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Brasil, un barco que se aleja

Ni la Copa América, ni el Mundial, ni la Libertadores o la Champions, ninguna competencia futbolística alcanza el grado de tensión de la Eliminatoria, el único torneo que no determina un campeón (Bielsa ganó una clasificatoria con 43 puntos, casi una grosería, pero no hubo laureles ni medallas). No otorga títulos, aunque pone en vilo al continente, lo tensa como una cuerda al límite. Es un cofre que se abre y reparte conformidad o decepción, no tiene grises. Y siempre nerviosismo. El Mundial ya es más una fiesta, la Eliminatoria es drama, el miedo de quedarse afuera. Quien no va al Mundial se siente el último de la clase. Luego, allá, aunque se pierda, queda la satisfacción de haber estado. Nada deprime o tranquiliza más que esta carrera agotadora y complicada. Porque la Eliminatoria no regocija, apenas satisface.

Conmebol propone y el Covid dispone. Recién después de siete meses de interrupción por el receso y la pandemia, volvió la clasificatoria. Las fechas de marzo quedaron en blanco y se recuperarán más adelante. Ahora se acometieron las jornadas 7ª. y 8ª. La novedad consistía en que dos selecciones presentarían nuevo entrenador: Reinaldo Rueda, que dirigía a Chile, volvió a Colombia, en tanto el uruguayo Martín Lasarte lo sustituyó en La Roja. A los dos les fue bien, aunque el gran vencedor de la quíntuple jornada de jueves y viernes fue Rueda. Cacheteó a los fantasmas. Reinaldo no vende, tiene cero prensa y a todo lo que dicen opone siempre su fórmula exitosa, la de la doble S: silencio y seriedad. Y la Selección Colombia le respondió justamente siendo un equipo serio, sólido, logrando un triunfo balsámico sobre todo. Lo puso de nuevo en el pelotón, con idénticas posibilidades que los demás. Recién van cinco fechas, falta una vida todavía.

Con esa formalidad inalterable, Rueda se nos antoja el Maestro Tabárez de Colombia, va a tener ochenta años y seguirá dirigiendo; con bastón y todo. Nacieron entrenadores, formadores, conductores de vestuario. Nunca una palabra de más, una promesa vana. Reinaldo puso sobre el césped un once que era superior a Perú en lo previo. Y lo fue después también. Tampoco es que se ganó el partido del siglo. La pelota vasca, donde corre mucha apuesta, tiene una regla de oro: se analiza delantero con delantero y zaguero con zaguero. Si una pareja es más y más, difícilmente pierda. Colombia era más y más en los once puestos del campo. Cuando la superioridad individual es tan marcada, se simplifica la tarea. Y resolvió con solvencia.

 * QUINCE SOBRE QUINCE. En apenas cinco salidas al campo (quedan 13 todavía), la proa de Brasil ya está más cerca del destino que del puerto de partida. En la Eliminatoria anterior, después de un magro y preocupante comienzo con Dunga, Tite tomó el timón y ganó nueve partidos consecutivos, marcando un récord para la competencia, que se disputa desde 1954. Ahora lleva cinco victorias, pero desde el inicio de la carrera. Puede continuar y superar su propia marca. En sus manos, Brasil parece invencible. Inempatable. Tanto que, de 17 juegos por Eliminatorias (entre la anterior y la actual), ganó quince y empató dos. Impresionante 92% de eficacia. En el medio conquistó la Copa América invicto. Y en el Mundial, después de tres triunfos y una igualdad, cayó una sola vez, en cuartos de final ante Bélgica. ¡Una sola derrota oficial en cinco años con Tite…! Las estadísticas no son poéticas, pero estos números encantan. ¿Cómo llamarle a esta maquinaria…?

