Experimento y bostezo
GOLES SON AMORES
Introducción: la televisión coloca un partido en plena pandemia a las siete y media de la noche de un domingo. Un “trapo” celeste ocupa toda la recta de general: “Nadie sale campeón solo”. Bolívar coloca su onceno habitual pero el vasco Natxo González cambia sorpresivamente el dibujo: pasa de un 4-2-3-1 a un 4-3-3 con el capitán orureño Erwin Saavedra de falso nueve y la pareja Leo Ramos y Bruno Miranda jugando muy abiertos. Real Potosí se planta con defensa de cinco atrás – Eguino de líbero se queda sin marcar a nadie- y dos puntas arriba. Bolívar juega con medias cambiadas, una de cada color: toda una metáfora del despropósito que va a llegar.
Nudo: el cerrojo potosino es eficaz y la “Academia” toca y toca de manera intranscendente e insulsa. La autocrítica del técnico bolivarista se hace evidente: falta consistencia defensiva, falta profundidad, falta intensidad de juego, falta volumen ofensivo. El ritmo apreciado en la Copa Libertadores se esfuma en una noche fría de media luna. El experimento del falso nueve no funciona: Saavedra se mueve por todo el ancho de la cancha pero no cae nunca a la posición de centrodelantero. El nuevo dibujo tiene otra consecuencia fatal: aleja del área rival y de la creación a un hombre en forma como el zurdo Hernán Rodríguez. También Leo Justiniano aparece perdido a la derecha del catalán Granell. Arriba, Leo Ramos se muestra incómodo escorado en banda izquierda. Solo cuando el argentino traza la diagonal y se vuelca a su posición natural, llega el único y solitario gol. Antes, el “linesman” levanta la banderola y anula un tanto legítimo del hábil delantero camerunés de Real, Christian Bekamenga Bekamengo. Con VAR, esto será otra cosa.
Desenlace: la segunda parte es peor aún que la primera. La tardía hora y el juego apático levantan bostezos y somnolencia en la hinchada de Preferencia. A los veinte minutos, entra el albanés Armando Sadiku (por Miranda). Pronto, el diez de la selección albana se hace cargo de las faltas y ofrece un latigazo de su repertorio. Luego, las pelotas dejan de llegarle al “crack” europeo, que todavía no muestra su nivel. La entrada de Leo Vaca por Saavedra y del joven Kevin Salvatierra por Ramos no cambian nada. Un palo de la visita en los minutos de descuento hace más injusto, si cabe, un marcador demasiado generoso para un Bolívar que da serias muestras de preocupación, duda y extravío.