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Los cinco problemas del Tigre

Los dos últimos amistosos de The Strongest frente a Wilstermann dejaron aires de preocupación en Achumani. Es verdad que estamos en plena pretemporada pero los problemas del Tigre no son de hoy.

Uno: la sombra de Pablo Escobar es alargada. La propia idiosincrasia del club marca la necesidad imperiosa de fuertes liderazgos. La historia stronguista es la historia de sus caudillos. En el plantel de Alberto Illanes hay grandes jugadores pero ningún caudillo. Hay cuatro o cinco jugadores de peso que mandan pero nadie da un grito y se echa el equipo al hombro cuando llegan las malas.

Dos: el Tigre acusa falta de solidez defensiva. No hay pareja de centrales que logre consolidarse como tal. La llegada del español David Mateos sembró ilusión pero su sobrecarga ha impedido aún su debut. En el colmo de los colmos incluso se habla de una posible mala relación entre el entrenador y el ex zaguero del Real Madrid.

Tres: los stronguistas han armado prácticamente dos oncenos de jerarquía pero hay una posición que preocupa. En el puesto de volante de contención solo se cuenta con Wayar. El año pasado estaba Veizaga pero el cochabambino se fue –fallaron otra vez las formas para despedir a un jugador que dio tanto- y nunca se fichó a un reemplazante. ¿Qué pasa si el chapaco se lesiona? En el segundo amistoso frente al “rojo”, Arrascaita jugó de cinco.

Cuatro: la carencia de gol. Si bien es cierto este es un problema endémico de todos nuestros equipos y de la propia selección nacional, este hándicap se acentúa en filas gualdinegras. Illanes ha depositado la confianza en Blackburn como titular pero el panameño “devuelve” ese gesto con displicencia, con un juego estático incomprensible. Cuando ha entrado Jair Reinoso, el colombiano no logra aún complicar al técnico a la hora de decidir. El gol no es solo tarea del nueve, los hombres de segunda línea también tienen desviado el punto de mira.

Cinco: a los problemas futbolísticos –verticalidad extrema y abuso del toque intrascendente- se suma una decisión táctica del “Flaco”: salir jugando desde atrás. Esta obsesión se ha vuelto en contra pues hace del equipo un conjunto predecible. Resultado: pérdidas de pelota y ocasiones facilonas para el rival. ¿No es mejor alternar con pelota larga para saltar líneas y no obdecarse siempre con salir jugando? Por cierto, el desempeño de Castro sigue siendo un dolor de cabeza.