El Tigre pelea y sigue vivo
Introducción: el peor y el mejor de la Copa chocan. Es el estímulo psicológico ideal para un Tigre lastimado. El paraguayo Florentín sorprende con el cambio de “dibujo” (5-3-2) y de posición de jugadores. Barcelona de Guayaquil, la sensación de la Libertadores, nunca ha ganado al gualdinegro en La Paz y se mete con dos líneas de cuatro atrás. The Strongest sale con tres centrales (por fin debuta el español Mateos, ignorado, maltratado por unos y otros; junto a Castillo-Marteli); dos carrileros (Torres y Sagredo); Richet Gómez (por primera vez de “cinco”), Wayar a su derecha y Ramiro Vaca a su izquierda; con Barbosa acompañando en el ataque a Jair Reinoso. Es la revolución de Florentín.
Nudo: el Tigre salta a mil por hora. La actitud pasiva ante Boca ha dado paso a un equipo que aprieta la salida del rival, que ahoga, que adelanta líneas. Se comienza a notar la mano de don Gustavo Atilano. Es otro The Strongest, acelerado en extremo, herido en su orgullo. Es un equipo más solidario aunque el juego todavía no aparece, tan “solo” está la garra que no es poco/poca. Los laterales se proyectan –especialmente Sagredo- y los centros son frontales, fáciles de defender. Barbosa está incómodo, lejos de la pelota; Wayar traba y traba, mordiendo más arriba.
A falta de dos minutos para el descanso, Florentín saca a Wayar ante una inminente roja. Entonces el paraguayo redobla la apuesta: Blackburn hace dupla con Reinoso arriba y Willie vuelve al medio. Un rebote, producto de un “pressing” alto, trae en los descuentos el primer gol atigrado de la Copa con sabor a café (es también el primer tanto encajado por Barcelona). Jair corre a la banca para abrazarse con los compañeros: el grupo ha decidido hacerse fuerte ante las adversidades. El resto no importa. La mala noticia es la retirada hacia el vestuario de un lesionado/emocionado Mateos.
Desenlace: Florentín decide entregar la pelota al rival y se atrinchera, soñando con una “contra”. Valverde ha sustituido a Mateos pero el “dibujo” no se toca. En ese contragolpe anhelado, Blackburn hace lo que mejor sabe, pivotea de cabeza y deja a Reinoso delante del arco rival, después de un excelente control dirigido: 2 a 0. El mejor de la Copa cayó en el Siles. Y el peor ofreció otra cara, la de la toda su vida, la única que tiene, la de la pelea; para gritar al continente que sigue vivo.