Bolívar, la derrota más dolorosa y costosa
Introducción: es un partido de tres millones de dólares. Si Bolívar pasa a la fase de grupos de La Libertadores logra ese monto, si cae a la Sudamericana la plata se reduce a 900.000 dólares. Ahí es nada. La “Academia” del vasco Natxo González coloca a los mismos hombres de la ida pero sorprendentemente cambia el “dibujo” (pasa a un 5-4-1) con tres centrales (Guitián, Quinteros y Granell) y dos carrileros (Bejarano y Fernández). En el doble “cinco” aparece la novedosa dupla Justiniano-Hernán Rodríguez con Saavedra (otrora enganche) y García, escorados por los costados. Junior, en su Metropolitano de Barranquilla, coloca un 4-2-3-1 para atacar por dentro con Teo como media punta a la espalda de Justiniano y por los costados con Hinestroza y Sambuesa, buscando la cabeza de Borja. En el “mata-mata”, Bolívar -que estrena camiseta de Puma- lleva nueve intentos sin clasificar.
Nudo: Junior aprieta de salida y Bolívar espera metido atrás, traicionando la idea primigenia del vasco: su apuesta por la tenencia y el fútbol ofensivo. González ha aprendido pronto las malas mañas del fútbol boliviano: el ultraconservadurismo, el pánico. Saavedra perdona la primera y Borja vacuna en otro error grosero (como en La Paz) del “goalkeeper” Rojas. En la zaga celeste, todos intenta acomodarse a su nuevo trabajo: Jairo Quinteros está incómodo de líbero mientras Granell y Guitián regalan en salida la pelota. González, en su experimento improvisado, ha desarmado el inicio de jugada. Tras el gol tempranero, extrañamente, el “Tiburón” deja de ser profundo, deja de aplicar el 2-1 contra Bejarano. Los laterales colombianos, Viafra y Fuentes, abandonan la subidas y se quedan atrás marcando a nadie. Hay miedo a ganar. Los celestes son un equipo largo, con Ramos muy lejos de todo. Hay miedo a perder.
Desenlace: Bolívar sabe que necesita un gol y ataca cuando está eliminado, otra maña bien aprendida de González. Ahora es Junior quien se mete atrás con Perea haciendo cambios defensivos. La “Academia” adelanta líneas con los carrileros de media cancha para arriba. Menacho entra por García y los bolivaristas arrancan con su “show” de chances desperdiciadas, ora Bejarano, ora Quinteros, ora Justiniano. La absurda roja por agresión de Leo Ramos pone todo cuesta arriba a veinte minutos para el pitido final. Va a entrar Sadiku de nueve, en permanente deuda con su hinchada. Todo acaba en un infarto, de ida y vuelta, el “Tiburón” perdonando una goleada y los celestes fallando y fallando. Solo a tres de la finalización, González quita a uno de los tres centrales. A buenas horas, vasco.
Post-scriptum: la derrota de Bolívar es muy dolorosa por la falta de puntería en La Paz y en Barranquilla, por las absurdas decisiones de su técnico y por la reacción incomprensible de Leo Ramos, su carta de gol. Lastima en demasía porque la “Academia” con errores propios dejó pasar a un equipo que no es superior. Lo de menos a estas alturas son los tres millones de dólares botados a la basura.