Descontemos un cupo para Brasil, quedan tres y medio para los nueve competidores restantes. Sin ser la superpotencia de antes, sin deslumbrar con su juego, lejos del jogo bonito, Brasil igual es mucho para sus vecinos del continente. Siempre tiene quince o veinte buenos; si además lo conduce un óptimo entrenador como Tite…

* QUE EL ÁRBOL NO TAPE… El triunfo de Brasil es inobjetable. El sainete del final con el penal y su tardía repetición no pueden desenfocar lo esencial: ganó bien. Ante un duro rival, digno, batallador, pero el resultado es inobjetable. Ecuador no remató al arco. El penal de Neymar, bien o mal repetido, no cambiaba nada. Iba ganando Brasil Y el reloj marcaba 94 minutos.

* POCOS CAMBIOS. El triunfo colombiano es la única modificación de bulto en las posiciones, aunque no es menor. Colombia igualó la línea de Paraguay y Uruguay, los tres con 7 puntos. Mirando la tabla, se advierten otra vez tres segmentos, como en anteriores ocasiones: Brasil y Argentina arriba; Ecuador, Paraguay, Uruguay, Colombia y Chile en un segundo lote, y los tres de abajo: Bolivia, Venezuela y Perú.

* POCA ARGENTINA. La selección albiceleste dio una pálida función ante un Chile sin recambio y sin Vidal, que remató una vez al arco y acertó. El aura de la Generación Dorada, lo que queda de ella -Alexis Sánchez, Aránguiz, Isla, Gary Medel, Claudio Bravo- le restó dos puntos y la llenó de tribulaciones. Fue la presentación más floja de Argentina en lo que va del premundial. Tibiecita, con los mismos errores y vicios del pasado. Sin desequilibrio individual ni circuitos colectivos de juego para penetrar el cerco adversario y sin energía mental para imponer la camiseta y la localía. Híbrida, haciendo decenas de pases insulsos.

* FÓRMULA REPETIDA. Luego, lo de siempre, dársela a Messi y que él resuelva. Y Chile le hizo a Messi lo que le vienen haciendo desde hace dieciséis años: la jaulita. Rodearlo para impedirle progresar en el campo. No obstante, aún arrancando desde bien atrás, Leo fue el único que inquietó, generó juego y remató al arco: un tiro libre suyo dio en el travesaño, otro lo sacó del ángulo Bravo en una proeza voladora, otros tres zurdazos del 10 en jugada fueron también conjurados por el uno. Le faltó adivinarle el penal. A Messi se le fue la vida en esta selección que ha sido el Deportivo Casi: casi gana, casi empata, casi sale campeón… Y ahora ya no es el Messi en modo Superman que apilaba de a tres, de a cuatro a velocidad supersónica, el actual es un genio más terrenal. Igual hay que hacerle falta para detenerlo, igual exige más de una marca.

* SIN RENOVACIÓN. «El equipo está mal», reconoció Ricardo Gareca. Coincidimos. Es el peor momento de la Selección Peruana desde la llegada del DT en marzo de 2015. ¿Què vemos desde afuera…? Un fútbol que no produce jugadores. El mejor ejemplo es Paolo Guerrero: rumbo a los 37 años, volviendo de una lesión seria, sigue liderando el ataque. No hay quien le toque la puerta. Y sin jugadores, ni Guardiola.

* LA GRAN BOLIVIA. Despertó, hizo su mejor partido en mucho tiempo y derrotó a Venezuela 3 a 1. La Vinotinto que no pudo contar con cuatro figuras: Salomón Rondón, Yefferson Soteldo, Yordan Osorio y Yangel Herrera (muy destacado en el Granada). No es excusa, Bolivia la arrasó. Y era para cinco goles mínimo. “Venezuela, hoy, retrocedió veinte años”, opinó el periodista argentino-venezolano Edgardo Broner.

* LA ACTITUD. Esta Bolivia sí representa a su fútbol, a su gente, a su camiseta. Que te ganen por mejores, no por esconder la piernita. Claro, también hubo puntos altos, la coordinación de todo el equipo, se defendió mejor, hubo individualidades brillantes, por caso Saavedra, Bejarano, Justiniano y, desde luego, Marcelo Martins. Más que por sus goles, el amor que le pone a la Selección. Y en horas bajas. Es hora de ir pensando en algo para él, un busto suyo, el nombre del vestuario…