremo como si viviésemos aún en la época de las republiquetas.
Sin embargo, el sueño se evapora “ipso pucho” cuando uno mira como los dirigentes —ajenos a todo excepto a su guerra por el poder— se sacan la mugre un día sí y otro también. La tarea del nuevo presidente, Fernando Costa, es titánica: aglutinar y terminar con la guerra de guerrillas. La sensación de orfandad de la hinchada —parte de la cual pide una intervención de la FIFA— es un cuento triste de Dickens.
De nuestro fútbol apenas quedan cenizas, acaso permanecen viejos recuerdos en sepia cuando éramos más que Colombia, Venezuela o Ecuador. Lo peor de todo es la sensación de desgana. Cuando juega la selección, ya no se para el país; ya se no se ven multitudes alrededor de una terraza con televisión. Hemos dejado de enojarnos, de emputarnos por las derrotas y por las equivocaciones del técnico de turno. Es lo peor que nos puede pasar: indiferencia, apatía hacia nosotros mismos.
La Federación es una sola, el fútbol también. Cuando dejemos de pelear, volveremos a ilusionarnos. Mientras tanto, la pelota tan solo reflejará esa polarización y esos egos/odios que tanto daño nos hacen como sociedad un día sí y otro también. “El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”, dijo una vez Valdano (¿o fue Sacchi?). No está bueno que sea manejado en exclusividad por una dirigencia nefasta mientras el resto miramos de palco con impotencia. Es necesaria una cumbre para rescatar al fútbol boliviano del pozo.
(*) Ricardo Bajo es periodista